La rebelión en Convergencia impide el cambio de nombre

Las disputas internas impiden votar el cambio de nombre del partido en medio de una histórica debacle electoral

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

Convergencia se siente vieja desgastada, como un envase de yougurt de los años setenta, desgastado y poco atractivo. Pero las guerras internas de los militantes han impedido la creación de la nueva marca.  

Artur Mas, el lider que forzó al partido a posicionarse como una agrupación independentista, ha pedido al partido que vote entre dos propuestas Més Catalunya o Catalans Convergents.  

Pero los integrantes del partido que casi obtuvo la mayoría absoluta y que hoy ha quedado reducido al cuarto partido en Catalunya en las pasadas elecciones generales, han dicho basta. No quisieron votar. Se negaron a reducir el partido a un mero producto que necesita nuevo envase y colores.
 

50 intervenciones

La militancia abucheó los nombres propuestos por Artur Mas. Hubo pitos gritos. El malestar ya es evidente. No se disimuló ni el día de la refundación, la gran jornada en la que Artur Mas quería poner nuevos colores, eslóganes y música para el nuevo partido. Pero las bases consideran que el debate debe tener otra altura. El profundo problema de Convergencia –explican– no va de empaques ni de nombres.  

Varios representantes del partido como la alcaldesa de Sant Cugat, Mercè Conesa y el líder de Llibergència, Marc Guerrero, fueron los primeros en cargar contra los cambios de nombres. Fueron más de 50 acaloradas intervenciones que cuestionaron el rumbo del partido y reclamaron mayor participación.  

El bautizo que no fue  

Como si se tratara de un producto de consumo masivo, Mas se dirigió a la militancia para pedir un relanzamiento.  Mas pidió a sus compañeros construir una nueva marca «más seductora, más robusta, pero flexible».  

La jornada no empezó con buen pie. El 30% del partido está en contra del cambio de nombre y otro 35% optó por conservar la palabra Convergencia.  

«Queremos una marca que nos permita ocupar un espacio central, que represente a la mayoría, que sea integradora y que sea reconocida internacionalmente», explicó el responsable de comunicación del partido Jordi Cuminal.

Mientras el partido decide su nuevo rumbo y dirección, también deberá decidir su próximo gran debate: el nuevo nombre, siglas y colores.

Economía Digital

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp