Los desplantes de Iglesias y la Ley de Vivienda fracturan aún más la coalición con el PSOE
Sánchez sigue sin reunirse con Iglesias para solucionar los conflictos, mientras Podemos empieza a preguntarse "¿para qué sirve el Gobierno?".
Las dos almas del Gobierno afrontan sus discrepancias de manera distinta. Los socialistas ya han pasado a ese estado ‘zen’, donde tras la tormenta llega la calma y se dedican a ensalzar a su socio de Gobierno. Habían perdido de vista que la oposición son ‘los malos’ y vuelven a sus esencias para atacar públicamente al Partido Popular. Mientras que los morados siguen en ebullición. Como un volcán a punto de explotar, Pablo Iglesias no sabe cómo encauzar que los socialistas se estén saliendo con la suya, por ejemplo, en la Ley de Vivienda. El detonante esta semana que fractura aún más la coalición.
Este martes era un día clave para los socialistas y también para Unidas Podemos. Los primeros se concentraron en celebrar el aniversario del 23F con el discurso del Rey Felipe VI. Tanto la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, como en el PSOE no querían ninguna estridencia de Unidas Podemos. El vicepresidente segundo cumplió con su palabra y asistió al acto, aunque no aplaudió al monarca. Primer desplante. Iglesias no asistió a la comida de después con el monarca y las altas autoridades porque no fue invitado «por problemas de aforo», señalan desde el Congreso.
La comida fue «excelente», según cuentan dos comensales, que consistió en una ensalada de cigalas con crema de almendras y tomate confitado; carrillera de ternera al vino y crema de patata y mosaico de fruta con sorbete de mandarina. La anécdota que trascendió a los periodistas es la sorpresa que se llevaron los padres de la Constitución, Miquel Roca y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, al ver la «buena onda» entre Pedro Sánchez y Pablo Casado.
Sánchez vuelve a negociar con el PP
El desgaste del Gobierno ha supuesto la vuelta a las esencias para los socialistas. Volver a negociar con el principal partido de la oposición, el Partido Popular, la renovación de los órganos constitucionales. Sin embargo, todo eran dientes para los miembros de Unidas Podemos. El propio Sánchez dijo estar «satisfecho» con los morados cuando la comunicación Sánchez-Iglesias brilla por su ausencia.
Tal y como publicó Economía Digital, el presidente canceló la reunión, llamada de maitines, que tiene lugar todos los lunes con el núcleo duro del Gobierno, donde figuran la vicepresidenta primera, Carmen Calvo; el director de gabinete de Sánchez, Iván Redondo, y, por supuesto, Pablo Iglesias, entre otros. Es ahí donde hasta ahora se limaban las asperezas.
Más adelante los dos líderes pasaron a comer juntos un día a la semana en La Moncloa para desbloquear los conflictos candentes en ese momento. Pero desde hace un tiempo, ni una cosa ni la otra. El líder de Podemos dijo este martes tímidamente que mantiene contacto estrecho con el presidente y que, por ejemplo, con motivo del Consejo de Ministros -que se celebra todos los martes- habían hablado.
La Ley de Vivienda, el último escollo
Sin embargo y en voz baja, los morados consideran que tarde o temprano se volverá a dar un encuentro como los de antes porque la tensión ya es desmesurada. Para Podemos también fue un día importante. Pensaban que la reunión mantenida con el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, sobre la Ley de Vivienda cambiaría el panorama hacia la regulación del precio de los alquileres. Pero la postura del socialista, según las fuentes consultadas, no se ha movido un ápice.
En Podemos empiezan a pensar si es una estrategia del PSOE para ganar tiempo o si, definitivamente, lo suyo es premeditado. No entienden por qué les «traicionan» rompiendo el acuerdo del Gobierno de coalición. Iglesias acusó al PSOE de «tensar» el Gobierno «traicionando» la Ley de Vivienda. Su propuesta era un punto pactado en el acuerdo y nadie les da explicaciones, según los morados.
Sin embargo, Sánchez ha cambiado el ‘chip’ para aplicar la psicología positiva con su socio y también adversario dentro del Gobierno. «Nos unen más cuestiones de las que nos separan», señaló a los periodistas a la vez que ministros socialistas aseguran ahora que «este Gobierno tiene cuerda para rato». Se disiparon las quejas y aparecieron las muecas.
«¿Para qué sirve el Gobierno?»
Todo lo contrario sucede en Podemos. Con gesto serio, el diputado de En Comú Podem, Gerardo Pisarello, se preguntó en el Congreso, «¿para qué sirve el Gobierno?». Ahora se dan cuenta de que forman parte de él, no se les escucha y no pueden hacerse a sí mismos oposición, aunque continúen tensando la cuerda. Entre los morados comienza a haber nervios. Miran a Cataluña y buscan ser pieza importante del nuevo Govern, sea como sea.
Por eso, este martes propusieron un cuatripartito con los antisistema de la CUP, el PSC y ERC en plena oleada de violencia por las protestas contra el encarcelamiento de Pablo Hasel. El veto a la CUP les ha durado horas. La preocupación es ser prescindibles en Cataluña y también en el Gobierno.
El resultado tan estrecho entre ERC y Junts ha dado poco margen de maniobra y, de conformarse un Govern independentista (ERC, Junts y CUP) lo tendrían más difícil para no ser prescindibles. La deriva catalana y los casos de corrupción suben la marea hasta dejar a los morados con el agua al cuello. Existe preocupación en la formación. No lo niegan.
Más si cabe cuando los gurús de Moncloa ya sopesaron adelantar las elecciones para dar un ‘golpe de efecto’ o, en este caso, ante una falta de apoyos (de ERC ante Junts) y la tensión en la coalición se vuelva insoportable. Ni marcar perfil propio, ni reforzar los territorios, sólo salvar los muebles en Cataluña y ser ninguneados en un proyecto donde el verdadero poder lo tiene el socio de Gobierno. «¿Para qué sirve el Gobierno?», se pregunta ahora Podemos con la vista puesta en el próximo paso de los socialistas.