Mas insiste ante los empresarios: sólo el soberanismo forzará un cambio en España
El President esgrime sus razones, con la idea de poder negociar si tiene la fuerza suficiente, y consigue un largo aplauso con los asistentes en pie en la Cambra de Comerç
«Somos los campeones mundiales de las terceras vías». Esa es la frase que Artur Mas repitió con fruición este miércoles en la Llotja de Mar, la sede de la Cambra de Comerç, con un pleno total en el auditorio, con la idea de que ahora se debe dar un paso más.
No había empresarios de renombre, sino los asociados a la Cambra, los medianos empresarios que se han acercado al President en los últimos dos años. También asistieron, claro, los cargos del Govern, y miembros de la administración. Todos escucharon el lamento de Mas, pero también su proyecto, el por qué se ha lanzado a una aventura incierta.
Las razones de Mas, ¿suficientes?
Mas tiene, por tanto, razones. Sus razones. Y las expone con meridiana claridad. Según el president, que figura como número cuatro en la lista independentista Junts pel Si, el Gobierno central no ha hecho ningún esfuerzo en los últimos años con Cataluña. «Se ha intentado todo, hemos sido los campeones mundiales de las terceras vías, pero no ha habido manera», aseguró.
El agravio se centra en varias cuestiones: la financiación de la administración de la Generalitat, porque, según Mas, «Cataluña aporta como la tercera y cuando recibe queda en décima posición, pero si se tiene en cuenta el precio de la vida, se queda en el puesto 14, de 17, es decir, en la cola».
Otra cuestión es la inversión pública. «De forma sistemática, el Estado no invierte lo que debería en Cataluña». Y la tercera, es que se ha limitado el autogobierno: «En los primeros 20 años funcionó, se puso en marcha un sistema de distribución del poder que ahora se ha cercenado, y la capacidad de manioba es muy menor».
Control del déficit
Con ello, Mas se refirió al control del déficit, «a la fiscalización de cada factura, una a una», sin que el Gobierno central, a su juicio, haya hecho los deberes, o los haya acometido sólo en parte, dejando a las autonomías el mayor peso. Eso ha ahogado a todas las autonomías, y, en concreto, a la Generalitat, que se ha visto obligada, como apuntó Mas, a reducir un 20% su presupuesto en los últimos cinco años, lo que supone 5000 millones de euros, teniendo en cuenta que Sanidad representa un 40% de esas cuentas, y Educación el 25% del presupuesto. Mas aseguró, irritado, que le cambiaba al Gobierno el FLA, (Fondo de Liquidez Autonómica), por el control de la Agencia Tributaria.
Ahora bien, y ese es el debate central en Cataluña, y, en concreto, en el seno del empresariado catalán, ¿todo eso justifica un proyecto de ruptura, hacia la independencia de Cataluña?
Sin control de ingresos, no hay autogobierno
Mas hizo autocrítica. Consideró que el error del catalanismo fue pensar, en la transición, que el autogobierno se podía garantizar aunque no se tuviera «el control de los ingresos», y que, a diferencia del País Vasco y Navarra, Cataluña se vio sometida al modelo del régimen común.
Mas recordó que ha intentado con Mariano Rajoy negociar «una salida de Cataluña de ese regimén común», que se articula en la Lofca, la ley orgánica de financiación autonómica, pero que el jefe del Ejecutivo se negó por completo.
Y aquí llega el desenlace. Sin decirlo, pero apuntándolo muy claramente, Mas reclamó la máxima confianza al empresariado, representado en los socios de la Cambra, que preside Miquel Valls, quien le preguntó por los presupuestos de 2016, cosa que descolocó inicialmente al President de la Generalitat, porque el debate político sólo se puede centrar, a su juicio, en el supuesto plebiscito en el que se ha convertido el 27S.
Modelo Tsipras
La idea de Mas es que necesita toda la fuerza que le otorguen los comicios «para provocar un cambio real en España». Es decir, Mas abrirá una negociación, dejando claro, eso sí, que tiene su propia hoja de ruta hacia la independencia, pero que puede escuchar, si las fuerzas políticas del conjunto de España desean llegar a acuerdos. Es el modelo Tsipras, porque el que suspiran algunos dirigentes de CDC, para poder tener tiempo y refundar el espacio ideológico del partido.
La larga explicación de Mas provocó un enorme y largo aplauso, con los asistentes en pie. Mas se explica bien cuando le dejan tiempo. Pero no clarificó si todos esos agravios, según él, tienen la fuerza suficiente como para provocar un proceso que ha roto todo el sistema político catalán.
Los empresarios «más numerosos», ¿al lado de Mas?
De nuevo, utilizando sus armas, agradeció a los empresarios agrupados en las pequeñas y medianas patronales, como Pimec o Cecot, que se manifestaran a favor del derecho a decidir –el pasado jueves– y que, además, afirmaran que respetarán los resultados del 27S, «tanto si hay más síes o más noes».
Ese acto de apoyo en La Pedrera, demostró, a su juicio, «que hay más empresarios a favor que en contra, porque los que estaban representan a muchos más, son má numerosos».
Los países pequeños, mejores
Fue un acto de campaña, claro. Pero con números, con una apuesta concreta. Mas destacó que una Cataluña independiente es viable, y que también lo es una España sin Cataluña. E insistió en que los países más punteros del mundo son aquellos, en su mayoría, de menos de 10 millones de habitantes. «Entre los top-50, dos tercios tienen una dimensión pequeña, con menos de 10 millones», aseguró, para insistir una y otra vez en la viabilidad de Cataluña.
Ahora bien, ¿todo este proceso era necesario para buscar una negociación tras el 27S y tras las elecciones generales? Mas no lo concretó asi, pero insistió en que, «fuera de la lista que represento, no hay nada que tenga la misma fuerza para provocar un cambio real en España y con España».