Francia abre el proceso contra Chirac
El Tribunal Correccional decide en las próximas horas si tira adelante el proceso contra el político después de que sus abogados aseguran que padece de problemas neurológicos
Por fin, con casi dos décadas de retraso, hoy ha comenzado el proceso contra el ex presidente de la República francesa, Jacques Chirac, por un enrevesado caso de corrupción y financiación irregular de partidos políticos de su etapa como alcalde de París, a comienzos de los años 90.
Pero todo el interés de los medios de comunicación franceses se centra, más que en el proceso en sí, en saber si el ex presidente se sentará en el banquillo de los acusados. Su deteriorada salud, a sus 78 años, le podría evitar la humillación de verse retratado como cualquier otro delincuente.
Este pasado fin de semana, la prensa francesa se ha hecho eco de un informe médico presentado por la defensa de Chirac ante el Tribunal Correccional de París en el que se asegura que el ex presidente francés padece de problemas neurológicos (¿Alzheimer?) y sufre de anosognosia, es decir, que no es consciente de su afección.
¿Golpe de efecto? ¿Mascarada? La prensa francesa trata de determinar si, a pesar del evidente deterioro de la salud de Chirac en los últimos meses (en las últimas imágenes que han dado de él las televisiones, se le ve caminando con dificultades, apoyado siempre al lado de un acompañante), la publicación de este informe médico a pocos días del inicio del juicio es una estrategia más para evitar que comparezca ante un tribunal o, si por el contrario, Chirac no está realmente capacitado para afrontar tres semanas de audiencias.
Un examen médico independiente
Su familia y sus allegados se han apresurado a decir en las últimas semanas que la intención de Chirac siempre ha sido asumir sus responsabilidades y que siempre se ha mostrado dispuesto a comparecer ante la justicia. Su esposa Bernadette aseguró hace unos días que la voluntad de Chirac es que “el proceso vaya hasta el final”.
Algunos de los que fueron sus más estrechos colaboradores, como su ex primer ministro Jean Pierre Raffarin, han querido destacar que lo que más realmente les conmueve es “ver su frágil estado de salud”. Pero la asociación anticorrupción Anticor, que se presenta en el proceso como parte civil, ha reclamado la comparecencia de Chirac y que se efectúe un examen médico independiente para evaluar el verdadero estado mental del ex presidente.
“Una vez más, se utilizan maniobras de último minuto con el objetivo evidente de que Jacques Chirac no comparezca ante un tribunal mientras viva”, denunció esta asociación en un comunicado publicado el fin de semana.
Las cuatro opciones del Tribunal Correccional
El juez del Tribunal Correccional deberá anunciar en las próximas horas qué decisión toma y la prensa especula con diversas hipótesis: la primera, y la menos probable, es que absuelva a Chirac y se acabe el juicio. Sin embargo, la opinión pública, hastiada ya de las corruptelas y de los tejemanejes de su clase política, no entendería una decisión así. Además, es poco probable porque, aparte de Chirac, están encausadas otras nueve personas, antiguos responsables del Ayuntamiento de París.
Una segunda opción es que el juez solicite un examen médico y se aplace el proceso hasta tener los nuevos resultados para saber si Chirac puede o no afrontar un juicio. El tercer escenario, y según especula la prensa el más probable, es que Chirac no comparezca ante el tribunal y esté representado por sus abogados.
La cuarta opción es que el juez decida que Chirac debe enfrentarse en persona al proceso y, entonces, el ex presidente se vería obligado a pasar por una situación que intentó evitar durante años: sentarse en el banquillo de los acusados.
Trabajadores ‘fantasmas’
El caso contra Chirac no es nuevo ni mucho menos, pero cuando saltó el escándalo, el acusado ya había accedido a la jefatura del Estado francés y, como presidente de la República, gozaba de inmunidad, por lo que las diligencias tuvieron que ser suspendidas entre 1995 y 2007, fecha en la que abandonó el cargo y comenzó a hablarse de nuevo de un posible proceso judicial contra él.
El caso se remonta a su etapa como alcalde de París (entre 1997 y 1995) y se originó a raíz de la denuncia de un contribuyente parisino en 1998. La investigación acabó demostrando que el ayuntamiento de la capital francesa había contratado a siete personas que en realidad trabajaban única y exclusivamente para la Unión por la República, el partido fundado por el propio Chirac.
Juppé, chivo expiatorio
Durante años, el ayuntamiento pagó unos 4,5 millones de euros en los salarios de unos trabajadores que no realizaron labor alguna para el consistorio parisino. De hecho, el proceso por este caso ya vivió un primer episodio a finales de los años 90 y principios de 2000 y su principal damnificado fue un tal Alain Juppé. ¿Les suena el nombre? Sí, es el actual ministro de Asuntos Exteriores. En tanto que alcalde-adjunto de Chirac en el Ayuntamiento de París en la época de los hechos, Juppé fue condenado por la justicia en 2004 a una pena de 14 meses de prisión condicional (no llegó a cumplirlos en la cárcel) y a un año de inhabilitación.
Entonces los comentaristas políticos coincidieron en señalar que Juppé fue el chivo expiatorio de Chirac y que si bien la justicia había condenado penalmente a Juppé, la sentencia condenatoria era un reconocimiento de Chirac como responsable moral.
Chirac no es una figura cualquiera. Es un animal político y un personaje clave de la historia de Francia de los últimos 50 años. Ha ocupado todos los cargos políticos posibles: diputado, alcalde, ministro, primer ministro y presidente. Y es el único político francés de la V República que puede presumir de haber ocupado el puesto de primer ministro con un presidente de derechas (entre 1974 y 1996 con Valéry Giscard d’Estaing) y con un jefe de Estado socialista (entre 1996 y 1998 con François Mitterrand).
En lo que coinciden ahora los analistas es que el proceso actual no es sólo contra la personas de Chirac, sino contra todo un modelo de hacer política que se considera desaparecido…. ¿O no?