La CUP juega con Puigdemont para dejar en la estacada a Junqueras
El dirigente cupaire Quim Arrufat mantiene contactos con el 'president' y culpa a Esquerra de falta de flexibilidad para acordar los presupuestos de 2017
El ‘telefóno rojo’. Ese papel lo ejerce el dirigente de la CUP, Quim Arrufat, con sus visitas al Palau de la Generalitat. Y es que la CUP juega con el presidente Carles Puigdemont para dejar en la estacada al vicepresidente y consejero de Economía, Oriol Junqueras. Es un pulso que se juega a diferentes bandas, entre la CUP y Esquerra Republicana para evitar salir escaldados de la negociación sobre los presupuestos de la Generalitat para 2017.
La recta final para aprobar los presupuestos se complica. La CUP puso ayer, negro sobre blanco, sus peticiones para aprobar las cuentas de 2017. Se trata de un documento de 17 páginas en el que se pide un salario mínimo de 1.200 euros, aumentar los tramos del IRPF para ingresos superiores a 60.000 euros, divididos en tres tamos, y crear 10 fondos estructurales.
Quien debe abordar esas peticiones es el consejero de Economía Oriol Junqueras, que mantiene que los presupuestos no aguantan muchas más variaciones. Aunque la gran polémica se centra en un aumento impositivo, que el PDECat se niega a aceptar, se ha producido una extraña pinza entre los ex convergentes y la CUP, en perjuicio de Esquerrra Republicana.
Con Puigdemont, y contra Junqueras
Uno de los dirigentes de la CUP, que encabeza el secretariado del partido, Quim Arrufat, se deja ver por el Palau de la Generalitat para contactar periódicamente con el president Puigdemont, según varias fuentes nacionalistas. A él se le conoce como «el telefóno rojo», el contacto presidencial con la parte «formal» de la CUP. La formación anticapitalista considera que es Esquerra, es decir, Oriol Junqueras, la que se cierra en banda, y corre a los brazos de Puigdemont, ante el regocijo del PDECat. La cuestión de fondo es establecer quién aparecerá como el responsable de que no haya presupuestos, y, por tanto, sea el causante de la convocatoria inmediata de elecciones.
Se trata de un juego perverso que manifiesta las complicadas relaciones en el campo soberanista. Junqueras es consciente de que todas las encuestas le dan como claro favorito para ser el próximo presidente de la Generalitat. Hasta ahora la situación dependía por completo de Esquerra Republicana. Si mostraba receptividad, pero al mismo tiempo ofrecía una imagen de seriedad, dejando claro que era la CUP la que se mostraba inflexible, el adelanto electoral iría en beneficio de los republicanos, y dejaría al PDECat en una situación de extrema debilidad, sin candidato, después de que Puigdemont haya anunciado que no quiere ser candidato.
Junqueras, contra las cuerdas
Pero es la CUP ahora la que trata de poner contra las cuerdas a Esquerra, con el ánimo de los ex convergentes. Se podría decir que el PDECat jalea a los chicos de la CUP para cargar con ‘el muerto’ de la falta de presupuestos a Junqueras. Fuentes del Govern vinculadas al PDECat sostienen, incluso, que en ese caso quien debería dimitir es Junqueras, por no haber podido sacar adelante las cuentas de la Generalitat.
En el seno de la propia CUP hay divisiones. Mientras que dirigentes como la diputada Anna Gabriel se sienten más cercanos a Esquerra, los cuadros y militantes que provienen de Endavant-Osan, –la línea dura de la CUP– otros, como Arrufat, buscan líneas de colaboración con los ex convergentes. Esa línea se plasmó, gráficamente, en aquel abrazo entre el diputado David Fernández, y el ex presidente Artur Mas.
Con lo que está en juego es cómo se puede seguir con el proceso soberanista de forma oficial, aunque todos se preparen para unas elecciones autonómicas, con el correspondiente reparto del poder, mientras Artur Mas amaga con presentarse como candidato, a no ser que Junqueras acepte otra vez una candidatura conjunta de todo el soberanismo, como apuntó este lunes en una entrevista en Rac1.