Las cifras desmontan el discurso del Gobierno en los ERE de Caixabank y BBVA
Calviño presume del cambio de actitud de estos bancos, pero las negociaciones son similares al que han tenido otras entidades años atrás
Nadia Calviño cree que los mensajes del Gobierno “han sido escuchados” y después de varias semanas de presión, los líderes de las entidades financieras “han mostrado un cambio de actitud y se han mostrado más abiertos a negociar con los sindicatos” los distintos ERE que hay actualmente en marcha.
Así lo expresaba la vicepresidenta segunda del Gobierno este martes durante la sesión de control, repitiendo un discurso que ya había adelantado 24 horas antes en un encuentro en Galicia.
En este, aseguraba que BBVA está dando los pasos dados para minimizar el impacto del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) mientras que el martes, al ser preguntada exactamente por el ajuste de empleo de Caixabank, señalaba que utilizarán todos los instrumentos que tienen a su alcance para seguir trabajando en esta dirección.
Pero lo cierto es que el recorrido que han tenido las negociaciones de BBVA y Caixabank con los sindicatos 20 después de anunciar sus respectivos despidos colectivos, no dista mucho de lo que ha pasado en años anteriores con otras negociaciones similares. Es decir, que aun no se ha visto reflejado “el efecto Calviño”.
Es cierto que el banco que preside Carlos Torres ha rebajado en un 9% el número de afectados por el ERE al asegurar que 350 de los casi 3.800 que propuso inicialmente se reubicarán dentro del grupo. También, que Caixabank ha seguido estos pasos y se ha comprometido a recolar a 500 de los 8.300 despidos planteados.
Pero que la cifra final en la que se cierre el ERE sea menor que la inicial, forma parte del proceso normal de negociaciones. Y que las condiciones económicas mejoren, también. Como ha ocurrido en todos los procesos de reestructuración de la banca.
Por ejemplo, el Banco Santander anunció un ERE para toda Europa el 27 de octubre del año pasado, durante la junta de accionistas. Su primera reunión con los sindicatos en España fue el 3 de noviembre; el día 13 anunciaba su intención de reducir en un 13% la plantilla (es decir, de dar salida a 4.000 trabajadores y reubicar a 1.090 empleados); y el 1 de diciembre ya había reducido la cifra de salidas a los 3.800, un 5%, al proponer la reubicación de 200.
Finalmente, el 15 de diciembre cerraba el ERE con 3.572 empleados que dejarían el banco de forma voluntaria o a través de prejubilaciones y con otros 1.500 empleados que serían recolocados en empresas del grupo.
El banco que preside Ana Botín terminó por reducir el número de afectados inicialmente en un 10%. En el anterior proceso de reestructuración, el de 2019 (tras comprar el Banco Popular) la entidad también redujo el número de bajas desde las 3.713 previstas inicialmente hasta 3.464, lo que supone 249 empleados afectados menos. Para terminar cerrándolo en 3.233, un 13% menos.
Caixabank también negoció un ERE en 2019. El banco, presidido entonces por Jordi Gual anunció el 17 de enero de ese año una reducción de plantilla del 7,3%, o lo que es lo mismo, la salida de 2.157 personas. El 8 de mayo llegaba a un acuerdo y cerraban la negociación en 2.023 salidas voluntarias. Esto es un 6,2% menos de lo previsto cuatro meses antes.
En las negociaciones del ERE de este 2021, tras la fusión con Bankia, el banco ahora presidido por José Ignacio Goirigolzarri sigue los mismos pasos pues la cifra inicial de despidos era de 8.291 y tres semanas después, ya ha reducido la cifra en un 6% al ofrecer 500 reubicaciones. Una cifra muy similar a la de hace dos años aun con la presión del Gobierno.
El último ajuste del Banco Sabadell es atípico. La entidad que preside Josep Oliu anunció a principios de noviembre un plan de salidas que afectaría a unos 1.800 empleados, el 11% de la plantilla y solo un mes después ya estaba ratificado que esas personas saldrían voluntariamente de la entidad en el primer trimestre de 2021, como han hecho.
Las negociaciones fueron muy breves, pues incluso hubo un mini parón cuando el banco anunció que negociaba con BBVA una posible fusión. En su caso la cifra fue inamovible y lo único que mejoraron fueron las condiciones tanto de prejubilaciones como de bajas incentivadas en España.
Pero tomando en referencia su anterior ERE, el de 2012, cuando se quedó con la CAM, los despidos planteados inicialmente (1.750) acabaron en 1.250, un 28% menos.
BBVA negocia actualmente el primer ERE de su historia y por tanto no es comparable a otros procesos anteriores. El actual afecta al 12,6% de la plantilla en España, esto son 3.798 trabajadores. Unas semanas después anunciarse, la cifra ya se había rebajado en un 9%, pues 350 personas serán recolocadas dentro del grupo.
Calviño relaja su discurso
A pesar de presumir de estar ayudando a facilitar el diálogo entre la banca y los representantes de los trabajadores en los ERE de BBVA y Caixabank, la ministra de Economía ha relajado su discurso respecto a semanas anteriores.
Pues fue la propia Calviño la que alertó de que los altos sueldos y los bonus pagados a directivos de entidades financieras son “inaceptables” porque se trata de remuneraciones “que no se corresponden con la situación económica del país y aún menos en entidades que anuncian fuertes recortes de personal y cierres de oficinas”.
También la vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz, alertó de que el Gobierno de España “no comparte en absoluto estos procedimientos” refiriéndose a los ajustes de empleo que está haciendo la banca.
Pero ahora, Calviño insiste en que los procesos de reestructuración del sector financiero vienen como consecuencia de un cambio estructural que no recoge solo el impacto de la pandemia también el proceso de digitalización, la persistencia de los bajos tipos de interés y la creciente competencia de los nuevos entrantes en estos mercados.
Sus palabras están ahora muy alineadas con las que en los últimos días han pronunciado el consejero delegado de Caixabank, Gonzalo Gortázar y el de BBVA, Onur Genc para tratar de explicar los motivos que les han llevado a tomar la decisión de despedir a más de 11.000 empleados.