La teatralización del conflicto catalán, con la ciudadanía de fondo
Rajoy quiere ganar tiempo, y Mas también necesita demostrar que puede gobernar
La carta. La respuesta. El President Artur Mas envió en junio al jefe del Ejecutivo español, Mariano Rajoy, una carta en la que le comunicaba que quería convocar una consulta soberanista para 2014. Acompañaba la misiva con un informe jurídico elaborado por el Consell per la Transició Nacional en el que se establecen hasta cinco vías posibles para realizar la consulta. Rajoy, en su respuesta de este sábado, le dice a Mas que, “sin perjuicio” de estudiar ese informe, el President debería respetar el actual marco jurídico y mostrar “lealtad institucional”. Pero le ofrece diálogo sin “fecha de caducidad”.
Con esa respuesta, y, tras una Diada en la que el movimiento independentista ha demostrado un poder de convocatoria y de organización muy notable, el tablero político acaba de iniciar la partida, con muchas incógnitas, y, con lo que es más importante, con una ciudadanía catalana muy confusa, entre esperanzada y acongojada porque no vislumbra una salida.
Veamos cada uno de los factores en juego, teniendo en cuenta que un actor principal es Oriol Junqueras, el presidente de ERC. Su figura es transversal en este texto. Aparece en diversos momentos, sin que sea nececesario nombrarlo de nuevo.
Agitadores y líderes de opinión
Las redes sociales han sido el gran instrumento de los soberanistas. Son muy activos. No se puede generalizar, pero los que están más cercanos a las tesis independentistas que defiende ERC, piden actuar, reclaman una línea recta hacia la independencia, dejando claro que lo que llegue del Gobierno español ya no les afecta. Son infuyentes, y tienen una clara presencia en los medios de comunicación públicos de la Generalitat. En ese sector aparece con gran fuerza Carme Forcadell, presidenta de la Assemblea Nacional de Catalunya, organizadora de la Via Catalana. Lo que piden es convocar, sin dilaciones, el referéndum en 2014.
Responsables políticos soberanistas al margen de las siglas
El secretario general de Convergència, Josep Rull, está jugando un papel importante, porque ha trasladado el siguiente mensaje: si CiU pierde fuelle en beneficio de ERC, pero lo que ocurre es que avanza el proceso independentista, no pasa nada. Mejor, incluso. Rull es partidario de llegar a una declaración unilateral de independencia, como pide Esquerra. Rull no está solo, pero CDC, ni menos CiU, no son lo que defiende Rull.
El tiempo, aliado o enemigo
La vida y los proyectos se miden a través del tiempo. Y juega en este caso un papel crucial. Lo situamos, justo, en el centro de este análisis. La batalla se está librando sobre el tiempo, sobre la necesidad o no de convocar una consulta en 2014, al margen de lo que diga el Gobierno central. El President Mas ha sido muy claro. Quiere una consulta en 2014, pero quiere una consulta pactada y acordada con el Gobierno central. Y no va a ser así. Esquerra Republicana, la ANC, algunos intelectuales cercanos a Esquerra, y todo tipo de analistas autoanimados por la agitación, quieren ese calendario.
La idea central es que no se puede mantener a la ciudadanía, “el poble de Catalunya”, durante tres años más con el nivel de agitación actual, comprobando que no se alcanza ninguno de los objetivos. Porque saben que un porcentaje importante, difícil de evaluar, pero próximo, según algunos expertos, al 20% de los independentistas, lo son por una cuestión pragmática, y pueden dejarlo correr si ven que sus vidas avanzan y la situación económica es algo mejor.
Artur Mas y CiU
Son los principales protagonistas. Mas es un dirigente conservador, liberal –que no ejerce como tal debido a las actuales circunstancias económicas—que llegó a la conclusión que Madrid se merecía un gran susto, un susto monumental para cambiar la relación de Catalunya con el resto de España. Pero ahora se encuentra atrapado. Quiere cumplir su compromiso, y ofrecer una consulta a la ciudadanía catalana, pero quiere hacerlo bien. Y ve en el horizonte una nube enorme. Busca ganar algo de tiempo. Y acabar –lo intentará—la legislatura hasta 2016.
