El fin de la mascarilla en interiores se aprueba este martes
A partir del miércoles solo habrá que ponerse la mascarilla obligatoriamente en "aquellos espacios en los que puede haber personas con vulnerabilidad"
Este martes será el último día, si no empeoran los indicadores del Covid-19, que la mascarilla será obligatoria en interiores. Y es que el Consejo de Ministros aprobará este mismo martes la nueva norma que eliminará, a partir del miércoles, la obligación de llevar mascarilla en espacios interiores, salvo en centros sanitarios y sociosanitarios y en todos los transportes, mientras que en los trabajos serán las empresas las que decidan.
El nuevo real decreto que presentará esta mañana la ministra de Sanidad, Carolina Darias, al resto del Gobierno, y que el miércoles se publicará en el BOE, pondrá fin así a dos años de mascarilla obligatoria en lugares cerrados. A la espera de los pormenores del texto en el que se ha estado trabajando hasta última hora, lo que se sabe de momento es que a partir del próximo miércoles 20 de abril solo habrá que ponérsela obligatoriamente en «aquellos espacios en los que puede haber personas con vulnerabilidad».
Es decir, visitantes y trabajadores de centros, servicios y establecimientos sanitarios -incluyendo las farmacias- y sociosanitarios, especialmente las residencias, aunque no las personas ingresadas en ninguno de estos lugares a menos que estén usando espacios comunes. También habrá que llevarla en todos los transportes, sin excepción.
Más allá de eso, se establecerán usos responsables, con recomendaciones que, según explicó Darias el día que anunció desde Toledo la fecha en la que el Gobierno levantaría la imposición del cubrebocas en interiores, no formarían parte del real decreto. De esta forma, la mascarilla se aconsejará «cuando hay aglomeraciones y cuando se trate de personas vulnerables», en línea con lo que propusieron los expertos de la ponencia de alertas en los que el Ejecutivo se ha apoyado para tomar esta decisión.
Una norma de «sentido común»
Así, el alumnado ya no tendrá que utilizarla «en el ámbito escolar», aunque sí se recomendará a los profesores con factores de vulnerabilidad, al igual que otras personas con estas mismas condiciones en las que no puedan mantener 1,5 metros de distancia interpersonal. En los centros de trabajo, serán los servicios de prevención de riesgos laborales los que valoren la necesidad de llevar mascarillas, si bien la ponencia lo aconseja cuando la distancia interpersonal sea inferior a 1,5 metros y no pueda garantizarse la ventilación adecuada del espacio.
Y en otros lugares cerrados de uso público como comercios, cines, teatros, salas de conciertos, museos, bares, restaurantes o locales de ocio nocturno, lo recomendable es un «uso responsable» del cubrebocas, al igual que en el entorno familiar, las reuniones de amigos y celebraciones privadas. Será, en definitiva, una norma de «sentido común», dijo este lunes pasado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, convencido de que «mucha gente» continuará llevándola «como elemento de protección».
Nueva fase de la pandemia
Porque que se acabe con su obligatoriedad no quiere decir que quien quiera ponérsela no pueda hacerlo. Así, la norma llega tres semanas después de que España haya inaugurado una nueva fase de la pandemia en la que ya solo se cuentan los casos graves y en entornos vulnerables y en la que las personas con síntomas leves o sin ellos no deben aislarse.
Por ello, la relajación divide a quienes opinan que aún es pronto para quitarse la mascarilla y los que creen que ya ha llegado el momento. Por ejemplo, la viróloga del Centro Nacional de Biotecnología Sonia Zúñiga apuntaba esta semana que sería «prudente» esperar a ver cómo funciona esta nueva estrategia; «podría ser sensato», añadía, retirar las mascarillas de «manera gradual», comenzando por ambientes con menor riesgo, como los colegios, como propusieron en su día los pediatras.
«Es todavía un poco prematuro hacer una evaluación completa» de esta nueva fase, coincidía la Sociedad Española de Epidemiología, que precisaba además que la movilidad de la Semana Santa y otras festividades podría modificar la situación, por mucho que los indicadores de gravedad estén bajos. Mientras que para el microbiólogo de la Universidad de Navarra Ignacio López-Goñi «ya es hora» de quitársela en interiores, si bien puntualizaba que el hecho de que no vayan a ser obligatorias «no significa que no sean recomendables».