Jose Antonio López, microbiólogo: «Es lamentable que la política pase por encima de decisiones científicas»
"Estamos viendo espectáculos políticos lamentables cuando lo fácil seria apoyarse en las agencias reguladoras", asegura el microbiólogo, José Antonio López, en una entrevista con ED
Seis casos de trombosis de más de siete millones de inoculados con la inyección de Johnson & Johnson han paralizado la vacunación mundial con este antídoto anticovid. La farmacéutica estadounidense parece que sigue los pasos de su compañera Astrazeneca, de la que se han reportado 222 coágulos -hasta el pasado 4 de marzo- de entre 35 millones de vacunados. No obstante, las agencias reguladoras no han prohibido el uso de ninguna de las dos. Al revés. De hecho, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha insistido en que los beneficios superan los riesgos.
Pero, a diferencia de cualquier otro fármaco en el mundo, cualquiera contra el coronavirus está más expuesto que ninguno a los ojos de toda la sociedad. Y nadie se la quiere jugar. Nada más conocerse este raro efecto secundario que se produce con los sueros de estas dos compañías los gobiernos nacionales tomaron medidas por su cuenta. Una decisión que rechaza José Antonio López , director del grupo de neurovirología de la Universidad Autónoma de Madrid y director de cultura científica del centro de biología molecular Severo Ochoa.
«Estamos viendo espectáculos políticos lamentables cuando lo fácil seria apoyarse en las agencias reguladoras», ha asegurado este experto en una entrevista con Economía Digital. López considera que la Unión Europea no está tomando buenas decisiones y que los Estados miembros han pecado de adoptar un comportamiento individualista.
—¿Existe algún tipo de relación entre los casos de trombosis que han surgido con la vacuna de Astrazeneca y los de Johnson & Johnson por la tecnología de estas vacunas?
En estudios anteriores con terapias génicas donde se utilizan compuestos con base también en adenovirus -la base de estas vacunas y también de la Sputnik V- se observó que, con muy baja frecuencia y de forma muy rara, el propio adenovirus puede tener cierta capacidad de activación plaquetaria, de unión a las plaquetas, y podría estar implicado en procesos de trombocitopenia, de bajada de plaquetas y también de producción de trombos.
Esto se había observado con una frecuencia realmente anecdótica. Pero estamos hablando ahora de vacunación en millones y millones de personas. Entonces, que aparezca con una frecuencia de uno en torno a medio millón o uno cada millón como se ha visto ahora con la de Johnson & Johnson, es algo que podría ser plausible. Entra dentro de lo que podría ser considerado como efecto raro adverso. Lo importante es caracterizarlo para poderlo prevenir o al menos para poderlo tratar.
—En el caso de la vacuna de Johnson & Johnson tan solo se han detectado seis casos de más de siete millones de personas que se han vacunado con este fármaco en Estados Unidos. ¿Se ha generado mucho alarmismo o se están tomando las medidas necesarias?
—Un poco las dos cosas. Realmente estamos valorando los fármacos una vez que están en la fase 4. Es decir, una vez que están ya siendo consumidos por la sociedad. Prácticamente en todos suelen aparecer diferentes efectos adversos que muchos de ellos han pasado desapercibidos durante la fase clínica, que se hace con menos personas. Normalmente esta información queda en las agencias de medicamentos y luego aparecen en los prospectos.
«Las agencias quieran curarse en salud con un exceso de principio de precaución»
No tenemos más que coger cualquier medicamento que tengamos por casa y comprobarlo. Lo que pasa es que aquí lo estamos radiando minuto a minuto y eso hace que las agencias quieran curarse en salud con un exceso de principio de precaución. Es lo que están haciendo ahora, viendo si este efecto tan raro se debe o no a la vacuna y en caso de que así sea ver si pueden prever o tratar.
—En el caso de la de Astrazeneca sí que la EMA reconoció que había cierto vínculo. Esta vacuna es la que más giros ha dado primero se iba a inocular en menores de 55 y poco más tarde solo en personas de 60 a 69 años. ¿Todo este cambio de criterio entra dentro de la normalidad?
