La oenegé Música por la Paz paga en negro (y esta es su justificación)
El fundador de la oenegé destapa las prácticas del sector, reconoce que paga en negro y que sólo el 40% de la recaudación se destina a la obra social
Hacer el bien no es una empresa fácil en España. La oenegé Música por la Paz ha tenido que recurrir a todo tipo de prácticas (algunas de ellas ilegales) para garantizar a más de 300 niños pobres de toda España la operación de 16 centros donde meriendan, hacen los deberes y juegan.
Su fundador, Manuel Armada, dedicado a la venta de jabones y que ha expandido esta obra social desde hace cinco años, atraviesa una dura situación. Este jueves 1 de marzo es probable que tenga que cerrar tres de sus 16 centros en España. Los ingresos ya no alcanzan para mantener a 26 profesores y dar la merienda a más de 200 niños necesitados de toda España.
Para pagar los gastos de Música por la Paz, Armada ha lanzado a la calle a un pequeño ejército de jóvenes vendedores de billetes de rifa que, por un euro, garantizan un pasaje cada mes a cualquier parte del mundo.
Los jóvenes suelen captar donantes en bares y restaurantes. Sólo piden un euro y cada día suelen captar unos 50 euros por grupo. Los comerciales no tienen contrato laboral, ni nómina, ni cotizan a la Seguridad Social ni tienen descuentos por IRPF. Todo su pago es en negro. Se llevan una comisión en efectivo por la venta.
Armada no oculta los problemas que este sistema ocasiona y asegura querer hacer las cosas de manera “completamente legal”, pero los números no dan para todo. “Nos gustaría poder contratar a los chicos que captan fondos para nosotros, pero no podemos. Hemos tenido denuncias y tres inspecciones laborales. Ahora, les exigimos firmar un contrato en el que se asegura que no hay una relación laboral, sino una colaboración”, explica el fundador de la oenegé.
Los jóvenes que captan a los donantes se quedan con el 40% del dinero. Además, sus supervisores se quedan con otro 10% y la organización sin ánimo de lucro calcula un 10% adicional en costes administrativos. En total, Música por la Paz sólo destina el 40% recaudado a los niños, un porcentaje aún menor en otras oenegés.
Sin contrato laboral
Sergi, de 23 años, consiguió el puesto como “colaborador” de la oenegé en el portal de empleo Infojobs. Explica que nunca tuvo contrato, pero tampoco cobraba mal. Era el coordinador del grupo y al final del día ingresaba el dinero en una cuenta bancaria. “Me sentía desprotegido porque si me pasaba algo en el puesto de trabajo, no tenía ningún tipo de cobertura”, explica el joven.
La organización asegura recaudar entre 30.000 y 40.000 euros al mes, pero, al no tener ayudas públicas, no puede mantener la infraestructura. “Estamos pensando cada día en cambiar nuestra fórmula de financiación. No nos gusta estar en la calle pidiendo. Nos gustaría tener todo completamente legal sin que nadie nos diga que estamos haciendo mal esto o aquello. Pero no hemos dado con la fórmula. Para las grandes oenegés, es muy fácil. Pueden tener déficit con la captación pero tienen presupuestos millonarios. Las oenegés pequeñas lo tenemos mucho más difícil”, explica Armada.
La organización comenzó con profesores que tampoco estaban dados de alta en la Seguridad Social. Fueron inscritos después de varios meses de funcionamiento. Tras tres inspecciones laborales, sólo han sido obligados a contratar a un trabajador que ya no trabaja para la oenegé, que lamenta no haber cumplido a rajatabla con la legalidad. Están convencidos de que el dinero negro y las comisiones en B son por una buena causa.