La mentira de la nueva mayoría social en España
Los acuerdos presupuestarios con ERC y PNV demuestran que no existe una coalición de partidos progresistas en España sino solo fuerzas nacionalistas devorando nuevas cesiones competenciales de un Estado menguante
Las negociaciones presupuestarias de la última semana entre el Gobierno de Pedro Sánchez y sus socios de investidura permiten una primera conclusión: la nueva mayoría social de izquierdas que dice florecer en España y que justifica que el presidente pacte desde 2017 con nacionalistas e independentistas para desarrollar una política verde, progresista y diversa, es una mentira.
Alguien podría imaginar que la ‘heterodoxa’ coalición de fuerzas ‘progresistas’ (Con PNV y ERC a la cabeza) que, junto a Pedro Sánchez, mantiene a raya a la ultraderecha, según dicen, y des(en)terró a Franco, le habrían exigido, para tramitar los Presupuestos, por ejemplo, garantizar una posición netamente social en la delicada reforma laboral; o nuevas medidas para evitar la pobreza energética, o un compromiso en el despliegue de la renta universal.
Pero no. Al final, las importantes reivindicaciones de los partidos nacionalistas, para evitar la presentación de enmiendas a la totalidad en las cuentas, han sido las de siempre: el traspaso a sus gobiernos regionales de la gestión de los recursos del Estado del Bienestar (pensiones, ingreso mínimo, competencias en infraestructuras), o una ‘mordida’ en las nuevas leyes para la promoción de las lenguas cooficiales.
No deja de ser sorprendente que en medio de una grave crisis social las exigencias de los socios sigan siendo tan neta y obscenamente nacionalistas. ERC ha enmudecido durante el choque en el seno del Gobierno para fijar las futuras normas del mercado de trabajo en España. La única exigencia del partido de Gabriel Rufián ha sido una cuota presupuestaria para fomentar el catalán en la futura Ley Audiovisual española. Y algo de unas becas, para disimular.
El PNV, por su parte, ha exigido el traspaso de la gestión del Ingreso Mínimo Vital. Es decir, no ha pedido que se desarrolle plenamente un programa que alcanza a menos de la mitad de las familias para el que estaba pensado, sino simplemente que se le traspase la gestión. Hay que subrayar también que el PNV ha sido uno de los principales defensores de suavizar el hachazo en los beneficios de las eléctricas, amenazando incluso con hacer caer el Gobierno. Y también ha pedido el AVE. Otro clásico.
Otro de los socios de la coalición para la investidura ‘más progresista de la historia’ era Bildu que, en 2020, hizo un maravilloso ejercicio de autoblanqueamiento y solo exigió a Pedro Sánchez para apoyar sus presupuestos la derogación de la reforma laboral. Un ejercicio que ha sorprendido a algunos durante aproximadamente un año, porque ahora Bildu ha optado por recuperar su esencia y vuelve a pedir la liberación de los presos etarras para apoyar las cuentas.
En definitiva, el Gobierno más progresista de la historia y los partidos de la nueva mayoría social en España han estado básicamente negociando el reparto de los recursos públicos para abultar sus periferias culturales y económicas. En los próximos días veremos a sus portavoces defender en los Presupuestos medidas de carácter social que mejoren la vida de la ciudanía española pero, estadísticamente, podemos aventurar que nos contarán otra mentira.