Necesita que se evidencie que puede gobernar y mejorar la situación económica, porque sabe, que, por ahora, depende financieramente de Madrid. En ese momento convocará elecciones, y, con los resultados en la mano –ya se verá—podría forzar una declaración unilateral de independencia. Pero eso queda lejos.
CiU, sigue, a grandes trazos, esa línea marcada por Mas. Hay dos dirigentes que aprueban y promueven esa idea de hacerlo bien: Carles Campuzano, diputado en el Congreso, y el conseller Santi Vila. Aunque algunos, como Rull, Jordi Turull, portavoz en el Parlament, o los más jóvenes, tienen prisa. Unió, liderada por Josep Antoni Duran Lleida, no es uniforme, pero su actual cúpula quiere llegar hasta 2016.
El PSC de Pere Navarro
No hay nadie más interesado en ganar tiempo, y tratar de lograr complicidades sobre una hipotética reforma de la Constitución que Pere Navarro, el primer secretario del PSC. A Navarro le podría llegar su oportunidad, tras la imposibilidad, en 2014, de convocar la consulta.
Podría ser el socio de CiU si Esquerra abandona el barco. Los críticos, como la mayoría de los ex consellers catalanistas, ya están en otra cosa. Pero nunca han dejado de tener buen olfato para el poder.
Imponderables desde Madrid
Mas quiere fijar la pregunta y la fecha de la consulta antes de que acabe 2013. Y, bajo una ley catalana de consultas, que se tramita en el Parlament, se vería capaz de tratar de convocar el referéndum. Pero el Gobierno español podría impugnar el propio intento.
Incluso todo podría acelerarse si el Tribunal Constitucional acaba fallando en contra de la declaración soberanista que aprobó el Parlament tras las elecciones del 25N y a la que no se sumó el PSC. Eso puede ocurrir y daría más fuerza al colectivo independentista. Otro factor es que se anticipen las elecciones generales, previstas para finales de 2015.
Sueños eróticos soberanistas
La idea de que la independencia está cercana, de que sólo hace falta un último empuje, anida en algunos colectivos. Y, en medios cercanos a Esquerra, se ha situado una posibilidad: aprovechar las elecciones municipales de 2015 para declarar la independencia, con un posible programa común de todos los partidos nacionalistas. Como en 1931, con la II República. Es una idea, una posibilidad.
Rajoy
Este bosquejo no podría olvidarse de Rajoy. Al margen de su propia personalidad, ¿qué podría hacer un presidente del Gobierno español que recibe la petición de Mas? Hacer cumplir la ley. También podría negociar, y lo intentará, pero necesita más tiempo. Hasta ahora ha tratado de evitar las constantes amenazas de rescate de España, que todavía siguen en el horizonte.
Es consciente, porque así lo indican sus asesores y dirigentes del PP, que las instituciones españolas precisan de algunas reformas profundas. Pero, por ahora, entiende que es preferible que llegue la calma.
Los catalanes
Abuelos, padres, niños, de todos los pueblos. Llamadas telefónicas a las emisoras de radio. Lágrimas, emociones por los familiares muertos que no pudieron ver la grandeza de la Via Catalana. Son imágenes de la Diada, de personas de buena fe que creen que la independencia, ahora sí, puede ser una buena cosa para su futuro. Se lo han dicho sus dirigentes, en los pueblos y en las comarcas. Y no conciben que no puedan votar en 2014.
¿Qué pasa con ellos? ¿Quién se responsabilizará de que se llegue a un conflicto irresoluble?
Rajoy y Mas ganan tiempo. El President, un hombre recto, está atrapado. Todos le interpretan, todos le presionan en distinto sentido. Pero él sabe que asumió el reto.
Queda justo un año para esa posible consulta