Joan Tardà y los empresarios alemanes no son tan diferentes
Las peticiones que los empresarios alemanes trasladaron a Torrent coinciden paradójicamente con las últimas manifestaciones públicas que ha realizado Tardà
La cara que se le quedó a Roger Torrent tras las palabras de Karl Jacobi, empresario alemán afincado en Cataluña, fue un poema. La respuesta que le dio, muy pobre. Hay que ver el video en el que Karl Jacobi razonaba su petición de que, por mentir e incumplir la ley, él «votaba para que fueran todos a la cárcel». Me imagino que conocen la historia. Les recomiendo que vean el vídeo de la reunión de empresarios alemanes afincados en Cataluña con el president del Parlament en el selecto Club Ecuestre de Barcelona.
Torrent balbuceó unas palabras de respuesta aludiendo a derechos democráticos y a su derecho a defender sus posturas. Nada dijo ni desmintió sobre las mentiras del procés ni sobre los constantes incumplimientos de la Constitución y de la ley.
Torrent fue incapaz de contestar a Karl Jacobi, que pidió cárcel para los presos independentistas
Al poco rato las redes sociales profirieron insultos, amenazas y los peores deseos para Karl Jacobi, difundiendo sus datos personales su dirección y teléfono.
Está marcado por el independentismo. Ha entrado en la categoría de «enemigo del pueblo catalán» en donde tendrá que convivir con Santi Vila, ex conseller de Puigdemont, y muy probablemente ahora con Joan Tardà. El sectarismo deja muy poco espacio para la autocrítica y ninguno para la reflexión.
Coincidiendo con lo ocurrido en la reunión de los empresarios alemanes con Torrent, en un artículo envuelto en el relato independentista, Joan Tardà aboga por la necesidad de sumar más apoyos para forzar al Gobierno de España a una negociación para conseguir los objetivos independentistas.
Joan Tardà cree que al independentismo «le han sobrado tripas y le ha faltado cerebro»
Confiesa Tardà que al independentismo «le han sobrado tripas y le ha faltado cerebro». El líder republicano aboga por tender puentes con los Comunes y con el PSC. No ha sido desmentido por la dirección de ERC, sino que sus palabras han sido definidas como puro «junquerismo«.
Llevamos varios meses escuchando confesiones que confirman lo que ahora dicen Karl Jacobi y Joan Tardà. Y por supuesto, Santi Vila.
Los líderes del procés no estaban diciendo la verdad. Mentían y mienten; sus afirmaciones sobre los beneficios inmediatos del procés para la economía catalana han sido destrozados por los hechos. Los comparecientes ante la justicia en casi todos los casos han actuado como conversos para tratar de evitar la cárcel. Ahora confiesan que la DUI era retórica y que sus objetivos eran imposibles.
¿Por qué no son consecuentes con sus confesiones?
Si Joan Tardà fuera coherente con sus recientes manifestaciones, debería plantear a la dirección de ERC un cambio inmediato de objetivos y de estrategia. Debería tener el coraje de enfrentarse a las imposiciones cesaristas de Carles Puigdemont, exigir un candidato que estuviera más pendiente del cerebro que de las tripas y buscaría una forma democrática y constitucional de ampliar la mayoría social del independentismo.
Ocurre que tienen pánico a lo que han sembrado. Desmienten el supuesto legitimismo de Puigdemont en su huida, pero no al punto de confesar a los seguidores del prófugo que ha llegado la hora de acabar con la mentira y rectificar.
Joan Tardà debería tener el coraje suficiente para enfrentarse a las imposiciones cesaristas de Carles Puigdemont
Los populismos se cimientan en un relato arraigado sin corrección posible, porque quienes lo han hecho propio no están dispuestos a reconocer el error y mucho menos la mentira. Esta es la razón profunda del circo que estamos presenciando en torno a la investidura de un president de la Generalitat.
Hay tres bandos en él indepdentismo: dos partidos políticos y un iluminado que pretende tener acreditada de por vida la legitimidad en la presidencia de una república que no ha existido nunca. Y los dos partidos no se atreven a desenmascarar a Carles Puigdemont.
Por el camino que vamos, es muy posible que Karl Jacobi vea cumplidos sus deseos de que todos los líderes del procés acaben en la cárcel. Salvo porque los protagonistas estiran la cuerda de su pulso con el estado hasta él instante anterior a que sus actos les convoquen ante el magistrado Pablo Llarena.
Es muy posible que Karl Jacobi vea cumplidos sus deseos
Actúan atormentados por una cobardía doble: ante sus propios electores y ante las consecuencias penales de sus actos. Pero eso no les exime de la responsabilidad de seguir engañando a sus seguidores, manteniendo la incertidumbre que tanto daña la economía y a la sociedad catalanas.
Debieran tener cuidado porque lo que indica el último estudio demoscópico del Centre d´Estudis d´Opinió, organismo de la Generalitat equivalente al CIS, es una tendencia a la baja de las posiciones independentistas con un descenso de ocho puntos en pocos meses que sin duda no han tenido todavía traslación electoral.
Cuando Tardà habla de ensanchar su base electoral, probablemente está reconociendo que está en riesgo que ocurra lo contrario.
El independetismo debe ir con cuidado: el último sondeo del CIS catalán revela una caída de apoyo a sus posiciones
Estamos a las puertas de otro intento de investidura imposible. Roger Torrent está confirmando que Karl Jacobi tenía razón en lo que dijo. Siguen mintiendo y siguen intentando incumplir la ley.
Probablemente Joan Tardà no se atreverá a llevar adelante los impulsos señalados en su artículo. Tal vez la fruta no está madura. Tendremos que esperar, pero está certificado que esto no da más de sí. Los payasos siguen en la pista central de un circo que no nos sale precisamente gratis.