Mas abre el camino a la polarización de Catalunya
El president se acoge a la experiencia de Quebec y se muestra dispuesto a negociar con España después de un referéndum legal o ilegal
El proceso puede ser lento, el próximo Govern de la Generalitat, el que surja de las elecciones del 25-N, podría alargar de forma temporal el ejercicio del derecho de autodeterminación, pero en ningún caso renunciará a ello.
El president Artur Mas abrió este miércoles en el Parlament un camino que no tiene vuelta a atrás, y que comporta la polarización, por primera vez, de Catalunya.
Convencido Mas de que la manifestación independentista de la Diada marca un punto de inflexión, aunque como president podía haber agotado, con toda la legitimidad, los dos años que le quedan de legislatura, ejerció el miércoles en la cámara catalana de líder de un proceso de autodeterminación que se plasmará en un referéndum, “cuente o no” con el beneplácito del Gobierno español, es decir, sea legal o ilegal.
Polarización electoral y social
Y ese referéndum llevará, de forma inexorable, a la polarización de la sociedad catalana. De hecho, Mas emplazó a los catalanes a manifestarse ya claramente en ese sentido en las elecciones del 25-N.
Es lo que fuentes socialistas entienden como una “estafa”, porque Mas se presenta como candidato de CiU a unas elecciones sin tener que pasar cuentas por su gestión en los dos años que lleva de president.
Pero Mas ya ha tomado un camino, y lo defiende con convicción, con argumentos, a su juicio, tan sólidos que no admiten prácticamente ninguna objección.
El president insistió. Si hay una mayoría nacionalista que surja de las urnas el 25-N, la hoja de ruta será muy diáfana. Acuerdo con los partidos que quieran seguirle para convocar un referéndum, y, en función de los resultados, negociación con el gobierno español. El mismo escenario que se trazó en Quebec.
Quebec, al 50%
“Lo que vale para Quebec vale para España y para Europa”, aseguró Mas, recordando que si los independentistas quebequeses hubieran ganado el referéndum, un estado democrático como Canadá habría negociado.
Es preciso recordar, por tanto, que ocurrió en Quebec en 1995, el segundo referéndum, después del primero, que fue en 1980.
La pregunta era un tanto complicada: ¿Está usted de acuerdo con que Québec llegue a ser soberano después de haber hecho una oferta formal a Canadá para una nueva asociación económica y política en el ámbito de la aplicación del proyecto de ley sobre el futuro de Quebec y del acuerdo firmado el 12 de junio de 1995?
En el caso de Catalunya se podría sugerir que ese “después de haber hecho una oferta formal” se refiere al Estatut aprobado en 2006, pero retocado por el Tribunal Constitucional español en 2010.
¿Y que ocurrió? Que ganó el no por un margen muy estrecho: el 50,58%, frente al 49,42% que respondió afirmativamente. ¿Se podría dar esa proporción en Catalunya?
Más autogobierno que en Quebec
La paradoja es que en febrero de 1999 un asesor importante de los gobiernos del Quebec, Guy Laforest, profesor de Ciencia Política en la Universidad Laval del Quebec, aseguraba a este cronista que “Catalunya tiene ahora más posibilidades de autogobierno que Quebec”, ensalzando la Constitución española en aquel momento.
Quebec, por tanto, es el ejemplo que propone Mas, cuyo plan fue secundado, en el debate en el Parlament por Esquerra Republicana.
Resolución nacionalista
Así, los grupos de CiU y ERC votarán este jueves una resolución acordada en la que se comprometen a fijar una consulta de autodeterminación para la próxima legislatura, “de forma prioritaria”, dejando abierta, por tanto, la posibilidad de una cierta demora.
Y esa resolución la votará también ICV, evidenciando dos grandes bloques políticos. Por un lado CiU, ERC e ICV, que pueden obtener la mayoría absoluta, y por el otro el PSC, el PP, y Ciutadans.
Hollande, el escudo de Mas
Mas debatió el miércoles con todos los líderes de la oposición, comenzado por el flamante y efímero a la vez -la del miércoles sera su única intervención en el Parlament en esta legislatura- presidente del grupo parlamentario del PSC, Xavier Sabaté.
La discusión tuvo un buen nivel, pero Mas desmontó los argumentos de los socialistas con un dato que incomoda mucho a la izquierda, y es que, incluso el presidente francés, François Hollande, que se reivindicó como el hombre que iba a hacer frente a las políticas de austeridad dictadas por la canciller Angela Merkel, ha tenido que afrontar un recorte del déficit de 30.000 millones de euros.
Pero Mas tampoco se mostró dispuesto a elaborar un discurso alternativo a los dictados de Alemania, aunque Catalunya no sea un actor político de envergadura en el contexto europeo. Pese a ello, Mas no ha querido o no ha sabido construir un discurso propio sobre cómo salir de la crisis, sin caer en el ya llamado «mal alemán».
Fichte sigue vivo
El debate, por tanto, se acabó centrando en la cuestión nacional, evidenciando que para Mas y CiU, el idealismo alemán de Fichte sigue vigente y la nación, Catalunya, es la que cuenta y debe, por tanto, “tener estructuras de estado”.
La dialéctica se acrecentó con la presidenta del PP, Alícia Sánchez Camacho. Mas planteó un debate crudo, el que, seguramente, acabará protagonizando la campaña electoral, en perjuicio de la tercera vía que pretende proponer el PSC, con un federalismo sin federalistas.
“O somos una nación, y tenemos un estado, y eso se verá en estas elecciones, o una comunidad autónoma, que es lo que usted defiende”, le espetó a Sánchez Camacho, descolocada en algunos momentos del debate.
Esa dialéctica ha comenzado. Los bloques comienzan a estar claros. El referéndum del Quebec está ahí, con datos precisos.
Y en la sala de urgencias, el PSC, que reúne este viernes a su comité ejecutivo para tomar una decisión sobre quién será el candidato, si su primer secretario, un desconocido Pere Navarro, o un dirigente que se atreva, sin descartar un rescate de última hora, la candidata en la sombra para mandar algún día en el PSOE, Carme Chacón.