Los centros comerciales catalanes prevén una recuperación lenta: «El sector está muy tocado»
El Govern relaja las restricciones en los centros comerciales a partir del lunes, pero el sector pide medidas "un poco más racionales"
Los centros comerciales de Cataluña volverán a abrir el próximo lunes 1 de marzo después de que la Generalitat impusiera su cierre desde el 7 de enero y tras acumular casi 160 días hábiles sin haber podido abrir desde que inició la pandemia. De momento, solo podrán abrir de lunes a viernes, y los fines de semana solo podrán hacerlo los establecimientos considerados esenciales, que sí han estado operativos en los últimos dos meses.
Desde la Asociación Española de Centros y Parques Comerciales (AECC) han valorado de forma «positiva» el relajamiento de las medidas, pero señalan que esta solución «no es perfecta y todavía hay restricciones duras, que afectan mucho por ejemplo a la restauración en los centros comerciales». Como la mayoría de restricciones no cambiarán, los límites sobre la restauración, incluso en centros comerciales, seguirán igual.
En declaraciones a Economía Digital, el portavoz de AECC en Cataluña, Víctor García, ha destacado que este «es un primer paso» para la recuperación, pero ha avisado que en esta comunidad autónoma el sector tiene «un punto de partida peor» que en otras regiones «porque la situación de las empresas es muy complicada» debido a la acumulación de días sin poder abrir. Desde mediados de marzo, han estado cerrados más del 50% del tiempo.
«La situación a nivel de cierres aún no es dramática. La preocupación es el punto de partida, y existe porque el sector está muy tocado«, ha explicado García, aunque matizando que ahora que se podrá abrir «la preocupación es menor». «Si conseguimos mantener la estabilidad y que las medidas vayan a mejor, podríamos empezar a despreocuparnos por esos 15.000 puestos de trabajo que están en riesgo«.
No obstante, la relajación de las restricciones no resuelve todo el problema. «No anula automáticamente esa preocupación porque más allá de que el lunes abran todos el problema es el punto en el que se encuentran muchos comercios. Desde luego, cuanto más tardásemos en abrir más riesgo habría de que esas empresas acabasen cerrando. La situación no es dramática hoy, sino que nos preocupa más a nivel futuro».
El sector demanda medidas «un poco más racionales»
La AECC no puede decir que la Generalitat le ignora. La interlocución ha sido muy fluida durante los últimos meses con los departamentos de Empresa y Salud, según García. Lo que pasa es que «las reuniones no siempre acaban fructificando en las decisiones que consideramos más adecuadas. Estamos atendidos en la interlocución pero desatendidos en cuanto a las propuestas. Intentamos poner soluciones sobre la mesa pero la Generalitat tiene otras prioridades a veces».
La asociación no aboga por una apertura total de los centros comerciales en Cataluña y transmite comprensión ante la necesidad de seguir tomando medidas contra la Covid-19. Pero señala «varios puntos de disconformidad» con la gestión por parte del Govern. «El primero y más grave es la discriminación del formato de los centros comerciales dentro del sector comercio«, dice el portavoz, refiriéndose a que otras tiendas en otros espacios sí que han podido abrir.
«Se asegura ir a comprar a cualquier tienda de calle y no a un centro comercial, incluso centros comerciales al aire libre, que es lo mismo que una tienda de calle», critica la AECC, que cree que las medidas deben ser «para todos» igual. Tampoco se explican que las tiendas de más de 400 metros cuadrados puedan abrir pero solo habilitando esa superficie máxima, pese a que también hay una limitación del 30% del aforo con la que se supone que se controla la distancia interpersonal.
En general, el sector pide medidas «un poco más racionales», no tan «drásticas» como las que ha estilado la Generalitat. Que solo puedan abrir de lunes a viernes (al menos la próxima semana, cuando se estudiarán y anunciarán nuevas restricciones) tampoco tiene explicación para la AECC, pues a su parecer el riesgo es el mismo un martes que un domingo. «Que el sábado sea perjudicial y un martes no tampoco acaba de cuadrarnos del todo«, señala García.
Los dirigentes catalanes «entienden que las grandes superficies implican grandes aglomeraciones y por lo tanto suponen un riesgo», percibe la asociación. Pero los empresarios, aseguran, están dispuestos a respetar los porcentajes de aforo que se deban tener y a tomar todas las medidas pertinentes, porque todo ello es «menos lesivo que cerrar el centro comercial«. «Tienen una visión y nosotros intentamos convencerles», dice el portavoz sobre la interlocución con el Govern.
El impacto de la Covid-19 en los centros comerciales
Cataluña y Castilla y León son, según la AECC, las comunidades con las restricciones más duras en centros comerciales en lo que va de pandemia. En ambos casos, los establecimientos han permanecido cerrados mucho más tiempo del que los empresarios creen oportuno.
En Cataluña este sábado se cumplen 159 días hábiles no consecutivos de cierre desde el estado de alarma, más del 50% de los días que pudieron haber abierto en este periodo. En 2020 estuvieron cerrados el 42% del tiempo hábil, solo por debajo del 44% de Castilla y León. La media en España el año pasado fue del 27%. Los centros catalanes han tenido pérdidas acumuladas del 60% de la facturación anual, según la asociación.
La AECC asegura que el de Cataluña ha sido «un caso único en toda Europa» pues los centros comerciales han estado cerrados dos meses más que las grandes superficies y tres más que el resto del comercio. «El impacto económico es enorme para todo el sector y pone en riesgo más de 15.000 puestos de trabajo», reza una nota de prensa enviada a principios de esta semana, que añade que el 85% de los comercios en los centros son tiendas y franquicias pequeñas.
Unos días antes de que la Generalitat relajara las medidas en los centros comerciales, Eduardo Ceballos, presidente de la AECC, manifestaba: «Estamos en un momento crítico para evitar una catástrofe ya que el daño económico y patrimonial que se está causando al sector podría llevarnos a una destrucción del tejido comercial de Cataluña, que tardaría años en recuperarse y al cierre de muchos establecimientos, con la consiguiente pérdida de empleo».