Mas se autoimpone un Govern para retomar el diálogo con Madrid

El Consell Executiu decide en su primera reunión bajar a 500.000 euros el mínimo exento de Patrimonio

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Los nombres son significativos. Y uno por uno explican trayectorias y planteamientos políticos concretos. Pero, al margen de las connotaciones, que las tienen y se deben interpretar a la luz del proyecto político de Convergència Democràtica, Artur Mas desea que el nuevo Govern retome el diálogo con el Gobierno central. Y, al mismo tiempo, con las fuerzas políticas catalanas.

Ese deseo, que es también una necesidad urgente, debido a la situación de extrema debilidad de las finanzas de la Generalitat, deberá plasmarse en actuaciones y en gestos políticos claros. Mas, en la toma de posesión de los nuevos consellers, explicitó esa voluntad, llegando, incluso, a bautizar al nuevo Ejecutivo como el del “diálogo permanente”.

Comisiones bilaterales

El president reclamó a todos sus consellers que muestren esa inclinación por el diálogo y el entendimiento, con la voluntad de llegar a acuerdos con el Gobierno central “por mucha distancia que exista y diferencias ideológicas y de proyecto que existan” entre los dos ejecutivos. Para alcanzar ese objetivo, Mas constató que serán importantes las comisiones bilaterales entre los dos gobiernos. Y ahí jugará un papel determinante el líder de Unió Democràtica, Josep Antoni Duran Lleida.

De hecho, es también el objetivo del Gobierno central. El presidente Mariano Rajoy quiere mantener esa puerta abierta con Duran. Mas sigue pensando que el Gobierno central debería negociar y permitir la consulta soberanista, pero sabe que no hay un marco legal que lo permita.

Mas, después de mostrar una sensación de derrota tras los resultados electorales, ha ido retomando el pulso. Y ha exhibido un cierto orgullo por haber alcanzado la formación del nuevo Govern en los plazos fijados, con un acuerdo con Esquerra Republicana, además. Si el Govern de Artur Mas tras las elecciones de 2010 se formalizó el 29 de diciembre de aquel año –las elecciones fueron el 28 de noviembre–, ahora Mas ya tiene un nuevo Govern el 27 de diciembre –las elecciones fueron el 25 de noviembre.

Rebaja del mínimo exento de Patrimonio

Forzado por las circunstancias y por el acuerdo con Esquerra Republicana –el presidente de ERC, Oriol Junqueras, quiso recalcar este jueves que no ha influido en la formación del Ejecutivo– Mas quiere rectificar. No es, sin embargo, la rectificación que se pudiera interpretar de aquel importante libro con el mismo nombre La Rectificació (2006), en el que un grupo de pensadores y periodistas, entre ellos Josep Maria Fradera o Enric Juliana, trataron de analizar los retos y las miserias del catalanismo, siempre pendiente de un enemigo exterior.

Mas no quiere replantearse su proyecto político soberanista, pero sí la forma en la que quiere trazar el camino. Así, el president reclamó al nuevo Govern que sea “autoexigente y humilde”, y “sensible con el sufrimiento”. Mas consideró que en esta legislatura ya se ha actuado con esas normas, pero nadie lo ha notado.

“Ese talante lo tenemos y lo hemos tenido, pese a que a veces puede haber dado la sensación de que no era así». Y aquí sí ha tenido y tendrá un papel clave Esquerra Republicana, que ha forzado a Mas la recuperación del impuesto de Sucesiones o el incremento de los tipos del impuesto de Patrimonio, entre otras tasas.

De hecho, la decisión se ha tomado de inmediato. El Consell Executiu, en su primera reunión, ha aprobado este jueves rebajar el mínimo exento del impuesto de Patrimonio de los actuales 700.000 euros a los 500.000 euros, como figura en el programa electoral de ERC. Y, aunque se mantienen los ocho tramos, se aumenta el tipo de gravamen en un 5%. En el caso del tramo más alto, el que grava las fortunas de más de diez millones de euros, el tipo se incrementa en un 10%.

El conseller Mas-Colell consideró que el impuesto se modifica por decreto ley antes de finalizar el año para que tenga efectos recaudatorios en el 2013. “Habrá más gente que pagará, pero no mucha más”, argumentó el conseller.

