La remotísima opción de Feijóo: sí gratis de Vox y alianza de PP con PNV
En Génova son conscientes de que sus posibilidades de gobernar son exiguas. El voto CERA jugará un papel clave porque tienen dos escaños bailando que, si pierden, impedirían cualquier suma
Un sí patriótico y un cambio de rumbo del PNV: las cábalas que se hacen en la sede nacional del Partido Popular, en la madrileña calle de Génova, 13, para que su presidente, Alberto Núñez Feijóo, pueda reunir los apoyos necesarios para ser investido presidente del Gobierno implican a dos actores más que se tienen vetados entre sí, y aunque poco probable, los populares no quieren perder la esperanza.
El camino que Feijóo abrió en la madrugada de este 23J para «liderar» y comenzar con la ronda de negociaciones de una posible investidura en calidad de ganador de las elecciones necesita que, por un lado, Vox, tras su debacle personal, esté dispuesto a darle su sí sin entrar en el Gobierno, como ha venido reclamanado Santiago Abascal durante toda la campaña -y sobre lo que insistió anoche nada más conocerse los resultados: u oposición o repetición electoral-.
Además de ese movimiento, el PP necesitaría que el PNV se sumara a su propuesta. Los jeltzales, con quienes Feijóo se ha esmerado en recuperar antiguos lazos congelados tras la moción de censura, han vivido también su propia guerra: ya no son la fuerza mayoritaria en el País Vasco, y ni siquiera serán el grupo vasco con más representación en el Congreso tras el sorpasso de Bildu. Era uno de los escenarios que los populares ya se planteaban en marzo, pero siempre pensando que ellos rondarían los 150 escaños, no los 136 que han obtenido.
El retroceso de Vox
Sin embargo, hay motivos para que Vox pueda adoptar políticamente esa postura. La formación de derecha radical se ha dejado más de seiscientos mil votos por el camino y ha perdido 19 escaños. Así, han consechado 2.973.869 frente a los 3.656.979 de las anteriores elecciones generales. Y su postura está clara: nada de entonar el mea culpa, de hacer balance o reconocer errores en su estrategia. Ni mucho menos: Abascal ha atribuido los resultados a las encuestas “manipuladas” que han llevado a “vender la piel del oso antes de cazarlo” y a la desmovilización de una parte del electorado de derechas.
Pero lo cierto, y así lo reconocen en Génova muy a su pesar, es que la fragmentación de la derecha ha sido clave en esos escaños que los populares pensaban rascarle al PSOE para aumentar la diferencia entre ambos y que estuviera mucho más claro el interés por un posible cambio de Gobierno. En las provincias pequeñas, especialmente en aquellas que reparten 4 escaños y con los casos concretos de Lleida, Girona o Burgos, hay apoyo a Vox que no se traduce en escaños para la derecha por «un puñado de votos» e impiden disputar esos diputados al PSOE, que los consigue retener.
«Son unas ocho provincias», cifra la dirección del PP. Con esos ocho escaños en la saca del PP, y no sumándolos la izquierda, la diferencia «en vez de 14, habría sido de 30» y no necesitarían en sus cuentas ahora en Génova ni al PNV, ni a Coalición Canaria, ni a UPN, se lamentan desde la dirección popular.
«Más complicado el PNV que Vox»
Porque, precisamente, desde el entorno de Feijóo son conscientes de que conseguir los apoyos de PNV va a ser «más complicado» que con Vox. «El centro derecha tiene más porcentaje de voto que Rajoy con la absoluta de 2011. Pero el partido de Santiago Abascal ha hecho que favorezca a la izquierda y los nacionalismos», indican las fuentes consultadas.
«Hemos planteado que íbamos a ganar las elecciones, que íbamos a crecer y contábamos con conseguir escaños en provincias pequeñas, como Lleida y Girona, que no se han conseguido. La fragmentación del voto nos ha penalizado«, aseguran en Génova. Sobre todo, porque en las últimas semanas se centraron en captar a esos electores de derecha radical y no tanto en su votante moderado, que es lo que fue la clave del éxito en la mayoría absoluta de Juanma Moreno, esa vía andaluza que el PP quería emular. Y eso incluye los pactos con Vox y todas sus polémicas a nivel autonómico.
Hay un escenario en el que puede dar igual la combinación de estos factores: la incidencia del voto CERA, es decir, las papeletas de los españoles que residen de forma permanente en el extranjero. En Génova saben que no va a ser un cambio «excesivo, pero que puede ser clave cuando las fórmulas de la investidura son tan apretadas». Están bailando un par de escaños para los populares que podrían caer en manos socialistas. Esto quiere decir que, sin conocer el voto CERA, es infértil comenzar los contactos. Porque si los españoles residentes en el extranjeros mueven los números y eso hace que el PP baje de los 136, ya no sirve ni el PNV para poder lograr una investidura. Y en Génova lo saben.