Sánchez forma un Gobierno electoralista
El presidente refuerza a su núcleo económico y deja a sus socios de Podemos la parte más cosmética. Sánchez es consciente de que las próximas elecciones se juegan en clave económica
Pedro Sánchez se cansó de los juegos de Podemos y también de algunos de sus ministros. «Esto va enserio» y «claro que la remodelación de Gobierno es estratégica», señala a Economía Digital uno de los agraciados que formará parte del Ejecutivo. El próximo objetivo de Pedro Sánchez son las elecciones de 2023: locales, autonómicas y generales.
Sánchez ha perfilado un Gobierno a su medida, donde el punto más fuerte será la recuperación económica. Los fondos europeos llegarán el próximo mes, si todo sale como espera Moncloa, y Pedro Sánchez quiere tener a sus ministros del PSOE en primera fila. Se trata de reforzar a los socialistas en el Gobierno para darle al partido todo el mérito de la recuperación económica de cara a las próximas elecciones.
El presidente relega a Unidas Podemos al papel cosmético y cede el terreno de la igualdad(e). Incluso los morados se han dado cuenta: «El ascenso de Calviño y el mantenimiento de Marlaska, solo es la triste constatación de la dolorosa debilidad de Podemos en el Gobierno», señala la Vicepresidenta Tercera del Congreso y diputada de Podemos, Gloria Elizo.
Calviño, Montero, Escrivá y Maroto
En un intento por frenar de golpe el enorme desgaste al que le están sometiendo la pandemia, la crisis económica y su relación tormentosa con el separatismo catalán, Sánchez blinda a su núcleo económico y encarga a sus ministros de Economía, Hacienda, Seguridad Social e Industria centrarse en la recuperación.
Así y mientras Yolanda Díaz vende el triunfo de Unidas Podemos tras recuperar la Vicepresidencia Segunda, Nadia Calviño seguirá teniendo la voz cantante en todo cuanto respecte a asuntos económicos al situarse por encima, pasa a ser la vicepresidenta primera y ministra de Economía.
El presidente también ha premiado a una de sus imprescindibles, como es la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. A la andaluza le pesaban los focos y lo que conlleva ostentar la Portavocía del Gobierno, según ha podido saber ED, y Sánchez la ha dejado en manos de la alcaldesa de Puertollano (Ciudad Real), Isabel Rodríguez. La dirigente, poco conocida en la capital, enseguida conseguirá el protagonismo que desde el Gobierno buscan.
A cambio, Montero suma a sus competencias las de Función Pública, lo que supone una novedad con una marcada estrategia: será un ‘superministerio’ como en la época de Cristóbal Montoro. La ministra tendrá en esta nueva etapa más poder de cara a la negociación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), los fondos europeos y también la financiación autonómica.
Y es que los dos próximos años que quedan de legislatura, la batalla será económica. De ahí la continuidad de José Luis Escrivá como titular de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, pese a que en la mayoría de quinielas lo situaban de salida sigue siendo un gran activo para Sánchez.
También Reyes Maroto como responsable de Industria. Y, por supuesto, Teresa Ribera, que asciende un escalón y pasa a ser la vicepresidenta tercera con esta remodelación, que no reducción.
El presidente es consciente de que cualquier fallo o retraso que se produzca con respecto a los fondos europeos puede ocasionar la caída del Gobierno en las urnas y por eso, y según ha podido saber ED, ya ha mantenido una conversación con cada ministro para explicarles el próximo ‘mantra’ a seguir: «Hay que centrarse en la recuperación económica y social».
Los frentes económicos abiertos
Sin embargo, no todo es de color de rosa y más allá de La Moncloa, concretamente, desde Bruselas avisan que los fondos podrían no ser suficientes y todo depende de cómo España los gestione.
En 2020 la economía de la eurozona cayó un 6,8%, la española un 9%. La pandemia ha agravado la tendencia al estancamiento, donde los efectos de la recuperación podrían serán lentos y más suaves que lo que el Gobierno nos podría hacer ver.
La Comisión Europea ya ha anunciado que retrasará la llegada de los fondos europeos a España a agosto. Sus previsiones iniciales daban por hecho que llegarían un mes antes (en julio). El tiempo juega a la contra no solo por la urgencia en recibir estos fondos para empezar a acometer los proyectos de transformación, sino porque también condiciona el desbloqueo de pagos a medida que se van ejecutando las distintas fases de los proyectos
El comisario de Empleo y Derechos Sociales, Nicolas Schmit, advierte que «si los fondos europeos no funcionan, los problemas en el mercado laboral serán graves». Precisamente, una de las principales reformas, la laboral, donde el Gobierno de coalición sigue enredado con los agentes sociales, mientras la Comisión Europea solicita a Díaz, lleva 9 meses pidiéndolo, que envíe, al menos, las intenciones del Ejecutivo.
En los próximos meses no llegarán 140.000 millones, sino 7.000, aunque el Gobierno ya ha reservado 28.000 con cargo a los Presupuestos de 2021 (es decir, de nuestro propio endeudamiento). El peso en la economía será pequeño y no resolverá deficiencias estructurales y productivas. El Gobierno solo ha solicitado la parte del plan que corresponde a las transferencias directas, renunciando –por el momento– a la vía de los préstamos.
Los políticos veteranos de Bruselas también advierten que nuestro país no es precisamente bueno ejecutando fondos europeos. Y se remiten a ejemplos claros, como el anterior Marco Financiero Plurianual (MFP 2014-2020), donde España solo ejecutó poco más del 30% de los fondos potencialmente disponibles. En el caso de los ‘Next Generation EU’, los proyectos financiados exigen estar 100% ejecutados y entregados llave en mano antes de finalizar 2026.
De todo ello tendrá que salir Pedro Sánchez airoso si quiere vender recuperación económica cuando aún se estén ejecutando los fondos y faltará dinero por desbloquear.
La oposición sigue vigilante y desde el PP ya han creado un comité de expertos económicos para seguir euro por euro el desembolso de los fondos, frente a la opacidad del Gobierno respecto a los concursos y los planes de inversión concretos.
Sánchez pone al PSOE en primera línea de Gobierno con la incertidumbre de si asaltará los cielos (las urnas) o si lo enterrará como su compañero de la izquierda más radical.