Ministros del PSOE salen al rescate de Calviño por la Ley de Vivienda

Desde Moncloa sostienen que el acuerdo está al caer. La fricción ahora está en el mecanismo de regulación del alquiler para no perjudicar la oferta

La vicepresidenta del Gobierno y ministra de Economía, Nadia Calviño (i) conversa con el ministro de Presidencia Félix Bolaños (d) a su llegada a la sesión de control que se celebra, este miércoles, en el Congreso de los Diputados. EFE/ Juan Carlos Hidalgo

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Es la gran asignatura pendiente de la legislatura de Pedro Sánchez, y la orden que ha dado el presidente del Gobierno es que, cuanto antes y, sobre todo, de manera discreta, su partido vaya avanzando en la Ley de Vivienda. Este proyecto, junto a la reforma de la ley Mordaza, culminan el porfolio legislativo que el PSOE se había planteado en su cuarto y último año antes de las elecciones, y, según fuentes del Consejo de Ministros, está ya «casi, casi, casi».

Ese acuerdo, que se ha ido negociando entre el PSOE y sus socios habituales, como ERC o Bildu, además de con su compañero en la Moncloa, Unidas Podemos, ha costado tanto trabajo que ya, «sí que sí», esta es la buena. Porque cabe recordar que esta ley fue parte de los requerimientos que los morados han puesto desde la investidura de Sánchez para refrendar los Presupuestos Generales del Estado uno y otro año, y que también fue uno de los compromisos que el presidente del Gobierno adquirió ante Bruselas, por lo que es irrenunciable. Será, además, el colofón perfecto para zanjar la precampaña de las elecciones de mayo, dado que no se prevé que vea la luz hasta, en principio, el mes de abril.

Pero quedan aún flecos por cerrar, «precisiones técnicas», aluden desde el PSOE, pero que «pueden cambiar el sentido de todo», matizan fuentes de Unidas Podemos en conversación con este periódico. Y los morados andan señalando una responsable directa: la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño. Pero sus compañeros de Consejo de Ministros y de partido niegan que sea ése el problema, no: los ministros socialistas entienden que no se trata más que de una «estrategia de presión» de Ione Belarra y los suyos tras la reunión de todas las partes al inicio de la semana.

El mecanismo de regulación de los alquileres, un fleco

«Ni tan bien como dice el PSOE, ni tan mal como dice Podemos», resumen fuentes de los socios habituales del Gobierno a este periódico. «¿Se avanza? Sí. ¿Es inminente? No», zanjan. El punto de fricción más evidente ahora mismo es el mecanismo de regulación de los alquileres, donde buscan ir con paso lento y buena letra. Es por eso que, para una ministra socialista, en conversación con Economía Digital, sería «absurdo por lo que queda no sacarlo. Es una ley prioritaria para el Gobierno».

La clave reside en no perjudicar la oferta, y es por ello que se intentarán de todas las maneras posibles que no afecte a muchos pequeños propietarios. Desde Podemos insisten a este diario que su ansia es «hacer lo más efectiva posible la regulación de precios, y que lo que se habla en reuniones quede bien reflejado después sobre el papel«.

Abril, fecha posible

Así las cosas, todas las formaciones se han dado una semana más para cerrar los detalles del texto final para llevarla a Ponencia la semana del 13 de marzo, a la semana próxima a Comisión y por último elevarla a Pleno a principios de mes de abril. Los últimos detalles de la negociación coinciden también con el nombramiento del ideólogo de la ley y hasta ahora secretario general de Vivienda, David Lucas, como secretario de Estado de Transportes en sustitución de Isabel Pardo de Vera después la polémica por el error de medidas en los trenes de Asturias y Cantabria.

No es el único charco que también pisará el Gobierno al haber arrastrado esta ley hasta la primavera en vez de cerrarla en 2022 como ordenó el presidente Sánchez, sin éxito. Porque el calendario permite que no coincida con la polémica reforma de la ley del ‘sólo sí es sí’ que también ha enfrentado a los dos partidos de Gobierno, pero las relaciones andan deterioradas y en un punto de casi no retorno, aunque ambas partes descarten tajantemente que haya riesgo de ruptura de la coalición.

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