Los críticos de Sánchez afilan ya sus armas ante el comité federal
El bando liderado por Susana Díaz duda si acudir a la reunión de este sábado, ante el riesgo de legitimar a la actual dirección, pero en caso contrario podría judicializar definitivamente la crisis
La última hora de la crisis total establecida en el PSOE tiene que ver fundamentalmente con la legalidad y la legitimidad de lo que queda de la Comisión Ejecutiva presidida por Pedro Sánchez. Quienes no reconocen esa legalidad, dudan si acudir o no al Comité Federal convocado el sábado. Ir a la reunión sería aceptar la legitimidad para convocarlo. No asistir podría judicializar la crisis, hacerla interminable y llevarla a los tribunales de justicia. Todavía no hay acuerdo.
Susana Díaz, la presidenta de la Junta de Andalucía y secretaria general del partido andaluz, ha hecho un llamamiento a la calma, pidiendo que el congreso que dé voz a los militantes se celebre una vez que España tenga gobierno. Ha afirmado su voluntad de colaborar a coser los rotos que se han producido en el partido en esta crisis insólita.
La dimisión momentánea de González
El referente más próximo es el congreso donde el PSOE abandonó la definición marxista de sus estatutos. Felipe González dimitió como secretario general por no estar de acuerdo con la posición mayoritaria. Entonces el Congreso eligió una comisión gestora presidida por José Federico de Carvajal para trasladar el debate a las agrupaciones socialistas y organizar el siguiente congreso donde volvió a ser elegido secretario general Felipe González Márquez.
Hay algunos paralelismos con aquella situación y la actual y muchas más diferencias. Cuando un secretario general pierde el apoyo del partido en la tradición del PSOE —y perder más de la mitad de los miembros de su ejecutiva es perder el apoyo del equipo que él mismo eligió– debe dimitir y una gestora independiente debiera organizar y convocar un congreso, según los estatutos actuales del partido, con sus correspondientes elecciones primarias a la secretaría general.
El Comité de Garantías
La situación actual, a primera vista, parece irresoluble, con un choque frontal en la interpretación de las leyes que rigen el partido, sus estatutos y con una disputa de legitimidades que solo debería resolver el Comité de Ética y Garantías. Algo tan razonable y evidente parece imposible.
La presidenta de este comité, Isabel Celáa, considerada próxima a Sánchez, se niega por el momento a convocar el organismo que preside, compuesto por cinco miembros, tres de los cuales serían contrarios al todavía secretario general. Los tres miembros que cuentan con mayoría, según las fuentes consultadas, estarían preparando un dictamen sobre la situación que seguramente no será reconocido por los que están en minoría.
A partir de ahí, lo que queda de la Comisión Ejecutiva, que se ha reunido esta mañana y a la que, además de los 17 miembros que dimitieron ayer, han faltado otros dos, sigue atrincherada en Ferraz.
La tensión en Ferraz
La tensión es de tal calibre que los servicios de seguridad de la sede socialista han impedido sucesivamente el acceso a la sede al ya exmiembro de la ejecutiva, Antonio Pradas, siquiera para recoger sus efectos personales del despacho que tenía en Ferraz, a la presidenta del Comité Federal y a los propios miembros de la comisión de garantías que no son de la cuerda de Sánchez.
Unos episodios que recuerdan al candado que puso la Comisión Ejecutiva cuando cesó sin garantías al que era secretario general de la Federación Socialista Madrileña, Tomás Gómez.
Ahora mismo el partido está literalmente roto en dos, sin puentes de diálogo entre las partes, sumido en una lucha de legitimidades que pone en riesgo la celebración del Comité Federal convocado para este sábado.
La velocidad de los acontecimientos y la falta de precedentes de esta situación hacen difícil realizar una radiografía de la situación que podría cambiar en cualquier momento.
Pero hay algunas reflexiones que es interesante precisar. La secuencia de acontecimientos desde la noche del domingo puede tener claves imprescindibles para evaluar la situación.
El papel de las comisiones
La noche de las elecciones vascas y gallegas se saldó con la comparecencia de César Luena, que se limitó a declarar que los resultados obtenidos en Galicia y Euskadi –los peores en la historia de la democracia– no habían sido buenos. Anunció una Comisión Ejecutiva para el día siguiente.
Pero no se reunió la Comisión Ejecutiva, sino una parte de ella, que se llama Comisión Permanente, formada por un grupo reducido de la ejecutiva a la que pertenecen los más cercanos y de mayor confianza del secretario general. Un matiz importante, porque según los estatutos quien está legitimada por trasladar a un Comité Federal la propuesta para convocar un congreso del partido es la Comisión Ejecutiva y no la Comisión Permanente.
Los pasos de Sánchez
Ese mismo día, lunes, Pedro Sánchez compareció ante los medios de comunicación, eludió valorar el resultado electoral del día anterior y anunció su propuesta para llevar al Comité Federal de este próximo sábado la celebración de unas elecciones primarias express y un congreso en mitad del proceso de resolución institucional para formar un gobierno y, en su caso, en plena campaña electoral.
No hubo autocrítica electoral y el anunció fue interpretado por los disidentes de Sánchez como una declaración de hostilidades al considerar que era una irresponsabilidad convocar primarias y congreso en ese momento. Un tiempo en el que la prioridad debiera centrarse en los esfuerzos para conseguir una investidura de una alternativa propia o ajena y, en su caso, en la preparación de la campaña electoral.
Lo demás está muy reciente. La dimisión de diecisiete miembros de la Comisión Ejecutiva, más de la mitad, situaba a Sánchez en situación de máxima debilidad, obligándole en lógica democrática a aceptar la disolución del organismo y trasladar la gestión del partido al Comité Federal, que es el máximo organismo de Gobierno del PSOE entre congresos. Como se sabe, ésta no ha sido la reacción de Pedro Sánchez.
La división es total y es difícil encontrar un resquicio para una negociación que desbloquee la situación. Y nadie descarta que este asunto pueda llevarse a los tribunales.
El papel de Luena
Mientras tanto las cosas se caldean cada día más. Desde los mecanismos que controla César Luena en las redes sociales se están haciendo llamamientos para que los militantes adeptos a Sánchez acudan el sábado a la sede de Ferraz para presionar a los disidentes, en un gesto de dudosa responsabilidad, para ser piadoso. Se trataría de un Comité Federal celebrado con hoolingans en la puerta. Algo de suma gravedad.
El secretario de organización, que no tiene precisamente prestigio de ser un hombre tolerante, está siendo la imagen pública de Pedro Sánchez, lo que sin duda no le favorece, compareciendo ante la prensa, que en ocasiones se ha quedado perpleja con algunas de sus afirmaciones.
Interrogantes para el sábado
Hay que permanecer de guardia como si se tratase de una crisis nuclear con resultado incierto. La primera interrogante es si los convocados asistirán todos a la cita de la Comisión Ejecutiva. Si se llega a producir, el orden del día será determinante y promete tensión en su discusión.
¿Se votará la propuesta de Sánchez sobre la celebración del congreso en los términos propuestos? Si pierde el secretario general, ya ha anunciado que no dimitirá, hecho insólito si tal desautorización se produjera. Y el paso siguiente podría ser una moción de censura que decapitaría definitivamente al que hasta ahora era secretario general del PSOE.