¿Para qué quiere Esquerra a Gabriel Rufián?
El diputado de ERC, que ha indignado al socialismo con sus críticas ácidas, funciona como tapón del partido para evitar la fuga del voto joven a Podemos
Muchas veces no se sabe si Gabriel Rufián habla en serio o está bromeando. Le gusta jugar al papel de listillo, con comentarios frívolos y superficiales que terminan levantando una polvareda poco necesaria entre las formaciones políticas.
Su discurso en la investidura de Mariano Rajoy fue un claro ejemplo. Con calificativos como «PSOE Iscariote», o frases del calado de «traidores es el único nombre que merecen», también describió a Susana Díaz como «cacique que gobierna la comunidad autónoma con una de las tasas de paro más altas de Europa».
Rufián logró algo impensable: que tras la réplica del portavoz Antonio Hernando, los diputados populares, de Ciudadanos y socialistas aplaudieran al legislador ofendido. De este modo, Esquerra, utilizando a Rufián, logró que en el Congreso se visualizara lo que ellos denominan la alianza anti catalana del PP, PSOE y Ciudadanos.
Tapón para frenar la hemorragia a Podemos
ERC instrumentaliza a Rufián como tapón de contención frente a Podemos. El diputado llega al Congreso con la misión de ganar visibilidad para Esquerra, y demostrar que su partido –tal como pregona Pablo Iglesias en Podemos- también combate a «la casta» política.
Su juventud (tiene 34 años) y su estilo informal fueron algunas de las cartas de presentación que vieron las autoridades del partido independentista para evitar una fuga de votos hacia la agrupación morada, atraídos por los mensajes de izquierda alternativa de esta plataforma.
Además, por las buenas relaciones ideológicas y personales que tiene Rufián con altos miembros de Podemos y de Barcelona en Comú, también sirve a ERC como bisagra para tener un pacto de no agresión con estos partidos y mantener acuerdos en el hemiciclo, y también en diversos municipios de Cataluña.
El desconocido de Santa Coloma
Dos años atrás, antes de integrar las listas de ERC, el diputado era totalmente desconocido en el ambiente político. Rufián proviene de la plataforma Súmate, un colectivo de castellanohablantes partidarios de la independencia de Cataluña.
Este ha sido otro valor agregado –aunque secundario para ERC- para este diplomado en relaciones laborales nacido de padres andaluces en Santa Coloma de Gramanet, porque de esta manera Esquerra evitaba quedar como un partido exclusivo para catalanes ‘con denominación de origen’, y se presenta como una fuerza más transversal, que pretende llegar a toda persona que se sienta catalana, más allá de la lengua que hable.
No es la primera vez que Rufián despierta iras entre otros políticos por su lenguaje y comentarios, que como ha descrito Sergi Pàmies, es de «una cursilería low cost con toques de confucianismo de bazar». Cabría ver hasta qué punto las autoridades de ERC no lo ven como alguien que puede traer más problemas que soluciones para la armonía política.
Rufián interpreta un papel. La pregunta que espera respuesta es si lo hace conscientemente –por tanto en coordinación con la dirección de Oriol Junqueras– o si desconoce que en realidad es un instrumento de usar y quemar en el partido independentista.