La clase de Aznar a Casado vuelve a poner en pie al PP
El expresidente aconseja a Casado "poner la casa en orden, tener un pensamiento estratégico claro y saber dónde están tus intereses" para gobernar bien
Sevilla pasó a un segundo plano este jueves ante la expectación en el Partido Popular por escuchar al expresidente José María Aznar. De sus conferencias siempre se sale con tres libros leídos y una reflexión acumulada. Sea para bien o para mal, pero Aznar todavía levanta a los suyos para recibirle y despedirle con sonrisas y aplausos.
La Convención Nacional del PP atraviesa su cuarto día de conferencias. Sin duda, la del expresidente acaparó todos los asientos frente a Carlos Payá, opositor al régimen castrista y en pugna con la charla del Premio Nobel, Mario Vargas Llosa.
‘La fortaleza de las instituciones’ fue el título escogido por Génova para proyectar las recetas de futuro del centro-reformista. Término acuñado por el «puño y letra» del expresidente en los estatutos del partido, tal y como recordó durante su conferencia.
El papel de Pablo Casado fue introducir al invitado, recordar su «magnífica» gestión a lo largo de las dos legislaturas que estuvo al frente del Gobierno de España y preguntarle por las posibles recetas que aplicaría en las diversas crisis que sufre nuestro país y el mundo actualmente: crisis económica, institucional, territorial, internacional y social.
Aznar contestó a todo. Como si de una clase maestro-alumno se tratase, el expresidente no dudó en recriminar al Gobierno actual «la deuda extrema que empobrece a la sociedad» dejando claro que «el actual sistema de pensiones no es sostenible».
Reforma fiscal, de las pensiones y laboral
Una de las claves económicas que más pánico da al expresidente es no explicar bien a la gente que las medidas de relajación de Bruselas no son para siempre. «Esto de que no haya reglas se va a acabar. Toda la deuda que emitimos la compra el Banco Central Europeo (BCE) pero, ¿qué pasará cuando se deje de comprar?».
El primer consejo para Casado en la agenda reformista del PP es tener una «clara voluntad de cambiar las cosas, tener ambición» y dejar claro que España va a tener que hacer un enorme esfuerzo para superar esta crisis. Urge una reforma fiscal, de las pensiones, una reforma laboral (con claro guiño a la de la exministra Báñez). Es decir, desandar el ‘Sanchismo’.
Aznar no duda de que Casado llegará a La Moncloa, pero tendrá que decir la verdad, tratar a los españoles como adultos y aplicar, en determinadas áreas, medidas impopulares si quiere sacar el país a flote. «Un país que tiene un 120% de deuda acumulada es impensable», señaló.
Devolver la credibilidad a las instituciones
El expresidente lo tiene claro: «Un juez que abandona la carrera y se dedica la política no puede volver a ser juez. Un fiscal que abandona la carrera y se dedica a la política no puede volver a ser fiscal y las reglas básicas de las instituciones hay que respetarlas».
De los asuntos tratados por el actual Gobierno, el que más ha sonrojado a Aznar ha sido el de la ‘fuga y tocata’ de Carles Puigdemont. «Que la Abogacía del Estado sea utilizada en Europa en contra del Tribunal Supremo para impedir la extradición de un prófugo que se prometió que volvería a España es un escándalo extraordinario y una auténtica vergüenza», comentó provocando un fuerte aplauso de los suyos.
La receta para el expresidente es bien sencilla, «yo la apliqué y ahora te toca a ti», le dijo a Casado. «Hay que reestablecer el orden, ordenar la casa y aplicar la Constitución. Este es un país desordenado», continuó para agregar: «Nosotros somos reformistas, queremos mejorar las cosas y no es posible en una democracia parlamentaria el nivel actual de las instituciones del Congreso y del Senado».
España, «una nación plural»
Llegados a la crisis territorial, el auditorio estaba lleno hasta la bandera y solo faltaba el presidente andaluz, Juanma Moreno, que llegó más tarde al no poderse escapar porque había pleno. Un líder, el andaluz, muy valorado por Aznar y que provocó también la interrupción de Casado para agradecer su trabajo.