—Estamos asistiendo a un espectáculo lamentable donde se pone de manifiesto que hay una geopolítica a veces por encima de las decisiones científicas. Lo normal hubiera sido que antes de que cada país decidiera qué hacer con Astrazeneca se hubiera acudido a las agencias acreditadoras.
Los criterios de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) quedaron claros: los efectos positivos de la vacuna sobrepasaban con creces a los efectos negativos y que recomendaba que se siguiera con la vacunación en cualquier franja de edad y en cualquier connotación de sexo. En vez de eso hemos visto como cada país ha ido moldeando la vacuna, muchas veces con intenciones más políticas que sanitarias. Estamos acudiendo a espectáculos políticos lamentables cuando lo fácil sería apoyarse en el que sabe, en este caso, los técnicos y expertos de las agencias reguladoras, que para eso están.
—La Comunidad de Madrid ha propuesto que se pueda vacunar a los menores de 60 que lo decidan de forma voluntaria. ¿Cómo ves esta propuesta?
—El planteamiento me parece aceptable. Es al final complicado dejar en manos de la sociedad si me vacuno o no me vacuno y con qué vacuna lo hago. No sé hasta dónde va a llegar la posibilidad de decidir. ‘Yo quiero que me vacunen y me ponga usted un chupito de Pfizer’ (risas).
Esto es así porque se han hecho las cosas mal. Hemos dado un exceso de información y por desgracia también de desinformación. No hablamos de negacionistas de la vacuna, sino de personas que no repudian vacunarse pero simplemente les está llegando información que es preocupante.
«La sociedad no está capacitada ni tiene que estarlo para decidir si se vacuna o no y con qué vacuna«
Cuando vemos que un país prohíbe la vacunación o la cancela, otro la somete a una horquilla poblacional, otros por edad… realmente la sociedad no tiene por qué digerir y asumir esa información. Yo creo que este planteamiento es tan solo un planteamiento mas, aceptable o no, pero creo que no deberíamos haber llegado a este punto. La sociedad no está capacitada ni tiene que estarlo para tomar una decisión de la envergadura de si me vacuno o no y con qué vacuna hacerlo.
—Alemania ya ha decidido inocular segundas dosis con vacunas de otras farmacéuticas. En España todavía no sabemos lo que va a ocurrir. ¿Es arriesgado este planteamiento?
—Sí y no. Todas las vacunas que hay ahora mismo en el mercado, en el occidental al menos (hay vacunas inactivadas en China), todas apuntan al mismo sitio del virus, a la famosa proteína S, a la proteína de la espícula. Entonces nos vacunen con lo que nos vacunen, prácticamente la defensa inmunológica que vamos a armar va dirigida a la misma dirección. Entonces, desde un punto de vista teórico, no habría ningún problema en cambiar de vacuna, incluso podría ser hasta productivo y beneficioso porque hacemos que la fortaleza de la vacunación que no hemos conseguido con la primera dosis la podemos conseguir con la segunda con otra compañía.
El planteamiento está bien, pero la ciencia se basa en la demostración de las teorías. Esto hay que demostrarlo y hay que hacerlo con ensayos clínicos. Se están llevando a cabo actualmente, pero hasta que no se tenga la constatación y la confirmación de que esta hipótesis que es plausible se verifique no deja de ser un experimento con los humanos como conejillos de indias. Insisto en que seguramente funcione y es beneficioso, pero hay que demostrarlo.
Además, todos los casos raros de trombos que se están produciendo parecen ser un proceso autoinmune, es decir, que se va a dar con la primera dosis. Alguien que no ha tenido esta autoinmunidad protrombótica con la primera dosis es virtualmente imposible que la vaya a tener con la segunda. Entonces no tiene ningún sentido no continuar con la pauta de vacunación de Astrazeneca que es la que ha sido pautada y ensayada en los ensayos clínicos.
—De todas formas, quien recibe la primera dosis ya está protegido en un 70%. ¿Es un porcentaje suficiente o tendría que ponerse una vacuna más?
—De nuevo, sí y no. Lo que se ha ensayado es lo que se ha ensayado. Sí, Astrazeneca ha verificado que con la primera dosis se puede alcanzar un 70% de inmunidad, ¿por qué no se ha quedado ahí también la de Johnson & Johnson si tiene más o menos ese mismo porcentaje? Quizá es porque no se ha comprobado cuan robusta es esa inmunidad y cuánto tiempo puede perdurar.
