La investidura frena (por ahora) la lucha por el poder en el PSOE
El socialismo demora la realización de su congreso hasta que se solucione la investidura de gobierno. Pero luego llegará el choque entre Sánchez y los barones territoriales por el control del partido
Los socialistas se han impuesto un silencio en todos sus estamentos respecto a la negociación por la investidura. Los pocos mensajes que se han emitido han confirmado la negativa a apoyar a Mariano Rajoy, y a lo sumo, han movido ficha proponiendo una comisión parlamentaria que investigue la financiación del Partido Popular.
Pero el bloqueo en la formación de gobierno también mantiene estancada la organización del 39 congreso del PSOE, en el que Pedro Sánchez debería confirmar su liderazgo, o lo perdería a manos de los barones territoriales.
Pero la investidura se sigue retrasando, el socialismo tuvo peores resultados en junio que en diciembre (bajó de 90 a 85 diputados electos), y la división entre Sánchez y los dirigentes de diversas federaciones se ha profundizado. Y la lucha por el poder está contenida, pero las costuras están a punto de saltar.
«Va a haber un choque de dos modelos de planteamiento del partido», vaticina un cargo de una de las federaciones críticas a la agencia EFE, que considera que tiene que haber un cambio de liderazgo que corrija el rumbo del partido.
Pero en la acera de enfrente, un dirigente provincial afín a Sánchez admite que «hay un sector decidido a plantar batalla», que «son aquellos que nada tienen que perder». No obstante, advierte: «Quienes tienen que perder, tienen dudas, porque abrir una guerra a nivel federal también es abrirla en cada federación, por lo que no les va a salir gratis y les generará una oposición interna».
Díaz, en el centro de las miradas
La dirigente de Andalucía, Susana Díaz, atrae las miradas de quienes buscan un nuevo liderazgo en las filas socialistas. Respaldada por conducir la federación más importante en número de afiliados, tampoco pudo evitar la debacle socialista al quedar el PSOE andaluz relegado al segundo lugar el 26J, pero los 1.324.742 votos que ha conseguido no deja de ser un número importante.
Díaz se encargó, cada vez que se reunía el Comité Federal, de hacer valer su postura y marcar el terreno a Sánchez, sobre todo con los coqueteos del secretario general con Podemos cuando se barajaba una posible alianza para formar gobierno. Pero la negativa a pactar con quienes apoyaban un referéndum en Cataluña fue la línea roja que Díaz y otros barones delimitaron a Sánchez, y el posible pacto quedó en el arcón de los recuerdos.
Díaz ya había sido propuesta para tomar las riendas socialistas por el presidente extremeño Guillermo Fernández Vara o el dirigente castellano Emiliano García-Page. Pero la andaluza no se apresura, espera que se resuelva el nudo gordiano de la investidura, y según los pasos que dé Sánchez, decidirá qué ficha moverá.
El pulso entre las bases y los barones
La consolidación o la caída de Sánchez tiene relación con quién maneja los resortes del poder socialista: si las bases o los barones territoriales. Sánchez se apoya en la militancia para reforzar su plaza, como cuando en enero convocó a una consulta a los afiliados sobre el pacto con Podemos, para sortear la presión de los dirigentes de las federaciones.
«El apoyo de las bases es lo más importante que tiene Sánchez. Cuando se encuentra en una situación de amenaza, siempre recurre a ellas», analiza a EFE un diputado socialista.
Los seguidores de Sánchez se mantienen en que el dirigente no se debería mover de la negativa a Rajoy, porque apostar por la abstención debilitaría su liderazgo. Aunque el PP regrese al gobierno, que el PSOE siga en la oposición le revalidaría sus títulos ante la militancia, que le apoyarían para seguir al frente del partido.
La única forma segura que tendría Sánchez de continuar sin obstáculos sería que el socialismo acceda a la Moncloa de la mano de Podemos, un escenario por ahora imposible por la inferioridad numérica y porque se necesitaría el voto de los partidos nacionalistas, que no les apoyarán si no permiten un referéndum en Cataluña.