Las artimañas de Sánchez para frenar a Susana Díaz y evitar su dimisión
La estrategia del líder del PSOE obliga a la presidenta andaluza a reaccionar de inmediato y dejar Andalucía, a no ser que el comité federal le obligue a dejar el cargo con una apuesta pública a favor de la investidura a Rajoy
Más tarde, con un gobierno en la Moncloa constituido. Ahora no. Pedro Sánchez trata de frenar los planes de Susana Díaz para poder controlar el PSOE, con artimañas orgánicas, al convocar unas primarias para elegir al secretario general del partido para el 23 de octubre, y un congreso para la primera semana de diciembre para alargar su situación agónica.
La presidenta andaluza tendrá serias dudas sobre si le conviene realizar ese salto ahora, que estará relacionado directamente con la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, o con la candidatura, en unas terceras elecciones, por encima de quien se ha negado a votar a Rajoy. Lo que quería, antes que nada, es que hubiera gobierno, y lanzarse, después, para lograr la secretaría general.
La red «orgánica» de Sánchez
Sánchez se lanza al vacío, aunque con más red de la que esperaban todos sus críticos. Sus planes pasan por el comité federal del PSOE de este sábado, 1 de octubre. Un día antes, Susana Díaz ha convocado a toda su ejecutiva en Andalucía para analizar todos los pasos que podría dar. Y, según distintas fuentes socialistas, al margen de si están o no a favor de las tesis de Sánchez, es muy complicado que ese comité pueda parar los planes de Sánchez. «Se puede forzar una votación para apoyar o no a Rajoy en la investidura, pero ¿quién la propondrá, con qué argumentos?», asegura una fuente socialista.
En caso de que esa votación, efectivamente, se produjera, lanzada por Fernández Vara, el presidente extremeño, con problemas ahora para gobernar tras la retirada del apoyo de Podemos, o por García-Page, también tocado por la relación con Podemos en Castilla-La Mancha, y que Sánchez quedara en minoría, no se anularían los planes para las primarias y el congreso que ha propuesto. Al margen de si todo esto es o no comprensible por los electores socialistas, o por el conjunto de españoles, se trata de una «victoria orgánica en toda regla» sobre los críticos de Sánchez, según las mismas fuentes, aunque sea sólo momentánea o en clave interna.
Dimisión, en la noche electoral…en diciembre
¿Qué implica toda esa lucha interna? Que Sánchez podría ser, de nuevo, el ganador interno en una apelación directa a los militantes socialistas. Y que, como no habrá tiempo material para preparar una hipotética abstención en la investidura de Rajoy, el paso de Sánchez implica que habrá terceras elecciones generales en diciembre, y que el candidato será de nuevo él.
Sólo con una derrota electoral sin paliativos, dura, Sánchez dimitirá en la noche de esas elecciones, según se apunta. Pero no antes. No, a no ser que los barores territoriales encuentren alguna otra fórmula.
No, no, a Rajoy
Sánchez ha aprovechado todos los resortes de los que dispone como secretario general del PSOE, convencido de que los socialistas no pueden avalar un nuevo gobierno de Mariano Rajoy. El reproche de la cúpula del PSOE a Rajoy es que hay otras fuerzas políticas, y que no debe ser el PSOE el responsable de que no haya gobierno en España. Al margen, por tanto, de la imposibilidad de constituir una alternativa a Rajoy, de la que es consciente la dirección socialista, aunque incida en ello como posibilidad sobre el papel –debería dar un paso serio Podemos y los partidos independentistas (aparcando claramente su petición de referéndum en Cataluña)– lo que no desea el equipo de Sánchez es permitir que siga gobernando Rajoy. Y de ahí no se quiere mover.
A un secretario general se le puede echar si en un comité federal ordinario se somete a votación un informe de gestión y lo pierde. Pero no es el caso. No hay ningún informe de gestión a la vista. Y el comité federal extraordinario del sábado, –recuerdan las mismas fuentes– es para decidir sobre la investidura de Rajoy y para avalar o no la propuesta de primarias y del congreso para diciembre. Susana Díaz explora otras posibilidades, pero, por ahora, no las encuentra.
Trampa de alto voltaje
La trampa de Sánchez a Susana Díaz es evidente. La presidenta andaluza deberá decidir si se presenta a las primarias y al congreso, y si lo gana deberá plantearse si se presenta como candidata a las elecciones –probables– del 18 de diciembre. Y eso sería incompatible –legalmente– con su continuidad al frente de la Junta de Andalucía. Díaz puede, sin embargo, lanzar a un candidato afín, y distintas fuentes aseguran que podría ser Eduardo Madina, que es diputado en el Congreso, y que, curiosamente, ella misma se cargó en las primarias del PSOE, al apostar por Pedro Sánchez.
¿Habrá otros candidatos? El temor ante lo que decidan las bases socialistas es enorme entre todos los dirigentes. Y nadie quiere ahora decir públicamente que el PSOE debería abstenerse en la investidura de Rajoy. Lo que está por ver, y Sánchez ha lanzado ese plátano, es si se escuchará en el comité federal.
Herido, acorralado, presionado, Sánchez deja al PSOE en una disyuntiva letal. Con razón o sin ella, pensando sólo en el partido, o en los votantes, ha aprovechado todos los resortes orgánicos. Sigue en pie. Por ahora.