Cuando se puso una segunda dosis vio que la inmunidad se fortalecía y la eficacia también era mayor. Ahora, por estos efectos adversos que se están viendo, dejamos solo la primera dosis, a priori uno puede pensar que abarcamos a mas población con menos vacunas y conseguimos la inmunidad de rebaño. Pero por otro lado puede ocurrir algo perverso: que la inmunidad no sea total, tanto como la que desearíamos y el virus tuviera recovecos para poderse hacer resistente y mutar y que aparezcan variantes resistentes.
—Pedro Sánchez ha sido muy optimista esta semana. A pesar de la baja de J&J dice que vamos a llegar al porcentaje de inmunizados del 70% en agosto. ¿Comparte este optimismo?
—No me queda otra que tener esperanza, pero no comparto su optimismo. Simplemente quiero tener esperanza en que lo que dice sea cierto. En septiembre del año pasado yo desconfiaba mucho, de que pudiéramos tener una vacuna ya en diciembre. Decía que con el turrón era prácticamente imposible, de forma irónica decía que si eso con las torrijas (Risas).
El Gobierno decía entonces que iban a empezar a vacunar en diciembre y a mí no me salían las cuentas. No tenía en cuenta la ingente cantidad de dinero que se estaba invirtiendo, la cooperación de cientos de laboratorios, empresas privadas y públicas… en fin. Al final me tuve que comer mis palabras felizmente. Nunca me alegre tanto de equivocarme como con esa predicción.
Ahora dice el Gobierno que le siguen saliendo las cuentas. Ahora mismo, con el panorama sombrío que se hay sobre Astrazeneca y sobre J&J vuelven a no salirme las cuentas, pero no sé qué cuentas tiene el Gobierno para apoyarse en ese optimismo.
—Hasta el momento cómo estás viendo la campaña de vacunación. ¿El ritmo es el adecuado?
—Ha ido creciendo y adquiriendo una velocidad de crucero bastante agradable con cerca de medio millón de personas vacunadas al día. Ahora mismo tendríamos que tener 300.000 monodosis de la de J&J y no las tenemos. A ver qué ocurre. Tenemos esa incertidumbre sobre con quién utilizar las vacunas de Astrazeneca entonces, la velocidad que habíamos alcanzado de medio millón era la adecuada. Todo lo que baje de esa cantidad diaria nos aleja un poco de ese objetivo.
—El diario La Stampa ha publicado esta semana que la UE no comprará más vacunas de Astrazeneca y J&J de cara a 2022. ¿Cómo ves esta decisión?
—No lo sé. Hay muchas decisiones geopolíticas. Todo lo que venga del mundo de la política vale lo que vale el anuncio del momento en el que se hace, por lo que podemos asistir a cambios como está sucediendo en Europa. Por desgracia, considero que Bruselas no lo está haciendo nada bien, no somos una unión europea, somos un grupúsculo de países que cada uno, desde el principio de la pandemia ha hecho la guerra por su cuenta: en la adquisición de material, en test, en los procesos de escalada y desescalada, cuarentenas… Ahora lo estamos volviendo a ver con las vacunas. Bruselas no sabe negociar en nombre de todos los países de la UE y eso lleva a que cada país está haciendo sus propios anuncios.
—Muchos países han reivindicado la vacuna rusa pero parece que la UE la rechaza. ¿Crees que llegarán a autorizarla próximamente?
—Quiero pensar que se van a hacer las cosas bien. Lo primero que tienen que hacer los rusos es someterla a la valoración de la EMA con total transparencia. Si lo hace así y la conclusión es que es efectiva, eficaz y tan inocua como el resto de las vacunas que están en el mercado pues por qué no.
A partir de ahí se abrirá la veda para que, de forma unitaria, desde Bruselas, o de forma bilateral entre los países, se entre en contacto con la vacuna. También está teniendo sus propios calvarios. Eslovenia ha tenido problemas con los componentes de verificación de la vacuna. En todas cuecen habas. En cualquier caso, hay muchos proyectos de vacunas, hace un año esto era impensable. Vamos a ver cómo van transcurriendo los procesos de valoraciones científicas.