Felipe VI se muestra firme: «Hay que cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción»
El monarca en su primer discurso defiende también la contribución de Cataluña "a la estabilidad política y económica de España"
Es otro tiempo. En una situación marcada por la incertidumbre, el Rey Felipe VI ha querido marcar su mandato como jefe de estado con su primer discurso. Y, muy consciente de que la alarma social se centra en los casos de corrupción, y pocos días después de que se haya conocido la decisión del juez de llevar a su hermana, la Infanta Cristina al banquillo, el Rey ha querido abordar esa cuestión sin tibiezas.
«Con toda razón hay indignación y desencanto», ha asegurado, sobre esos casos de corrupción que se han ido produciendo en los últimos años. «Hay que cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción», ha señalado, porque se debe conseguir «una España sana y limpia».
Esa ha sido la primera reflexión del Rey, que ha afirmado que se necesitan referencias «morales y principios éticos», y una «profunda regeneración de nuestra vida colectiva».
Desenfadado, y contundente
Con una puesta en escena muy diferente a la de su parte, con dos retratos a su lado únicamente de él con la Reina Letizia y sus dos hijas, y otro con la Reina en una pose desenfadada en un sillón, Felipe VI ha reiterado que España debe atacar ese gran problema de la corrupción, dejando claro que «los cargos públicos no se pueden enriquecer».
El Rey también ha hecho mención a la crisis económica, y ha incidido en que, pese a la mejora de los datos macroeconómicos, los índices de paro son todavía «inaceptables», y que la sociedad española sigue adelante gracias a las redes familiares y a las organizaciones y entidades sociales. Nada que ver, por tanto, con un supuesto triunfalismo que exhibe el Gobierno de Mariano Rajoy, aunque Felipe VI ha insistido en que la situación ha mejorado.
La «contribución de Cataluña a la estabilidad de España»
La otra gran cuestión, y a la que ha dedicado gran parte de su discurso de 13 minutos, ha sido Cataluña. Una de las grandes diferencias respecto a su padre, el Rey Juan Carlos, es que Felipe VI no se ha andado por las ramas. Ha señalado que es uno de los «problemas», el de «Cataluña», llamándola por su nombre, y constatando algo que el nacionalismo catalán exhibía hace sólo dos años, mostrando la queja de que su papel no había sido reconocido.
«Cataluña ha contribuido a la estabilidad política y económica de España», ha afirmado, mostrando, sin embargo, su preocupación por las «rupturas y fracturas» en la propia sociedad catalana que habría generado el proyecto independentista.
El Rey ha considerado que se debe «realizar un esfuerzo mutuo» para superar la actual situación, insistiendo en que la Constitución de 1978 ha posibilitado la etapa más larga de estabilidad en España. Ello no le ha imposibilitado la petición de «poner al día nuestra sociedad democrática», en una posible alusión a la reforma de la Carta Magna, aunque no lo ha pronunciado de una forma clara en ningún momento.
Más allá de los intereses, «los sentimientos»
Para Felipe VI, conocedor de la sociedad catalana, gracias a sus frecuentes viajes y contactos con la sociedad civil, ha reiterado que el conjunto de ciudadanos de España se necesita. «Todos nos necesitamos, –en alusión a Cataluña y el resto de España—pero no sólo se trata de economía y de intereses, sino de sentimientos, y millones de españoles llevamos Cataluña en el corazón, como sé que millones de catalanes llevan a España en el suyo».
El jefe del Estado, por tanto, aunque no ha precisado en ninguno de los grandes temas que afectan ahora a la sociedad española, ha querido plantear los grandes retos de España. Otro papel no le toca, porque esa será la tarea del Gobierno español, sea del color que sea, pero sí ha dejado constancia de un diagnóstico claro de la política y de la economía españolas.