Para Aznar España es una nación plural y «sobre ese eje nos tenemos que mover». «Ni es un estado plurinacional, multinivel, ni con perdón, ni la madre que los parió«, soltó de repente y el auditorio se vino arriba.
Sobre la cuestión lingüística también fue contundente advirtiendo con su ya tradicional «mire usted» que «se puede enseñar en esa lengua (catalán, vasco, etc) pero no me obligue a renunciar a educar y aprender en esa lengua común que es el castellano».
Mientras Casado ensalzó el «acierto» del Plan Ibarretxe aplicado por el expresidente, Aznar dio con la clave señalando que «no fue solamente la legalidad del Plan Ibarretxe, sino que se constituyó una alternativa y detrás de esos movimientos constitucionalistas estaba el Gobierno de España. Ahora en el País Vasco esos movimientos no existen porque el Gobierno de España ha dejado de estar».
Que España cuente en el mundo
Respecto al panorama internacional, Aznar y todo el PP aseguran que «ya no somos nadie en el mundo» y «hemos pasado de mantener 20 reuniones con el presidente de Estados Unidos a tener 20 segundos en un pasillo».
La fórmula del expresidente no deja de ser una de las frases más repetidas por Trump con mejor concepto (Let’s make America great again). Para Aznar «tienes que analizar tu presencia en el mundo conforme al poder político, económico, militar y cultural». El mayor poder que tenemos los españoles y donde podríamos destacar es en el ámbito cultural, según su opinión, «por eso el nacionalismo ha puesto empeño en destruir la cultura española», señaló.
Según el expresidente, España ha caído en desgracia internacionalmente «no solo por los errores de apoyar lo que no debes, sino también ayudar a quien no debes y mezclarse con los que no debes».
Parafraseando a Lincoln, una nación enfrentada consigo misma es muy difícil que sobreviva. Y Casado tiene la tarea, según Aznar, de plantearse «dónde quieres estar y qué quieres hacer. Poner la casa en orden, tener un pensamiento estratégico claro, saber dónde están tus intereses. Esto también se llama también ejercer el liderazgo«.
Pero, sin duda, lo más atractivo para la prensa (carne de zapping) fue su alineamiento al discurso de Díaz Ayuso sobre las palabras del Papa a México asegurando que él «no va a engrosar las filas de los que piden perdón». Sostiene que «el indigenismo es el nuevo comunismo». «Usted cómo se llama Manuel López Obrador… ¿Por los aztecas, por los mayas o por los incas?».
Respecto a la batalla cultural, Aznar también quiso ‘mojarse’ y sacar a De Gaulle a pasear para hacer ver a su partido que «no hay victoria sin claridad moral» y que «las batallas que no se dan son las que se pierden».
«La batalla cultural es el respeto de tus ideas. La expresión de que el PP es un partido de centro-reformista y no hay motivo para avergonzarse en defender los valores. No hay nada peor que un político marioneta al servicio de la tiranía cultural en las redes sociales«.
En resumen: Aznar sigue en plena forma y dispuesto a asesorar a Casado en los temas especialmente relevantes y estratégicos, en especial, de cara al exterior. Como ya hicieron Sarkozy y el resto de mandatarios con renombre que han pisado la Convención Nacional, Aznar insiste que Casado llegará a La Moncloa. Pero también le hacen ver que su mandato será duro y tendrá que aplicar políticas que no gusten o que quizás no se encuentran entre sus problemas electorales sino todo lo contrario.
«En esta época en la que se pide perdón por todo, yo no voy a engrosar las filas de los que piden perdón. No lo voy a hacer, lo diga quien lo diga, por defender la importancia histórica de la nación española, la historia de España con sus claros y oscuros, aciertos y errores. Estoy dispuesto a sentirme orgulloso, pero no voy a pedir perdón», recalcó.