El independentismo radical se lanza a una Diada contra ERC y Aragonès
La manifestación convocada por la ANC rechaza la mesa de diálogo del Govern y exige a la Generalitat que se decante por la vía unilateral apoyándose la supuesta legitimidad del referéndum ilegal del 1-O
Cataluña se enfrenta a su novena Diada desde que eclosionó el procés independentista en 2012. La otrora poderosa ANC, que consiguió marcar el paso al Govern hasta 2017, se ha empequeñecido al representar solo al independentismo irredento, aunque no desiste en sus planes de presionar al Govern, al convertir la marcha de 2021 en un desafío a ERC por la mesa de diálogo.
La movilización de este año se desarrolla bajo el lema «Luchemos y ganemos la independencia», un inequívoco llamado a la unilateralidad ante una mesa entre la Generalitat y Moncloa que Elisenda Paluzie ha tildado de «trampa» y de la que ha anticipado su «fracaso»: «Puede convertirse en un diálogo de sordos».
Su rechazo a la vía abierta por ERC es público, y la manifestación quiere ser una suerte de pulso que ate a la Generalitat en corto. Un desafío en toda regla a los republicanos, que a su vez pueden tener cierta tranquilidad ante una organización deshinchada y ante una marcha de la que se prevé que sea un fracaso, como consecuencia de la desmovilización social y la pandemia.
Pere Aragonès asistirá a la manifestación
Una afrenta que Pere Aragonès vivirá en directo, puesto que el Govern en bloque participará de la movilización independentista. La propia Paluzie no descarta que pueda desembocar en abucheos. «No haremos de policías de la gente, pitar es un acto de libertad de expresión», explicó la presidenta de la entidad a Nació Digital.
La desafección entre la Assemblea y ERC hace años que dura. Pese a que inicialmente eran una organizaciones con cierta afinidad, el paso de Jordi Sànchez la hizo virar cada vez más hacia el mundo posconvergente. Paluzie, de una línea mucho más rupturista, sirve a Junts para apuntalar su relato, pese a las críticas que pueda verter también contra el partido de Puigdemont.
La organización independentista llegó incluso a hacer campaña contra ERC en las elecciones catalanas, por su apuesta por una vía pragmática. En sus directrices de voto, suspendió a los republicanos con un 4,9, igual que lo hizo también con el Pdecat, al que le asignó un 3,7. El partido de Puigdemont recibió la mejor nota, un 7, seguido de la CUP, un 5,7.
El papel activo de la ANC en el procés
Lejos quedan las fotografías y la colaboración activa entre la Generalitat y la entidad de Elisenda Paluzie. La entidad fue parte imprescindible para forzar a ERC a sumarse en coalición con CDC bajo la lista de Junts pel Sí, candidatura que gobernó Cataluña con Puigdemont y en cuya lista se incluyó a la entonces presidenta de la ANC, Carme Forcadell.
También, fue imprescindible para organizar el 9-N, el simulacro de consulta no-vinculante organizado por el gobierno de Artur Mas y por el que tanto él como las exconselleras Joana Ortega e Irene Rigau fueron condenadas por desobediencia y se les impuso una inhabilitación para cargo público.
La ANC, junto a Òmnium Cultural, fue parte activa en mantener la movilización independentista durante el mes de octubre de 2017. Tuvo un papel clave en el referéndum del 1-O, y en la convocatoria ante la consellería de Economía le costó a su expresidente, Jordi Sànchez, el ingreso en prisión y una condena por sedición.
La mesa de diálogo, objeto de discordia
Los partidos también afrontan esta Diada profundamente divididos. Junts y la CUP hacen pinza contra ERC para sabotear la mesa de diálogo, un escepticismo que se ha redoblado con el cerrojazo de la ministra de Transportes, Raquel Sànchez, a la ampliación del aeropuerto de El Prat.
Junts ni siquiera ha decidido todavía si va a participar. Pese a que en su acuerdo de investidura, Jordi Sànchez se comprometió a acompañarlos «desde el profundo escepticismo», ahora los posconvergentes estudian plantar al Gobierno de España si al final Pedro Sánchez no asiste a la concentración.
Solo coinciden en la necesidad de negociar «la amnistía y la autodeterminación», aunque también difieren en cómo plantearlo. Los republicanos asumen que el Gobierno de España no cederá, al menos de primeras, y defienden un margen de tiempo prudencial para intentar arrancar algún compromiso que pueda vender como victoria.
Junts y la CUP hacen pinza contra el ‘pactismo’ de ERC
Mientras, Junts se dedica a desacreditar este órgano y se sirve de los principales líderes de su partido para hacerlo. Laura Borràs o el propio vicepresidente Jordi Puigneró han puesto en cuestión el margen de dos años pactado entre ERC con la CUP como límite para rascar frutos de la mesa.
La CUP presiona pese a dar un beneficio de la duda de dos años con la mesa de diálogo. Los anticapitalistas quieren iniciar la unilateralidad cuanto antes, y exigen al Govern pasos en ese sentido, así como un plan definido si la vía pactista con el Estado fracasa para aprobar los presupuestos de 2021.
El independentismo se enfrenta así a una de sus Diadas más complicadas, sumido en el desconcierto y en cierta desorientación, y con una hoja de ruta diferente para cada partido independentista. Y la ANC, que usa su marcha como un llamado a la unidad, tomando parte y dejando fuera a parte de un independentismo que quiere romper con el relato del 1-O.