Las protestas convocadas por la CUP enturbian la negociación para formar el Govern
El conseller del Interior, Miquel Samper, se niega a aceptar las condiciones de la CUP tras una jornada marcada por los ataques violentos contra los Mossos
Barcelona ha sido escenario por novena vez en menos de dos semanas de los disturbios violentos que han desencadenado las protestas para exigir la puesta en libertad del rapero Pablo Hasél, que se han saldado con duras imágenes de enfrentamientos entre grupos radicales y los agentes de la policía. El resultado ha sido de 14 detenidos y seis mossos heridos.
La diferencia en esta ocasión es que el llamamiento de las protestas no estaba únicamente alentado por las plataformas que piden la salida de prisión del cantante. Los grupos independentistas CDR y la CUP también fueron dos de las entidades que hicieron un llamamiento a la ciudadanía para que acudiera en masa a las calles. Se petición fue secundada por más de 4.000 personas en la tarde del sábado.
A las peticiones para reformar los delitos relacionados con la libertad de expresión, se suman otras reclamaciones de la izquierda independentista como la regulación de los precios del alquiler, la derogación de la ley mordaza, los cambios en los protocolos de actuación de los Mossos e incluso la liberación de los políticos presos por el juicio del ‘procés’.
La movilización de la ciudadanía y el dramático resultado de las marchas que concluyeron con ataques sobre los agentes desplegados e incluso la quema de una furgoneta de la Guardia Urbana ha tensado todavía más la cuerda en las negociaciones para formar un nuevo gobierno en Cataluña. La CUP juega un papel fundamental gracias a sus nueve escaños.
Esquerra Republicana se desmarca y condena la violencia
El resultado más claro se ha visto en el reproche de Esquerra Republicana que busca el apoyo de la CUP para auparse hasta la presidencia en Cataluña. Pere Aragonès ha salido rápidamente a condenar la violencia después de una noche marcada por la quema de cajeros bancarios, el lanzamiento de piedras o el saqueo de establecimientos, de nuevo.
“Siempre al lado del ejercicio de los derechos y las libertades de manera pacífica, jamás de los actos vandálicos de violencia”, ha expresado en su cuenta oficial de Twitter, en la que ha lamentado los saqueos y los ataques a los funcionarios públicos.
La portavoz de la CUP, Dolors Sabater, que todavía no se ha pronunciado en sus redes sobre los incidentes, está obligada a entenderse con los republicanos si quiere mantener sus aspiraciones de entrar en el gobierno o de controlar alguno de los puestos clave como el la Presidencia del Parlament.
El conseller de Interior se niega a disolver la unidad de antidisturbios
Las manifestaciones se suceden después de una semana en la que la CUP ha marcado sus condiciones para dar su apoyo a un hipotético gobierno. Los cambios en los protocolos de actuación de los Mossos d’Esquadra se han colado entre sus tres líneas rojas, después de que una manifestante perdiera un ojo por el impacto de una bala de foam.
Sin embargo, la jornada de disturbios de la última noche ha provocado un notable enfado en el conseller del Interior, Miquel Sàmper, que pertenece a la bancada de Junts per Catalunya: la otra pata para revalidar un gobierno de corte independentista. «Pedir que no haya orden público es hacerle un flaco favor a la ciudadanía», ha insistido en su balance de los altercados.
El máximo responsable de los Mossos se ha negado tajantemente a disolver la unidad de antidisturbios del cuerpo autonómico como propone la CUP y ha vuelto a dar un espaldarazo a los agentes tras la novena noche de disturbios en Barcelona. «El momento es de dificultad extrema y requiere de paz, tranquilidad y dejar que la policía haga su trabajo», ha subrayado.