De Martí i Pol a Iron Maiden: un hombre de Mas redibuja el ‘procés’
Josep Martí, autor de 'Cómo ganamos el proceso y perdimos la república', aboga por volver a "caminar fuera de las trincheras"
Un llamamiento, dirigido a todo el que quiera escuchar pero especialmente a los independentistas, a rebajar la graduación emocional y a recuperar la política, entendida como «la gestión de los tiempos y las opciones», y también una vindicación del procés, entendido como un plan a largo plazo, dada la magnitud del objetivo que el independentismo se ha fijado. Eso es lo que propone Josep Martí Blanch en Cómo ganamos el proceso y perdimos la república, y también lo que aprovecha para plantear este viernes por la tarde en la presentación en Barcelona del ensayo, que edita ED Libros.
Martí habla con conocimiento de causa. Director de comunicación durante cinco años en los gobiernos de Artur Mas, el periodista lamenta la deriva de la última fase del procés, arrastrado a las posiciones más extremas de la CUP. El director de TV3, Vicent Sanchis, que presenta el acto junto a la subdirectora de eldiario.es Neus Tomàs, y que conoció a Martí en las tertulias, le define como un «liberal sensato» y «peculiar» y dialogante. También es un tipo capaz de destilar fina ironía, como cuando Tomàs remarca lo bien escrito que está el libro. «Eso es porque la inmersión no me pilló hasta sexto de básica, y ya no llegó a tiempo de estropear mi castellano».
Jim Thorpe y la prisa
Le pregunta Tomàs sobre el porqué de esa portada —mérito, concede Martí, del editor Fèlix Riera, que les acompaña en la mesa— que, lejos de recurrir a la más reconocible iconografía del procés, opta por una foto de Jim Thorpe, el primer nativo americano en ganar medallas olímpicas, y el primer atleta al que se las retiraron por haber ejercido antes de competir en los Juegos de manera profesional. «Treinta años después de su muerte, el COI admitió su error y se las devolvió», explica el autor. Y, con la tesis del autor sobre el procés, por ahí van los tiros.
«Durante dos años, hemos vivido de la prisa, la angustia, como si alguien nos persiguiera», dice Martí. Se refiere a la sucesión de cuentas atrás tras las cuales, vendían sus impulsores, la independencia de Cataluña caería como fruta madura.
Abandonados unos y otros a una dialéctica bélica, «alguien tiene que caminar fuera de las trincheras»
Martí repasa en el libro de forma cronológica su procés, el que él vivió desde una posición que le proporcionaba vistas privilegiadas. El recuento llega hasta el referendum del 1 de octubre y la renuncia a convocar elecciones de Carles Puigdemont que precipitó la aplicación del artículo 155, y después propone «un sermón de la montaña para los soberanistas y otro para los que no lo son». Porque, abandonados unos y otros a una dialéctica bélica de buenos y malos, vencedores y vencidos, en la que cada día tenemos un nuevo episodio que prolonga el bloqueo, entiende que «alguien tiene que caminar fuera de las trincheras».
Trincheras en las que también ha caído la prensa. «En Cataluña tenemos un sistema de medios más sano que en el resto del estado, pero vírgenes no somos», admite. Para Martí, a medida que el procés avanzaba y «la emotividad y la narrativa de que hay un conflicto se ponían en primer plano», todo se ha polarizado.
Se trata de que «los políticos hagan de políticos; las entidades sociales, de entidades sociales, y los periodistas, de periodistas». Y eso también va por la ANC y Ómnium, colectivos en los que la política ha externalizado parte de sus funciones sin que les comporte asumir responsabilidades, como sí tienen que hacer los cargos electos.
Más realismo y menos poesía
El de Martí es un llamamiento al realismo. En su libro y también esta tarde de viernes en La Casa del Libro frente a una nutrida representación del Pdecat. No está Artur Mas, pero sí muchos de los capitanes de la primera fase del procés.
Cuenta Tomàs que un amigo le dijo una vez del ex jefe de comunicación de Mas que le gustaba mucho como tertuliano, pero que lo veía muy pesimista. «No es pesimismo, es realismo», contestó ella. «Dile a tu amigo que soy realista, pero optimista», replica un rato después el aludido, tras advertir que «a quien piense que hay una república el libro le deprimirá» y su autor le parecerá «un botifler» (traidor).
Su propuesta pasa por renegar de «las verdades de la autoayuda. No es verdad que todo está por hacer y todo es posible. Y es mentira que la democracia siempre gana». Tras renegar del verso de Martí i Pol más mangoneado de la política catalana, Martí prefiere remitirse a Iron Maiden. Unos versos de The trooper, el tema que la banda británica dedicó a la batalla de Balaclava, o a la carga de la brigada ligera, como prefieran: «La corneta suena y empieza la carga / pero en este campo de batalla nadie gana», cantaba Bruce Dickinson. Y ahí, para Martí, es donde estamos.
Las reclamaciones más urgentes que hoy tiene el soberanismo le recuerdan a aquello de «libertad, amnistía y estatut de autonomía»
«Como dice Oriol Junqueras, hay que ampliar la base», afirma, aunque no tiene claro que sea lo que se está haciendo. Eso además de rebajar la emoción y la dinámica acción-reacción y apostar en cambio «por la inteligencia y la razón», porque la pugna por el poder «admite pocos versos y poca poesía».
Martí recuerda que las reclamaciones más urgentes que hoy tiene el soberanismo son la libertad de los líderes hoy en prisión, la retirada del 155 y la recuperación de las instituciones. Le suenan a aquello de «libertad, amnistía y estatut de autonomía», batallas de hace cuatro décadas. Si estamos ahí, dice, es que «algo podríamos haber hecho mejor».
Ahora, para los que anhelan la independencia, receta paciencia y perseverancia. Es decir, «no dejar de trabajar». Y al final, puede que dentro de treinta años, acaben por llegar las medallas, como con el bueno de Jim Thorpe, héroe americano. «Bueno, si son treinta igual aún estamos aquí», dice Tomàs. «Y si no», replica el realista irónico, «haber nacido más tarde».