Ofensiva de Feijóo contra los barones socialistas en la antesala de las elecciones por la sedición
Los populares buscan abrir una brecha en el PSOE con una decisión con la que en Ferraz asumen que tendrán desgaste electoral
El antes y después político que ha supuesto la reforma del delito de sedición del Código Penal anunciada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y ya registrada en el Congreso con la connivencia de ERC ha dejado campo para que el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, trate de marcar perfil propio, impulsarse como la alternativa al PSOE y revierta el estancamiento al que su figura estaba sometida tras sus primeros meses en la jefatura del partido.
Cataluña es cuestión clave y prioritaria para el PP, y eso su líder lo sabe. Es por ello que, apenas unas horas después de aterrizar en Madrid tras una gira de varias jornadas por varios países de Latinoamérica, Feijóo aprovechó la ventana que dejaba el Gobierno y quiso mandar unos mensajes rotundos: revertir la derogación de la sedición y pedir a los barones del PSOE que se rebelen por «deber moral».
En Génova la estrategia está clara: apuntar a los barones e intentar desgastar a Sánchez -y al PSOE- desde dentro. Meter el dedo en la llaga de los socialistas y alentar una riña interna a nivel orgánico que sea la puntilla de cara a las elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo, la primera prueba de fuego del PP de Feijóo.
Una brecha abierta por Page y Lambán
Es en esa clave, precisamente, donde se enmarcan los movimientos del presidente popular. Porque, además, es en la arena de las comunidades donde el dirigente se siente más cómodo vista su carrera. Las elecciones se acercan y aunque el PP mantendrá sus dos joyas de la corona -Madrid y Murcia- según las últimas encuestas, el PSOE se sabe fuerte. Así, plazas como la Comunidad Valenciana o Castilla-La Mancha, o los ayuntamientos de Madrid o Barcelona, pueden decidirlo todo a nivel nacional.
En Ferraz, por su parte, son conscientes del gasto electoral que una decisión tan controvertida como la de la sedición puede conllevar, según aseguran fuentes socialistas a Economía Digital. Sobre todo, dado el rápido posicionamiento público de dos de los principales barones del PSOE, los presidentes de Aragón, Javier Lambán, y de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page.
De hecho, han sido ellos los que han abierto las primeras grietas en la familia socialista al rechazar la reforma del delito de sedición, pero no los únicos. La modificación legislativa que hará desaparecer este tipo penal también ha suscitado algún reproche en el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández-Vara, aunque de modo más tibio, al manifestar: «No me gusta nada de lo que le guste al independentismo».
Ferraz, estoicos
Lambán se ha pronunciado contra la modificación legislativa bajo el argumento de que el desafío independentista de octubre de 2017 en Cataluña fue «gravísimo» porque pretendía alterar el orden constitucional y además el Tribunal Supremo «calibró perfectamente» lo ocurrido en la sentencia que condenó a los líderes del procés. Page, por su parte, dejó patente que no comparte la propuesta y que «en plena escalada de precios, lo único que se va a abaratar es el ataque a la Constitución».
En su opinión, el debate sobre el delito de sedición «hoy no toca» porque primero debería juzgarse al expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, así que aunque ve «legítimo» abordar la cuestión a medio plazo, en uno o dos años, él da prioridad a juzgar a Puigdemont bajo las mismas leyes que lo fueron los demás líderes del procés. Y ello porque «no se pueden cambiar las normas a mitad del partido».
En Ferraz lo van llevando con estoicismo. «Este es un partido en el que se puede opinar con libertad», señalan desde la dirección del partido. Sobre la rebelión autonómica, el mensaje es claro: «Dos barones, tenemos diecisiete. Empieza a desmerecer al resto», insisten. Aunque es precisamente ahí, en la unidad interna, donde piensa hacer daño el PP.