Pedro Sánchez busca un cambio de guion para remontar su campaña

El líder del PSOE, acorralado por PP y Cs por no tomar medidas excepcionales en Cataluña, cruza los dedos para que acaben los disturbios

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Pedro Sánchez se las prometía muy felices el pasado mes de septiembre cuando decidió, a la vuelta de las vacaciones y a la vista de las encuestas, que no merecía la pena forzar su investidura como presidente del Gobierno, sino que era mejor volver a elecciones en busca de 140 escaños. Los asesores de Sánchez calculaban que Podemos y Ciudadanos sufrirían un considerable desgaste y que el PSOE mejoraría su resultado de abril (123 escaños).

Y lo cierto es que todo iba según lo previsto por Sánchez hasta que hace un par de semanas las encuestas comenzaron a detectar que el PSOE no sólo estaba lejos de los 140 escaños deseados, sino que tenía dificultades para conservar los 123 actuales.

Era de sobras conocido que la sentencia del procés se iba a cruzar en el camino de todos los candidatos hacia las elecciones del 10 de noviembre, pero era más difícil prever que el fallo del Tribunal Supremo iba a ir acompañada de semejante estallido de violencia en las calles de Cataluña.

El vandalismo en Cataluña —»sin precedentes», según explican los propios cuerpos policiales— incomoda a Sánchez, que no termina de decidirse a aplicar medidas excepcionales (ley de Seguridad Nacional) con el argumento de que los Mossos d’Esquadra están haciendo su trabajo y con la esperanza de que las noches de fuego y barricadas terminen cuanto antes. La de este sábado fue, de hecho, la más tranquila de las últimas seis aunque también se registraron enfrentamientos y presencia de radicales.

Sánchez, acorralado por Pablo Casado y Albert Rivera para que saque el manual de emergencia en Cataluña, ha optado por congelarse en el palacio de La Moncloa, siguiendo en cierta manera los pasos de la invisible delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera, incompareciente desde que las calles de Barcelona comenzaron a arder.

Sánchez, en el sofá

Estaba Sánchez haciendo la estatua en el palacio presidencial cuando recibió una llamada de Quim Torra. Quería el titular de la Generalitat comentar la situación creada a raíz de la sentencia del procés, pero el presidente del Gobierno optó por seguir en el sofá y por no ponerse al teléfono.

Emitió, eso sí, un comunicado a través de los medios dirigido a Torra en el que exigió al president que antes de cualquier conversación debe hacer dos cosas: «condenar rotundamente la violencia —cuestión que no ha hecho hasta el momento—, así como reconocer el trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de los Mossos, y solidarizarse con los policías heridos».

Torra se sintió despreciado por el comunicado y emitió el suyo propio, lleno de reproches: «Usted no me tiene que dar a mí lecciones de luchar y condenar la violencia».

En realidad, todo lo que pretende Sánchez es mantener las distancias con Torra y confiar en que la tormentosa relación que el presidente de la Generalitat mantiene con ERC sirva para hacer todo el trabajo sucio, es decir, para conducir al gobierno de la Generalitat hacia su fin.

Sánchez y las tensiones entre ERC vs JxCat

La jugada del presidente del Gobierno en funciones no es descabellada porque las tensiones entre Junts per Catalunya y ERC se producen en cada detalle.

Vean si no: el presidente del Parlament, Roger Torrent, tomó este sábado por la tarde la iniciativa de reunir a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y a diversas entidades (CC.OO. y UGT, con Javier Pacheco y Camil Ros; Pimec, con Josep González; Foment del Treball, con su secretario general del David Tornos; además de representantes del Cercle d’Economia, LaFede.cat, la Taula del Tercer Sector y la FAVB, entre otros) para analizar la situación en Cataluña.

La iniciativa sacó de sus casillas a los dirigentes de Junts per Catalunya, que no entienden ni por qué se les excluyó ni tampoco por qué no se citó a la Assemblea Nacional Catalana (ANC). 

«El encuentro se ha hecho sin informar a ningún miembro de la Mesa ni tampoco el grupo parlamentario de Junts per Catalunya (JxCat), que considera que el motivo de la reunión era suficientemente relevante para informar. Para JxCat también es preocupante que se vete entidades como la ANC a reuniones en el Parlament de Cataluña», protestó JxCat.

Todas estas tensiones internas, confía Sánchez, contribuirán a reducir la presión sobre él. Y si todo falla, hay otros guiones alternativos en el cajón del presidente. Quizás ninguno tan efectivo como la exhumación de Franco. El gran golpe de efecto de su precampaña se acerca.

 

 

 

 

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