¿Para qué sirve la filosofía?
La reflexión profunda sobre los temas de actualidad se hace cada vez más necesaria en un contexto de inmediatez donde se impone el fast-thinking
¿Ha muerto la filosofía? Parafraseando a Nietzsche, bien puede decirse que el colapso del pensamiento reflexivo en la sociedad de la inmediatez no ha matado a la filosofía, pero sí la ha dejado en coma.
Actualmente no se considera que los ingenieros o las biólogas del futuro deban saber quién fue Platón o por qué Hume quiso introducir el método de razonamiento experimental en las cuestiones morales.
La incipiente especialización del currículum académico propició que la asignatura de filosofía saliera de la fase general para entrar en la fase específica. Media España ni siquiera tiene obligación de ofertarla como asignatura optativa en el último curso de bachillerato.
El mundo filosófico se ha visto, además, arrinconado a un claustro puramente académico al que la gente no presta atención. Es una evidencia. La filosofía no está muerta, pero sin duda la sociedad está dejándola morir.
Nuevas respuestas a cuestiones novedosas
El imperio de la comida rápida dio paso a un reinado del pensamiento rápido donde la forma es más importante que el fondo, y hasta “la verdad” es un elemento que ha pasado a deformarse para adaptarse a los gustos de cada persona.
La misma sociedad que la repudia, aquella que se pregunta para qué sirve la filosofía en la actualidad, no obstante, es también la que pone de relieve la imperiosa necesidad de reflexiones sosegadas en un contexto donde la inmediatez prima por encima de todo.
El vertiginoso avance de la ciencia, el auge de los nacionalismos o las obligaciones morales de cada individuo en una sociedad no igualitaria son elementos que provocan grandes preguntas a las que en muchos casos se quiere dar respuestas bajo planteamientos hechos hace un siglo. Y es ahí donde la filosofía abre los ojos para reclamar su papel protagonista.
Nadie es ajeno a la filosofía
Una de las series de mayor éxito en los últimos años, Black Mirror, trata temas que generan incógnitas a los límites de la ética y la tecnología. La última gran producción de Netflix, Altered Carbon, va incluso más allá y sitúa su trama en una sociedad distópica en la que “cuando todo el mundo miente, decir la verdad no es sólo un acto de rebeldía, es un acto revolucionario”.
La filosofía envuelve obras de la cultura popular pero también sirve como piedra angular para gurús empresariales como Elon Tusk. El magnate de Tesla se basa en el primer principio de Aristóteles para generar nuevas ideas. En pleno 2018, el alcance de cuestiones esbozadas hace siglos sigue teniendo una repercusión vital.
Una reivindicación necesaria
Precisamente para reivindicar el rol de la filosofía en pleno siglo XXI, Ferran Sáez Mateu se ha reunido junto a otros ocho autores para plasmar sus puntos de vista sobre el mundo actual, y cómo se concibe el mismo desde Cataluña, en Filosofar: pensar el mundo desde Cataluña (ED Libros).
“En un tiempo de post-verdad y planteamientos equívocos es importante volver a pensar en el sentido filosófico y profundo de los temas. En 140 o 240 caracteres se pueden explicar ocurrencias pero no ideas. Las ideas se deben expresar en un formato que puede requerir un pequeño sacrificio pero que definitivamente tiene recompensa”, asegura Sáez Mateu.
“Al rascar la superficie de una idea te das cuenta de que muchas cosas no son como pensabas, y hay que revindicar el pensamiento como una cosa que nos puede ayudar a ser mejores personas”, continúa el escritor. “En el libro se pretende incidir sobre la filosofía en general y las especificidades de la que se produce en Cataluña”.
Retos intelectuales
En la misma línea que Sáez Mateu se expresa el director editorial de ED Libros, Fèlix Riera, quien asegura que “es importante que la figura del filósofo se introduzca en los grandes debates que se dan actualmente y planteen los retos intelectuales a los que se enfrenta la sociedad moderna”. Para Riera, el papel de la filosofía es tanto el del combate político como el de sanar las enfermedades del espíritu.
Tal vez de esta manera, gracias a la capacidad filosófica de seguir planteando preguntas, será posible dejar de “vagar como a través de una nada infinita” para encontrar “la idea del bien” que imaginaba Platón.
La filosofía no tiene todas las respuestas pero sí la capacidad innegable de impulsar un debate colectivo ineludible. Sólo necesita que la sociedad aparte la mirada del teléfono para renovar un contrato social con fecha de caducidad inminente.