El independentismo llega al 1-O tras acentuar sus diferencias en el Parlament
Junts, ERC y la CUP se dividen en varias votaciones sobre un nuevo referéndum en Cataluña y la mesa de diálogo, en el aniversario de la consulta ilegal del 2017
Si en algún lugar el referéndum supone un elemento de consenso, no ha sido en el Parlament de Cataluña. El independentismo, defensor a ultranza de esta vía como única para resolver el conflicto entre Cataluña y España, ha dividido a Junts, ERC y la CUP. Los anticapitalistas querían hacer una consulta antes de 2025, el Govern se ha descolgado de la propuesta.
Un Ejecutivo que, a través de los partidos que lo forman, ha presentado una propuesta de resolución alternativa, donde se explicita que sólo un referéndum acordado con el Estado puede sustituir al famoso «mandato» del 1-O. Un texto que la CUP ha permitido que se apruebe, pese a la abstención.
El independentismo llega dividido al cuarto aniversario del 1-O. Sin una hoja de ruta clara, sin saber cómo dar salida a sus pretensiones de «referéndum y amnistía». Solo concuerdan en la receta desde la brocha gorda, pero la forma en que esto debe aplicarse no genera ningún consenso.
Los comuns dividen a Junts y ERC con la mesa
Una división que se acusa coincidiendo con el aniversario del referéndum ilegal, último gran acuerdo político que generó verdadero consenso dentro del mundo independentista. Tanto de las instituciones, así como de los partidos que se desprenden de ellas y la sociedad civil.
Ni siquiera han podido encontrar un pacto de mínimos en la mesa de diálogo, recogido en el acuerdo de Gobierno entre Junts y ERC. Los Comuns han conseguido romper la dinámica de bloques con su propuesta de defensa del órgano entre la Generalitat y Moncloa. El PSC se ha sumado al carro; ERC, también. Junts y la CUP se han desmarcado.
Los posconvergentes, que se autoexcluyeron de la mesa de diálogo al proponer a los indultados Jordi Turull y Josep Rull, han votado en contra. Junts no cede ante el veto impuesto por ERC, que solo admite a consellers para sentarse frente a frente con los ministros de Pedro Sánchez.
Puigdemont como espejismo de unidad
Pero ha habido espacios donde el independentismo ha intentado dar cierta imagen de unidad. La primera, la de apoyo al expresidente fugado Carles Puigdemont. Una moción que reconoce el papel del Consell per la República, el órgano paralelo del prófugo que pretende constituirse como una suerte de gobierno en el exilio.
Este órgano, que en el acuerdo entre ERC y Junts se recogía su reformulación para convertirla en un espacio estratégico de consenso en el seno del independentismo, sigue pendiente de reconvertirse. El Consell ha convocado sus elecciones para su Asamblea de Representantes, pese a sus pocos socios y sin ninguna promoción desde la Generalitat.
Tampoco en materia económica se ha mantenido la unidad independentista. Una moción a favor de la ampliación del aeropuerto de El Prat ha unido fuerzas con el PSC y Junts, pero ha contado con el rechazo de ERC. La elusión de la transferencia en el acuerdo, así como la supresión explícita a la defensa de La Ricarda, han roto la unidad independentista.
Un aniversario marcado por la división
El Govern ha llegado más dividido que nunca al cuarto aniversario del 1-O. La Generalitat prepara un acto institucional unitario en uno de los puntos de votación de la consulta ilegal. La ANC también aspira a movilizar a un independentismo que ya no responde en la calle, como se reflejó tras la detención de Puigdemont durante la semana pasada.
El próximo embate al que tendrá que hacer frente el Govern será el de los presupuestos. ERC y Junts insisten en que la CUP es su socio preferente, mientras rechaza cualquier apoyo del socialismo catalán a las cuentas. Un PSC que, pese al veto, se ha vuelto a ofrecer como muleta para aprobar las primeras cuentas post-coronavirus.