Junts pel Sí se distancia aún más de su socio de investidura
La Cup aboga por forzar un choque frontal con el Tribunal Constitucional mientras Puigdemont procura evitar el enfrentamiento
Ni la CUP retirará la moción para ratificar la declaración de desconexión aprobada por el parlamento catalán el 9 de noviembre pasado, declarada nula por el Tribunal Constitucional, ni Junts pel Sí les ha pedido formalmente que lo hagan aunque sopesan que no se admita a tramite. No obstante, los dos grupos están dispuestos a dialogar para evitar que descarrile el proceso dos meses y medio después de la formación del nuevo gobierno presidido por Carles Puigdemont.
La mesa del Parlamento catalán decidirá el próximo martes si acepta o rechaza que la moción de la CUP se debata en el próximo pleno del 6 y 7 de abril. La dirección de JxS, con mayoría en la mesa, no ha anunciado cual será su decisión.
Mutismo en las filas de Junts pel Sí
Junts pel Sí se ha impuesto un mutismo absoluto hasta el próximo martes. Desde los gabinetes de prensa de Convergència y de Esquerra se insiste en que, hasta que se reúna la mesa del Parlamento, ningún dirigente hará declaraciones públicas, aunque el presidente del grupo, el convergente Jordi Turull, se saltó la consigna de silencio. En declaraciones a Efe, Turull censuró el «exceso de gesticulación» de la CUP por pedir en estos momentos gestos de desobediencia que, a su entender, solo facilitarían la actuación de la Fiscalía para abortar el proceso independentista.
La CUP no solo pide que se ratifique la declaración de ruptura del 9 de noviembre pasado, sino también que se desatiendan los requerimientos judiciales. En concreto, plantean que los Mossos d’Esquadra no actúen como policía judicial en las pesquisas que pida la Audiencia Nacional para procesar los ayuntamientos y cargos públicos que han dado apoyo a la declaración de ruptura del 9 de noviembre de 2015.
La CUP intenta precipitar el choque con el Estado
En declaraciones a Economía Digital, Joan Garriga, uno de los diputados de la CUP que firma la moción, indica que el enfrentamiento con las instituciones del Estado es inevitable y que en algún momento tiene que llegar una situación de «desencuentro, desobediencia o como se le quiera llamar». Garriga subraya que el papel de la CUP es el de «acelerar el proceso».
El diputado anticapitalista precisa que están dispuestos a negociar la moción con Junts pel Sí cuando quieran, antes o durante el pleno, para introducir cambios y enmiendas, pero que en ningún caso la retirarán.
Los anticapitalistas niegan que actúen con deslealtad
Garriga niega que haya «un problema de desconfianza o de deslealtad» entre las dos formaciones independentistas, sino distintas maneras de «entender» el acuerdo por el que facilitaron la investidura de Carles Puigdemont a cambio de la retirada de Artur Mas.
Cuando se aprobó la declaración de desconexión el 9 de noviembre pasado, Artur Mas todavía era presidente en funciones, y ahora la CUP no solo pretende que se ratifique con Puigdemont al frente de la Generalitat, sino que se «acelere» el proceso, aunque ello precipite el choque de trenes con el Estado.
En conflicto permanente
Junts pel Sí y la CUP viven en conflicto permanente. Cuando Artur Mas dio un paso al lado, los convergentes exigieron como contrapartida que se produjeran dimisiones en el grupo de la CUP, pero no consiguieron la cabeza de Ana Gabriel, que era la pieza que deseaban. Tampoco han logrado que dos diputados anticapitalistas se integraran a la dinámica de JxS. Tan solo mantienen reuniones semanales, en las que se constatan sus discrepancias y, cuando lo consideran oportuno, votan en sentido contrario en el parlamento.
Carles Puigdemont y su vicepresidente económico, Oriol Junqueras, tampoco han conseguido, de momento, que la CUP ceda con los presupuestos de 2016. En este sentido, Joan Garriga prefiere no avanzar acontecimientos: los anticapitalistas han anunciado sus intenciones, pero esperan que Junts pel Sí presente su propuesta. «Todavía no la han puesto sobre la mesa, cuando lo hagan, hablaremos», indica Joan Garriga.
Fuentes de Convergència aseguran que pese a los desencuentros con la CUP, están obligados a tirar adelante. No tienen otros socios.