Marín y la división de Cs en Andalucía salvan a Moreno de la moción de censura: “Sería un suicidio”
Juanma Moreno y Juan Marín escenifican su sintonía en público mientras Ciudadanos calcula que la moción en la comunidad no es realista
El patio del Parlamento de Andalucía ha conocido convocatorias de prensa multitudinarias pero todas ellas implicaban un anuncio o un cambio de rumbo en la política autonómica. Sin embargo, la que protagonizaron el pasado miércoles el presidente de la Junta de Andalucía, el popular Juanma Moreno, y el vicepresidente Juan Marín, de Ciudadanos, ante más de una treintena de periodistas es la escenificación de aquello tan anglosajón del “no news, good news”.
Porque al terremoto político vivido el pasado 10 de marzo, que se inició con la moción de censura en el Gobierno de Murcia y que prosiguió en la Comunidad de Madrid con un amago en Castilla y León, el foco se puso de manera inmediata en un territorio de tanto peso político como es Andalucía, gobernada desde hace sólo dos años por el Partido Popular y Ciudadanos.
Escándalos de vacunación y presiones de Vox: los detonantes de la quiebra
Si en Murcia la quiebra de la confianza de Ciudadanos en el Partido Popular –tras los escándalos en la vacunación de altos cargos y la presión de VOX por el pin parental– ha sido el detonante para que se haya planteado la moción de censura, en Andalucía es precisamente la estrecha confianza entre los líderes de ambos partidos -“es una relación de afecto, comprensión y complicidad”, ha llegado a definir Moreno durante su comparecencia-, lo que sirve de pegamento a un Gobierno calificado ayer también, según sus palabras, de “estable, sólido y robusto”.
Por lo tanto, según califican fuentes de Ciudadanos consultadas por Economía Digital, forzar una moción de censura en Andalucía sería literalmente “un suicidio político”. Estas son algunas de las razones por las que Ciudadanos en Andalucía no ha copiado la estrategia de sus compañeros en Murcia:
El papel de Cs fue clave para la formación de gobierno
La primera es el hecho diferencial del papel que jugó la formación naranja en las elecciones autonómicas de hace dos años. “Murcia y Madrid nada tienen que ver con el Gobierno de coalición en Andalucía”, sentenció Marín al inicio de su intervención ante la prensa. “Dos gobiernos idénticos pueden hacer ese ruido pero no nos vamos a hacer eco”, añadió.
En Murcia, la entrada de Ciudadanos en el Gobierno autonómico no hizo sino amarrar aún más al hegemónico PP al sillón del Ejecutivo, que lleva al frente de esta comunidad desde 1995. Circunstancia similar ocurre en la Comunidad de Madrid, con sucesivos gobiernos del PP desde el año 1996, en esta última legislatura gracias a la coalición de Gobierno con Ciudadanos.
Por el contrario, en Andalucía los diputados naranjas fueron esenciales para sumar mayoría en el bloque de la derecha y desalojar de San Telmo al imbatible PSOE. Aquí forzaron un cambio en el Ejecutivo que fue calificado, entonces, como un verdadero “milagro”, pues, recordemos, Juanma Moreno obtuvo el peor resultado para el PP en unas elecciones autonómicas pero la suma del bloque de derechas logró el cambio.
VOX no entró en el Gobierno pero sí firmó una serie de acuerdos para apoyar los presupuestos que son con los que, cada poco, presiona al Ejecutivo.
En este sentido, fuentes del entorno de Inés Arrimadas confirman que la presidenta de Ciudadanos garantizó desde primera hora que no quiere que se rompa el actual Gobierno andaluz.
La debilidad de Cs fortalece al PP
La segunda de las razones es que en Andalucía, Ciudadanos pasa por su peor momento en intención de voto. Según las encuestas que maneja el propio partido publicadas por Diario de Sevilla, en estos momentos el partido naranja lograría tan sólo 4 diputados, un auténtico desastre si se tiene en cuenta que en la actualidad ocupan 21 escaños en la cámara andaluza.
No menor es una tercera razón referida a la división orgánica que sufre la formación en Andalucía. Es público y notorio las dos almas que conviven en la formación naranja en esta comunidad, con una vertiente liderada por el vicepresidente Juan Marín, cómodo en las políticas y líneas que marca el PP y, por otro, con una facción de diputados alineados con Rocío Ruiz, consejera de Igualdad y Políticas Sociales, de la estrecha confianza de Inés Arrimadas y una de las voces más críticas por los amagos y presiones de VOX acerca de asuntos clave en su cartera como el pin parental o la violencia de género.
La lucha por el liderazgo –y por tanto, el triunfo de una forma u otra de entender la utilidad de este partido, ser bisagra o ser muleta del PP en los distintos gobiernos autonómicos y municipales en Andalucía- no se resolverá en tanto no se celebren primarias en la formación naranja que, según los estatutos, se desarrollarían seis meses antes de la convocatoria electoral.
Pese a esta división interna, en su comparecencia ante los medios, Marín garantizó su grupo parlamentario de Ciudadanos se mostró “cohesionado” en la reunión mantenida tan pronto se supo el cambio de timón que han propiciado sus compañeros de partido en la región de Murcia.
La falta de regeneración en el PSOE dificulta encontrar alternativas de gobierno
Cabe señalar la situación que actualmente tiene el PSOE en Andalucía, partido liderado por Susana Díaz sumido en estos momentos en una profunda división interna entre susanistas y sanchistas (más antisusanistas, realmente). La falta de renovación en el liderazgo de PSOE no facilita a Ciudadanos un relato coherente para sumar fuerzas con los diputados socialistas. Eso sí, salvo que el resultado en futuras elecciones autonómicas conllevara la entrada de VOX en el Gobierno.
Al respecto, se pronunció esta misma semana, la consejera de Igualdad Rocío Ruiz quien, en declaraciones a la Cadena Ser, abre la puerta a volver a pactar con el PSOE al afirmar que su partido puede gobernar con la izquierda o con la derecha, pero siempre que sea para propiciar un gobierno moderado, de centro y progresista. A diferencia de los diputados que arropan a Juan Marín, Ruiz mantiene una relación fluida con Susana Díaz.
“Una cosa es ser partido bisagra, partido útil y facilitar la renovación y la regeneración política y otra muy diferente”, comentan fuentes del sector crítico con Juan Marín a Economía Digital, es que “seamos unos suicidas y un elemento de inestabilidad política, nuestro electorado no nos lo perdonaría”.
Una suma de razones, al fin, al margen de la mera aritmética parlamentaria, que impedirían que en estos momentos el tsunami político vivido en distintos gobiernos autonómicos formados por el matrimonio PP-Cs arrase un cambio político que, en Andalucía, ha tardado casi cuatro décadas en llegar.