Foment apoya a Mas con los ajustes pero le exige coherencia
El presidente de la patronal catalana reclama al Ejecutivo catalán que continúe con las reformas, pero que lo haga sin “improvisaciones”, estridencias ni violentar al resto de España
Las cosas han cambiado en la patronal catalana Foment del Treball y su presidente, Joaquim Gay de Montellà, quiere evidenciarlo. Después de tres ediciones en las que los políticos quedaron relegados de los premios Carles Ferrer Salat, el viernes tuvieron la oportunidad de explicarse ante los principales empresarios barceloneses a la vez que escuchaban cuál era su estado de opinión. La gala anual de la cúpula empresarial fue un toma y daca argumental en un ambiente cómplice en el que las formas se cuidaron hasta la extenuación. Y fue allí, ante su parroquia, donde Gay de Montellà pidió a Artur Mas mano firme con las reformas. Le brindó su apoyo, pero reclamó también “coherencia”. Una de cal y una de arena ante un millar de primeros espadas ávidos de referencias.
La reunión era la primera organizada desde que Gay de Montellà asumió el liderazgo de la organización y justo después de aplicar los cambios con los que pretende mostrar su impronta. En la sala oval del Museu Nacional d’Art de Catalunya se escuchó un discurso inusual: igual reclamó simplificar la carga normativa que soportan las empresas, reformas fiscales y laborales que abaraten los actuales costes, reducción del déficit, crédito e incrementos de productividad, como se atrevió a navegar por las pantanosas aguas de la política.
“Una crisis de confianza”
Si su antecesor y presidente de la CEOE, Juan Rosell, hizo de la ausencia de los políticos en este encuentro una especie de bandera de su independencia, Gay de Montellà jugó al pragmatismo. Se los puso enfrente y les alabó que adoptaran “decisiones difíciles” en Catalunya, pero tan complejas “como necesarias”. Igual que se alineó con el discurso del Govern de Artur Mas en lo relativo al pacto fiscal y a la solidaridad catalana con el resto de España, se mostró contundente, siempre de manera indirecta, con las idas y venidas de su gobierno. “No nos queda margen para improvisaciones. Vivimos una crisis de confianza”.
Poco después aclaró un poco más el mensaje. Se quejó sin ambages de “las arbitrariedades y contradicciones” que no sirven para nada y reclamó “coherencia” a la clase política.
Por si alguien podía o quería interpretar que los nuevos usos y costumbres en Foment eran una concesión al Ejecutivo convergente, el presidente de la organización se apresuró a recordar que su organización es “independiente”. Para ello, nada mejor que evocar la historia de la entidad y los avatares superados a lo largo de su existencia frente a regímenes políticos diversos. Ese repaso a la resistencia y combatividad del empresariado catalán se cerró con una proclama: “Foment es la casa común del empresariado”. Fue la única referencia, también elíptica, a los estiras y aflojas que la representatividad empresarial está provocando entre las dos organizaciones que poseen esa condición, Foment y Pimec.
No a las veleidades independentistas
El amable discurso de Gay de Montellà ante Mas estaba perfectamente milimetrado. Partidarios de la reforma, sí; de los ajustes presupuestarios, también; pero a ser posible menos próximos y proclives a tentaciones segregacionistas. “Somos partidarios de la unidad de mercado. Es indispensable para las empresas de Catalunya”, lanzó el dirigente patronal para recordar a continuación algunos datos que corroboran que la mayor parte de la producción catalana tiene como primer destino el mercado español.
Fue una línea argumental meditada la del discurso de Gay de Montellà. Ante el President Mas y otros altos cargos del gobierno y del partido (Josep Antoni Duran Lleida, Xavier Trias y Francesc Xavier Mena, entre otros), el empresario volvió a alinearse con los postulados económicos de CiU al reconocer la “necesidad razonable” de un nuevo modelo de financiación autonómica. Hubo concesión primero, advertencia después. “Pero que eso no sea la excusa de tensiones innecesarias” con el resto de España. Solidaridad con todos, pero sobre todo con los jóvenes, acabó proclamando.
En la cena se hizo entrega de los premios que la organización concede cada año a diferentes empresas y personalidades. José Ferrer (Freixenet) y Isidro Fainé (Caixabank) recibieron reconocimientos individuales y las empresas Semillas Fitó, Industrias Titán, Grífols y Softonic también resultaron galardonadas en diferentes categorías.