La trama de corrupción en Sabadell complica la ‘sociovergència’

Daniel Fernández, el secretario de organización del PSC, dimite del cargo tras ser imputado en la Operación Mercurio

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La presunta trama de corrupción urbanística desarticulada este martes en Sabadell, con 26 imputados y 12 detenciones, ha dejado al PSC en una situación de extrema debilidad.

Uno de los imputados es el propio alcalde de Sabadell, Manuel Bustos, que seguirá en el cargo institucional, pero se ha visto obligado a dejar el cargo orgánico en el partido, como secretario de política municipal en la ejecutiva del PSC, siguiendo el código ético y de transparencia de los socialistas catalanes.

La investigación, liderada por la Fiscalía Anticorrupción, se centra en el pago de comisiones por parte de constructores a cargos locales para obtener la adjudicación de obras públicas.

Bustos y Fernández

Pero al margen de Manuel Bustos, que forma parte de la dirección del PSC, tomada en estos momentos por el movimiento municipalista, la investigación ha afectado al propio secretario de organización de los socialistas catalanes, Daniel Fernández, coordinador de campaña en las elecciones autonómicas y número dos del PSC.

Fernández ha dimitido de su cargo orgánico, aunque mantendrá su acta de diputado en el Parlament, después de ir en la lista por Barcelona, que encabezaba el candidato a la Generalitat, Pere Navarro.

Fernández, diputado en el Congreso hasta ahora, ha sido imputado por una supuesta llamada que hizo a la alcaldesa de Montcada i Reixac, María Elena Pérez, –también imputada– sobre un asunto supuestamente relacionado con el caso sometido a la investigación.

El caso, al margen de como evolucione, puede ser determinante para enrarecer e imposibilitar la negociación con la dirección de CiU que podría posibilitar un acuerdo de gobernabilidad.

La ‘sociovergència’ que el mundo económico pide con determinación, y que una parte sustancial de Convergència, y, principalmente de Unió, está reclamando, puede hacerse imposible.

La prioridad ‘interna’ del PSC

Dirigentes socialistas aseguran que la prioridad del PSC, desde la noche electoral, “es recuperar el espacio político, dar tiempo a Pere Navarro, y ejercer una oposición constructiva”.

El mismo primer secretario del PSC ha dado la espalda a Artur Mas, al entender que “no se dan las condiciones para un acuerdo”. Navarro, sin embargo, no se ha negado a establecer un diálogo con CiU. Pero, tras conocerse la investigación en Sabadell, los acuerdos parecen ya imposibles.

Disensiones en CiU

La cuestión es que en el seno de CiU comienza a haber disensiones. Aunque la reacción todavía es muy tibia, porque el batacazo del resultado electoral ha sido tan grande, que ningún dirigente consultado sabe muy bien qué debe o qué puede hacer Artur Mas en las próximas semanas.

Pero el PSC aparece como referencia para poder alcanzar un acuerdo de gobernabilidad. Los dirigentes de Unió Democràtica son los que apuestan con más claridad por ello, pero Artur Mas no ha hecho ningún gesto significativo en esa dirección.

Con el caso de la trama de corrupción en Sabadell, en todo caso, la ‘sociovergència’, aparece ahora como una quimera.

Sin gestos de Mas

Las razones de los socialistas son claras. “No se ha visto ningún cambio por parte de Mas, y los puentes están rotos”, asegura un miembro destacado del PSC.

Los problemas internos de los socialistas, pensando en términos de partido, son tan grandes que no podrían asumir una tarea de gestión con unos compañeros de viaje que, en los dos años de mandato de Mas, han reprochado sin miramientos la tarea del gobierno tripartito anterior, que presidió el socialista José Montilla. Y que ahora siguen manteniendo el gran objetivo de convocar una consulta soberanista.

Sólo la opción de ERC

La dinámica política catalana podría derivar, sin remisión, hacia un gobierno de Mas apoyado por ERC o en coalición con los republicanos. Una opción que causa temor en los círculos económicos y en Unió Democràtica.

Es la consecuencia del adelanto electoral que decidió el president Mas, y que ha comportado para CiU una pérdida de 12 diputados, complicando mucho la propia gobernabilidad de la Generalitat.

Si las negociaciones con Esquerra no fructificaran, o la oposición interna en CiU que se pudiera generar fuera significativa, a Mas no le quedaría otra salida que una nueva convocatoria electoral.

Un camino a la griega.

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