Mas se pelea con Puigdemont por el control de las listas de JxCat
Mas quiere evitar que Puigdemont confeccione las candidaturas a su antojo e incluso amaga con dar un paso al frente
Carles Puigdemont y Artur Mas lo llaman «reordenación» del Pdecat, Junts per Catalunya y Crida Nacional per la República de cara a a la galería, pero de lo que se trata, en realidad, es de un pulso por controlar el próximo proyecto de los postconvergentes de cara a las próximas elecciones catalanas.
Mas es, probablemente, el dirigente más destacado de la antigua Convergència que no está de acuerdo con los caprichosos manejos de Puigdemont desde que se fugó a Bélgica. El Pdecat se lo consintió todo para afrontar las últimas elecciones de 2017: un nuevo sello electoral (Junts per Catalunya), unas listas hechas a dedo y un presidente de la Generalitat a su elección (Quim Torra).
A Puigdemont le salió la jugada más o menos redonda y, desde entonces, nadie en la antigua CDC ha reunido la fuerza suficiente para impedir que siga actuando a su aire. Cada intento del Pdecat por recuperar influencia ha sido aplastado por el líder huido y, ahora, Mas intenta poner fin a su hiperliderazgo.
De momento, según fuentes conocedoras de los contactos que ambos han mantenido, Mas lo está haciendo por las buenas aunque sin grandes resultados. Se ha desplazado a Waterloo para mantener conversaciones con Puigdemont en la línea de buscar un pacto respecto a listas y le ha prometido su presencia en el acto que planea protagonizar en Perpiñán el 29 de febrero.
El amago de Mas a Puigdemont
Pero las conversaciones mantenidas hasta ahora no han dejado satisfecho a Mas, que medita su próximo movimiento. «Mas quiere que Puigdemont pacte la lista de las próximas elecciones. Y si Puigdemont no quiere, está dispuesto a presentarse con la marca de Junts per Catalunya (que es propiedad del Pdecat)», dicen fuentes conocedoras de sus movimientos.
De cara a la opinión pública, Artur Mas siempre ha mantenido que lo conveniente era rehacer la amalgama de formaciones surgidas de la demolición de CDC. Y también ha defendido que la marca Junts per Catalunya era la adecuada para seguir adelante. Con lo que no está conforme es con que Puigdemont la disponga para colocar a los suyos sin tener en cuenta al Pdecat.
El problema es que el líder huido se siente con la fuerza de hacer las cosas a su manera porque sabe que es el gran activo electoral de Junts per Catalunya. Y, por si no fuera poco, las encuestas comienzan a mostrar que está recuperando terreno a ERC, todavía a la cabeza.
Hace unos meses, Mas se dejó querer como candidato a la Generalitat. «No me he cerrado nunca con un no rotundo», dijo el pasado mes de junio. E incluso señaló el camino para su regreso a la arena electoral después de que la CUP lo enviara a «la papelera de la historia». «En unos meses podré presentarme a las elecciones. Se trata de saber si querré. Y si quiero, se trata de saber si es posible», comentó.
Mas, rehabilitado
Esos meses han pasado. A partir de este 23 de febrero, Mas vuelve a estar en condiciones legales de volver a ser candidato. Hasta ahí llega la inhabilitación para cargo público sentenciada por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) debido a su responsabilidad en la consulta soberanista del 9-N.
Desde que la CUP lo apartó de la primera línea, Mas se ha cuidado de seguir recorriendo las comarcas de Cataluña y de seguir participando en actos de todo tipo, muchos del Pdecat. Sabe que muchos, incluso los suyos, lo dan por amortizado, pero no ve a nadie a su alrededor capaz de plantar cara a Puigdemont para que el proyecto de Junts per Catalunya sea algo más que una suma de sus ocurrencias.