Los hombres de Mas impiden a Puigdemont cesar altos cargos
El president reclama la salida de Francesc Pena al frente de la ACN, pero la decisión no se ejecuta
El president Carles Puigdemont hace unos meses que ha entendido que no podrá ejercer el cargo. Toma decisiones internas, que se acatan, pero después no se ejecutan. Es una demostración de que el ex president, Artur Mas, sigue dominando los resortes del ejecutivo catalán. Son los hombres y mujeres de Mas, que no acaban de resolver las indicaciones que da el president.
Pasan los meses, y Puigdemont se ratifica en su intención inicial: ha comunicado a su estrecho círculo de confianza que no quiere ser candidato a la Generalitat, que el desgaste es demasiado intenso.
Lo tiene difícil Puigdemont. La influencia de Artur Mas sigue siendo importante. El ex president alberga la idea de volver a presentarse como candidato a la Generalitat. Prueba de ello fue su conferencia en la Cambra de Comerç del pasado lunes, ante la atenta mirada de una representación empresarial. Deja entrever que podría ser el «negociador» con el Gobierno central, tras unas elecciones en las que concentrara todos los esfuerzos, y los independentistas ganaran de forma amplia «por votos», además de hacerlo por escaños.
El círculo de Munté y Nin
Puigdemont ha comprobado en su propia piel su escasa capacidad de maniobra con la decisión de cesar a Francesc Pena como presidente de la Agència Catalana de Notícies (ACN), una entidad que interesa especialmente al presidente catalán, ya que fue uno de sus impulsores en su etapa de emprendedor-periodista.
Pena, un hombre de Francesc Homs y de Artur Mas, no es del agrado de Puigdemont, aunque fue nombrado presidente de la ACN en abril de 2016, junto con la designación del periodista Marc Colomer como director de la agencia, sustituyendo a Joan Maria Claveguera. Pena no ha puesto orden a una agencia que la Sindicatura de Cuentas ha examinado, con observaciones sobre sus cuentas y organización interna.
El problema de Puigdemont es que la ejecución de sus decisiones depende de la vicepresidenta y consejera de Presidència, Neus Munté y del secretario general de Presidencia, Joaquim Nin. Los dos, según distintas fuentes, tienen claras las indicaciones de Puigdemont, pero se acaban demorando. Pena es una pieza de Homs y Mas, y Munté y Nin también.
Pena sigue de presidente de la ACN. Y, según las mismas fuentes, ese modo de actuar se repite en otras actuaciones.
Hacia unas elecciones al Parlament
¿Por qué? Los hombres y mujeres de Mas se protegen. El Govern de Puigdemont es un ejecutivo diseñado y designado por Artur Mas, con aportaciones de Oriol Junqueras. Lo que ocurrió es que la CUP vetó la investidura de Mas, y el núcleo del entonces president convenció a Mas para que diera un paso al lado. Fue la figura de Puigdemont, que era el alcalde de Girona, quien resolvió el problema y posibilitó el Gobierno de Junts pel Sí, con un peso importante y decisivo también de Esquerra Republicana. Sin embargo, Puigdemont hace lo que puede. O lo que le dejan.
Esas trabas, ese ‘no estoy, pero influyo’ de Artur Mas, está irritando a Puigdemont, que tiene claro que no será el candidato del PDECAT en unas elecciones convencionales. Y todo apunta, aunque no se reconozca en público, que la política catalana irá evolucionando hacia unas ‘elecciones normales’, es decir, hacia unos comicios al Parlament de Cataluña cuando se compruebe que no se podrá realizar un referéndum de autodeterminación.
Puigdemont mira a Girona
Esas distintas experiencias de Puigdemont, que se añaden a la difusión de todo lo que hace Mas en los medios públicos de la Generalitat, como se comprobó con la conferencia en la Cambra de Comerç, le están llevando a una conclusión clara: si no hay cambios, y si no hay referéndum, Puigdemont se irá a su casa. En Girona.
Sólo podría cambiar la situación la negativa de la CUP a aprobar los presupuestos de 2017, con una cierta complicidad de Esquerra Republicana, que nada y guarda la ropa. En ese caso, con la convocatoria inmediata de unas elecciones al Parlament, Puigdemont podría presentarse de candidato.
Eso sí, Francesc Pena, y otros cargos situados por el núcleo de Artur Mas, siguen ahí. Están blindados.