Pedro Sánchez naufraga en el debate por los indultos
Sánchez: "No puede haber un indulto preventivo, ni tampoco la negación preventiva del indulto"
Pedro Sánchez no quiso mostrar este lunes en el debate de TVE la fotografía que Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal protagonizaron el pasado febrero en la plaza de Colón. El líder del PSOE la mostrará, probablemente, este martes en el debate de Atresmedia. En eso consiste su campaña al fin y al cabo. Rivera, en cambio, acudió al estudio 1 de TVE con una fotografía enmarcada de Sánchez entrevistándose con Quim Torra. La colocó sobre su atril y ahí estuvo, ante las cámaras, durante más de 40 minutos.
Rivera, castigado por las encuestas, salió al ataque en el debate de ida. Sánchez, a quien todos los sondeos conceden la victoria, salió a empatar. Ambos, con permiso de Casado, protagonizaron los momentos más eléctricos del debate en TVE, conducido por Xabier Fortes. El periodista temía que el combate a cuatro se convirtiera en una sucesión de monólogos y dejó un oxímoron para el recuerdo: «Pueden perderse el respeto educadamente».
Había anunciado el líder del PP que no atacaría al líder de Ciudadanos y cumplió. Casado usó el debate de TVE para rebajar el tono de su campaña y moderó su discurso en busca del centro perdido. Aprovechó la primera parte del programa para explicar su «revolución fiscal» y no sacó el colmillo hasta que se abrió el bloque territorial. Llegado este punto, acorraló a Sánchez junto a Rivera con el tema de los indultos a los presos soberanistas.
La yes/no question de Casado
Hasta en tres ocasiones le preguntaron a Sánchez por los indultos a Oriol Junqueras y compañía. Quería el líder del PSOE pasar por alto el asunto, pese a la yes/no question de Casado: «¿Les va a conceder el indulto, sí o no?» Y Sánchez respondió con un argumento difícil de sostener: «No puede haber un indulto preventivo, ni tampoco la negación preventiva del indulto». (Basta con legislar ad hoc para negarlo)
La cuestión de los indultos regresará este martes en el debate de vuelta. Casado y Rivera olieron la sangre y no soltaron a Sánchez, que trató de zafarse con una promesa solemne: «El independentismo y las derechas saben que la independencia no se va a producir. Yo soy conocido por el ‘no es no’, y no va a haber ni un referéndum ni la independencia».
Iglesias asistió al debate con pocas ganas de entrar al barro. A cada tanto, leyó artículos de la Constitución relacionados con las previsiones del texto en materia de pensiones, vivienda y políticas sociales y sólo se empleó a fondo para advertir sobre la tentación de un pacto del PSOE con Ciudadanos tras el 28-A. «Te he preguntado, Pedro, hasta dos veces, si descartas o no pactar con Ciudadanos y guardas silencio. Muchos electores de izquierda toman nota de este silencio porque tienen memoria», dejó dicho.
Sánchez, a la francesa
Pero Sánchez no estaba para atender a nadie. Rehuyó a lo largo de 90 minutos los cuerpo a cuerpo y sólo buscó la mirada directa de Casado para lanzar un alegato feminista. Su objetivo era leer un listín telefónico de medidas sociales aprobadas por el gobierno del PSOE y subrayar, una y otra vez, que llegó a la Moncloa mediante una moción de censura para derribar al PP por «corrupción».
Tan claro tenía el líder del PSOE que no debía exponerse que ni siquiera se acercó a los micrófonos de TVE a dejar sus primeras impresiones tras el debate. Cedió el papel a José Luis Ábalos y se marchó de Prado del Rey convencido de que así actúa un presidente del Gobierno.
La cadena pública resolvió bien el debate tras la controvertida actuación de su administradora única, Rosa María Mateo. Ni la previa ni el análisis del debate rezumaron aires de televisión gubernamental. Los trabajadores de TVE salvaron el cuello, una vez más, a sus administradores.