Operación para salvar al soldado Mas
Dirigentes de CiU, empresarios, y financieros buscan con Madrid una salida económica para Catalunya
Las propuestas atrevidas, las que suponen un cambio drástico en las relaciones de poder, las que obligan a rehacer las estructuras económicas y sociales, provocan temores y movimientos de resistencia. Lo extraño sería que no fuera así. Y la propuesta del president Artur Mas de iniciar un proceso soberanista, que pudiera contar con una consulta de autodeterminación en Catalunya, no ha comenzado de la mejor forma.
Para CiU el concurso del PSC, aunque sólo disponga ahora de 20 diputados, era vital. El PSC podía buscar complicidades con el PSOE, –el único partido que, junto al PP, puede gobernar España– y era necesario conseguir su apoyo por lo que representa en Catalunya, a pesar de la crisis interna que sufre. Pero no se ha conseguido, por la falta de habilidad del propio Mas y también por la determinación de la dirección del PSC de no seguir, esta vez, a los nacionalistas.
Ahogo financiero
La cuestión es que ese proyecto hacia adelante de Mas tenía un motivo: buscar una alternativa al ahogo financiero de Catalunya, con la esperanza de que un buen susto en Madrid forzaría una reacción del Gobierno de Mariano Rajoy. Pero la crisis se acrecienta. El ahogo persiste. La situación es de extrema gravedad. Catalunya ha cerrado 2012 con el 2,3% de déficit, frente al 1,5% previsto, y el porcentaje de paro roza el 24%, con 885.100 personas sin trabajo.
Y aunque la declaración soberanista se ha aprobado con amplia mayoría en el Parlament, al Govern de CiU no le queda ninguna otra salida que buscar una negociación con el PP.
A Rajoy tampoco le queda otra alternativa que buscar algún acuerdo con Catalunya, su segunda gran precupación, como él mismo ha admitido, tras la crisis económica.
De hecho, y esa es la baza de CiU, Rajoy no puede permitirse, para salir de la crisis, dejar en la estacada a Catalunya. Es el 18,5%-19% del PIB español, entorno al 28% de las exportaciones españolas, y uno de los pocos territorios españoles donde existe un espíritu emprendedor, pese a todas las dificultades.
Pacto fiscal
Con todos estos elementos en juego, dirigentes de CiU, entre ellos los más significativos de Unió, como Josep Antoni Duran Lleida, o Josep Sánchez Llibre, tratan de aproximar posiciones con el Gobierno español. También están en esa línea las patronales catalanas, y las entidades financieras, que ven una posible salida al actual laberinto catalán en la oferta de un sistema de financiación que respete algunas cuestiones vitales, como el principio de ordinalidad: Catalunya no puede perder la posición que ocupe por PIB tras aportar recursos a la caja común. Lo deseable, en cualquier caso, sería un pacto fiscal, por el que la Generalitat pudiera disponer de un trato bilateral con el Gobierno central. Duran ya ha explicado públicamente que espera una oferta del Gobierno español.
Pero esa negociación debe contar con la rehabilitación del president Mas. Es decir, los dirigentes nacionalistas consultados quieren que Mas protagonice esa operación para recuperar el diálogo. Desean que no quede descabalgado, porque, ciertamente, ha quedado en una posición política delicada. Es difícil, admiten, porque el president de la Generalitat no está dispuesto a dar marcha atrás. Se cree lo que ha impulsado, y quiere mantener el guión. El próximo jueves se entrevistará con el Rey Juan Carlos, pero lo hará para informarle de los pasos que está dando Catalunya. Posteriormente, pedirá un encuentro con Rajoy, con el objeto de negociar la convocatoria de una consulta soberanista.
El papel de los bancos
Es, por tanto, una especie de operación para salvar al soldado Mas, para que reconduzca la situación. El mismo president admite que podría quedar alguna puerta abierta con Madrid. Y, pese a otras razones circunstanciales, nombró a Jordi Vilajona, que era hasta ahora senador, como secretario general de Presidència. Vilajoana, un hombre de la total confianza de Mas, puede jugar ese papel de puente y de negociador con Madrid, junto a Duran Lleida.
Hay dos razones que conducen hacia un cierto optimismo. La primera, es la propia reacción de Rajoy. En la junta directiva del PP, del pasado lunes, aseguró que quiere negociar con Catalunya un nuevo modelo de financiación.
La segunda razón es que las entidades financieras, La Caixa, el Banc Sabadell, pero también el BBVA -que adquirió Unnim– o el Santander que puede aspirar a quedarse con Catalunya Banc, necesitan que las zonas de actividad económica no se mueran. Y si Catalunya sigue siendo un territorio con una dinámica empresarial notable, con una ciudadanía activa y emprendedora, no puede quedarse sin financiación.
Es decir, las entidades financieras son las más interesadas en que Catalunya disponga de un pacto fiscal. Varios directivos financieros consultados creen que España se verá muy mermada por la falta de inversiones en determinados territorios. Los recursos irán donde puedan ser rentables, y, con una reducción drástica de la inversión pública, la privada sólo acudirá a determinadas zonas, una de ellas Catalunya. Esa es también la tesis de algunos economistas, como Santiago Niño Becerra, que vislumbra «zonas de actividad económica», no sólo en España, sino en toda Europa.
¿Qué le ha pasado a Mas?
Las patronales catalanas siguen en una situación de gran perplejidad por la falta de reacción del president Mas. No entienden que el Govern persista en su voluntad de acelerar el proceso soberanista. En muchas conversaciones privadas se puede escuchar el mismo comentario: “¿Qué le ha pasado a Mas?”
Los más lúcidos, sin embargo, entienden perfectamente la decisión del president, tras la gran manifestación del 11 de septiembre. “Si tienes un déficit fiscal con España importante, te obligan a reducir el déficit autonómico de forma acelerada, y la Generalitat no puede pagar nada, decides buscar un camino propio”, asegura un alto directivo.
Perfecto. Pero una vez comprobado que no hay salida, que el consenso en Catalunya no es tan amplio como se esperaba, los empresarios entienden que Mas debe retomar el diálogo. Salvándolo, pero haciéndole ver que debe llegar a grandes acuerdos con Madrid. Y rápido, por el bien de la propia economía catalana.