»Ni Rajoy ni los independentistas me pueden quitar mi ciudadanía»
El filósofo Fernando Savater considera que los nacionalismos en el País Vasco y en Cataluña son "en realidad una rebelión de los ricos contra los pobres"
Fernando Savater tiene un fuerte catarro. Pero expresa con claridad un principio en el que ha creído toda su vida: «Ni Rajoy ni los independentistas me pueden quitar mi ciudadanía, parte de mi ciudadanía. Si lo hiciera Rajoy, facilitando un referéndum soberanista, me enfadaría mucho con él. Lo que está en juego es la ciudadanía».
Savater preside en Barcelona un seminario sobre los populismos, invitado por el CLAC. Defiende, en una entrevista con Economía Digital, que el debate en Cataluña, entre españoles y catalanes, está fuera de lugar, que lo importante es defender «el concepto de ciudadanía, que la ofrece un estado, en este caso España», y que lo que ha ocurrido desde el inicio de la democracia es una identificación de los ciudadanos «con el territorio, con la comunidad. Se es murciano, o catalán, o andaluz, y luego español, ¿pero quién es realmente ese español?, porque parece que no existe. Y ese es el error, se es ciudadano, con derechos y obligaciones», afirma con contundencia, atónito, todavía, ante el hecho ‘normal’ en Cataluña de que «no se pueda escolarizar en castellano, con una ley de normalización lingüística única en el mundo, que nadie entiende».
El proyecto de UPyD
Filósofo, activista siempre, se comprometió políticamente con UpyD, y, posteriormente, ha apoyado a Ciudadanos en el País Vasco. Le queda un sabor de boca agridulce, porque considera que lo que se defendía con UpyD lo han incorporado luego otros partidos, y que se avanzó para superar el bipartidismo en España, pero el proyecto político no resultó. Su defensa de la ciudadanía, de la superación de las rivalidades territoriales, le deja ahora con una cierta frustración.
Con una obra de más de 40 libros, Savater llegó a un público más amplio con Ética para Amador, y Política para Amador. Su concepción de la sociedad española es realista, aunque pueda ser políticamente incorrecta. «Lo que cuesta de entender es que personas adultas, con cierta edad, se dejen embaucar por proyectos como Podemos. No digo nada de una persona joven, con 20 años, por ejemplo. Tal vez yo mismo hubiera apoyado a Podemos con esa edad. ¿Pero de adulto?»
Esa reflexión le lleva también a la cuestión del nacionalismo catalán, y al proyecto soberanista. Entiende que ese mismo engaño se ha producido en Cataluña, y está de acuerdo con la sentencia de Miquel Porta Perales, autor de Totalismo, cuando el también filósofo señala que las sociedades han caído «en una pandemia de credulidad».
El independentismo, ¿de izquierdas?
En ese sentido, Savater señala que «tanto el nacionalismo vasco como el catalán son en realidad una rebelión de los ricos contra los pobres, y, lo más increíble es que se venda como un proyecto de izquierdas». Para Savater, un estado puede tener carencias, en cuanto a la eficacia de los servicios que presta, «pero eso son cuestiones administrativas, que pueden ser mejores o peores, como hace Francia, cuando reforma sus departamentos regionales, que suele hacer cada cierto tiempo, pero lo que no puede ser es que se rompa la ciudadanía».
Con la sensación de que predica en un desierto, Savater tampoco entiende cómo se pueden impulsar leyes educativas de forma constante. «El problema no es hacer una y otra, sino que se solapan, y, por tanto, ningún chico ni ninguna chica acaba su educación bajo una misma ley educativa». El filósofo, cuando se le pregunta por los cambios en la Lomce, porque el Gobierno del PP se ha visto forzado, señala que no se explica el afán por acabar con las reválidas. «En algún momento se podrá examinar a los alumnos, me pregunto, saber cómo van, cómo superan las distinas pruebas».
La educación de los niños
Eso le lleva a defender una educación que sepa «frustrar». Según Savater, «la idea que se ha trasladado es que el profesor debe ser una espacie de animador cultural, cuando de lo que se trata es de preparar a los alumnos para ser adultos. Al niño se le debe enseñar a ser adulto y eso pasa por contrariar, por frustrar, no por concederle caprichos, aunque sean muy majos».
Con cierto aire desencantado, Savater se siente ya retirado. Pero razona, se expresa, comunica, con un deseo de que su mensaje, el de toda su vida, pueda ir calando.