Pero Mas ha logrado retener a consellers como Boi Ruiz, al frente de Salut, responsable de los grandes recortes sanitarios y de un programa privatizador, según los sindicatos.

El president, en cualquier caso, ha planteado a sus consellers que sean “eficaces”, desde la convicción de que es un Ejecutivo “con musculatura política”, capaz de llevar a cabo los retos de esta legislatura: «levantar el país económicamente, dar la vuelta a la recesión y la falta de empleo, mantener la cohesión social en nuestro país cueste lo que cueste y dar la voz al pueblo de Catalunya para decidir libre y pacíficamente nuestro futuro colectivo».

Un equipo, ¿para qué objetivos?

La cuestión es si con todos los mimbres que ha dispuesto Mas los objetivos, y el principal será la posibilidad de tender puentes con Madrid, se podrán cumplir. El Govern de Mas, al margen de la situación económica, que lo condiciona todo, es el sueño de una generación de políticos de Convergència, que han llegado a la madurez con la posibilidad real de materializar las quimeras de hace unos años. Francesc Homs, como titular de Presidència, y con la responsabilidad del ámbito exterior de la Generalitat –aunque no se concreta en el decreto de su nombramiento– es la pieza angular del proyecto soberanista.

La otra, siempre siguiendo una línea generacional e ideológica, es Germà Gordó, nuevo conseller de Justícia. Los dos, junto con Oriol Pujol, también David Madí, Marc Puig –director de Comunicación del Ayuntamiento de Barcelona—y Joaquim Forn –primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona– han formado parte de un núcleo de dirigentes nacionalistas que buscaban transformar Convergència en un instrumento fundamental para la independencia de Catalunya. Y lo están consiguiendo, Artur Mas mediante.

La figura de Felip Puig

Unió Democràtica siempre ha visto este camino con mucho escepticismo. Pero, con el paso de los años, la situación está donde quería el núcleo inicial de jóvenes de Convergència. Ahora, la vicepresidenta Joana Ortega; el conseller de Agricultura, Josep María Pelegrí y el de Interior, Ramon Espadaler, mantendrán el peso de Unió, a la espera de que Duran Lleida tome, en algún momento, alguna decisión si se trunca la vía de diálogo que ha prometido Mas.

Claro que para llegar a acuerdos se aconseja siempre partir de una posición sólida. Se aconseja tomar riesgos, ser visto como alguien capaz de llevar a cabo sus advertencias. ¿Es lo que busca Artur Mas, pese a su relativa debilidad, tras perder 12 diputados y verse obligado a pactar con Esquerra?

La otra gran clave de este Govern, al margen de la pieza fundamental en el campo económico que será el conseller de Economia, Andreu Mas-Colell, es Felip Puig. El titular de Empresa i Ocupació ha sido conseller casi de todo, con los gobiernos de Jordi Pujol y con Mas. Sigue controlando las bases de Convergència. Sigue siendo un de los dirigentes más respetados por la militancia convergente. Llena actos de todo tipo en todas las comarcas. Y siempre se presta a las peticiones de tal o cual agrupación convergente local.

Su perfil político es incuestionable, y, pese a ser un soberanista de primera hora, no percibe la realidad de la misma forma que Francesc Homs. Su capacidad de diálogo con el mundo empresarial, después de su etapa de cierta frustración como titular de Interior, con diferentes conflictos con los Mossos d’Esquadra, puede ser ahora de vital importancia. Los empresarios ya han avalado su nombramiento.

A la búsqueda del PSC

El diálogo que pretende Mas también se debe plasmar en el ámbito interno, en la política catalana. Y, con la clara intención de conseguir el apoyo del PSC, el president de la Generalitat buscará lograr consensos con todos los grupos. Prueba de ello será la cumbre social que pretende convocar antes de presentar los presupuestos del 2013.
La reacción del PSC y del PP, sin embargo, ha sido fría. Los dos partidos no confían en el nuevo Govern. El primer secretario del PSC, Pere Navarro, ha marcado el terreno. Los socialistas prestarán apoyo a Mas, siempre que se considere que la consulta independentista no es un objetivo prioritario. Y, por ahora, Mas no está en esa posición. Si lo está, en cambio, Unió Democràtica.

Pese a todo, Mas ya tiene Govern, con el horizonte inmediato en 2014.

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