Feijóo insiste en la moderación: ofrece hasta tres pactos a Sánchez en siete días
Los populares insisten en el perfil de partido de Estado a pesar de acusar los "insultos" del Gobierno en pleno tramo final de las andaluzas.
Si hay un momento para marcar perfil, siempre es el comienzo. Y el Partido Popular, desde que Alberto Núñez Feijóo tomó las riendas, tiene clara la imagen que quieren trasmitir: la moderación. Moderadas son sus intervenciones; moderadas, sus decisiones; moderada es la campaña que han articulado en Andalucía y moderada -aunque intensa- es la ola que pretende que le aúpe hasta la Moncloa.
El mayor afán de estilo de los populares es que esa manera de actuar centrista no sea percibida como débil, y por eso, aunque acusan y responden con vehemencia a «los insultos» que les profesa el Gobierno, no paran de ofrecer, una y otra vez, acuerdos al presidente Pedro Sánchez. En los últimos siete días han sido tres acuerdos de gran calado: una reforma constitucional -la del artículo 49 en favor de la discapacidad-, un pacto de Estado entre todas las fuerzas parlamentarias sobre políticas de Defensa -de cara a la cumbre de la OTAN de final de mes en Madrid- y una renovación de los órganos constitucionales, cuyo mandato está caducado.
Es el modelo Feijóo, afirman a Economía Digital fuentes de la dirección del partido. Y la idea es insistir y arrastrar el tono del discurso político a un perfil mucho más institucional, técnico. «Que se muevan ellos a nuestro tono, y no nos arrastren al insulto», resumen.
Un calendario lleno
Los movimientos que han acompañado el arreón final de la campaña de las andaluzas, la primera gran prueba de fuego de esta dirección, atestiguan este savoir faire. Para empezar, ya la semana pasada, tras un agrio cara a cara entre Feijóo y Sánchez, el popular optó por devolverle la acusación que el presidente del Gobierno le lanzó en sede parlamentaria con un anuncio a las 48 horas: una reforma constitucional.
Sánchez sacó a colación en una de las réplicas un tema sobre el que ambos dirigentes hablaron durante su despacho cuando Feijóo llegó a la presidencia de su partido, hace apenas dos meses. Hablaron de reformar la Constitución y el artículo 49, y se mostraron de acuerdo: había que sustituir la palabra «disminuidos» por «personas con discapacidad» . Este jueves, el presidente del PP lanzó el guante: ofreció una reforma «oportuna, procedente y justificada». Eso sí, con condiciones: «con claridad y sin trampas», esto es, no ir supeditada a otros debates sobre la Constitución, como el modelo de Estado o asuntos territoriales.
De aquella, el PP puso la primera fecha en el calendario: antes de que acabe junio. Pero su agenda no terminaba ahí.
Este lunes, anunciaba otro hito para lo que queda de mes, y más susceptible al disenso, si cabe. Los populares ofrecían un pacto para renovar la justicia en menos de 30 días y dar con un nuevo sistema de reelección y reforma que regule el órgano de gobierno de los propios jueces. Para terminar, ponían en marcha el contrarreloj: promovían para esta semana un acuerdo de Estado, al estilo del Pacto de Toledo, sobre Defensa y Seguridad. El objetivo es llegar a la cumbre de la OTAN, que se celebra en Madrid a finales de junio, con una resolución conjunta de todos los grupos políticos.
La contrarreloj para consolidarse
Este no parar es parte de la estrategia. Los de Feijóo no piensan hacer una pausa en verano: saben que en menos de un año vienen las elecciones autonómicas y municipales, y que -aunque improbable por el momento- las generales, previstas para finales de 2023, se pueden adelantar. «No hay tiempo que perder. No podemos ni vamos a parar», esgrimen.
Por eso, cada símbolo cuenta. No es baladí la autonomía que se le ha otorgado a Juanma Moreno, presidente del partido en Andalucía y candidato a la reelección, para confeccionar su campaña. Ese traje institucional que está encarnando Moreno es precisamente la especialidad de su líder, y piensan aprovecharlo al máximo.
De la mano de Moreno va Feijóo. Sabe que el ritmo que se marque en Andalucía con Vox será parte de la avanzadilla del juego de sillas que se convertirá la política nacional. Con matices, claro: no es lo mismo Galicia que Madrid, y piensa dejar autonomía a cada comunidad en la que su electorado se arremolina en torno a valores no siempre iguales. Y aunque puede parecer una jaula de grillos, el presidente del PP parece aplicar siempre la misma tónica: la mesura, el perfil gestor y dejar los experimentos para la gaseosa. Es su manera de consolidarse, y las encuestas reflejan qeu va calando. Aunque desde el otro lado de la bancada parlamentaria mantengan la estrategia.