ERC teme que las luchas internas de Junts impidan el pacto de Govern
Los republicanos aprietan al partido de Puigdemont para evidenciar su nula voluntad de pacto y desbloquear de una vez la investidura
Los republicanos y los junteros siguen inmersos en unas negociaciones tras dos meses de Govern en funciones. ERC insiste en que no hay puntos programáticos insalvables, aunque desde las filas republicanas consideran que el principal escollo está en Junts: los enfrentamientos de familias en el partido contradiciéndose entre ellas sobre si entrar o no a la Generalitat.
«El problema de fondo es el revuelo que hay dentro de Junts», explican fuentes republicanas a Economía Digital. Desde ERC lamentan que, mientras el tiempo corre a la contra con el horizonte de mayo como límite, en Junts «todavía se están discutiendo entre ellos a ver si entran o no».
«Hace semanas que nos alargan los tempos. No lo explicitamos solo nosotros, la CUP también lo ve«. Además, desde el partido de Aragonès hay quien lamenta que mientras tienen abiertos con los antisistema seis grupos de trabajo para detallar más los puntos programáticos, en Junts solo «quieren el 50% de las sillas».
ERC busca poner en evidencia las excusas de Junts
Los republicanos también quieren poner en evidencia las excusas de Junts para dilatar la formación de Gobierno. ERC trata de evidenciar con sus gestos que los reproches de sus potenciales socios de coalición no son tal. Junts exigía a Aragonès que se involucrara en las negociaciones, y el mismo vicepresidente ha reconocido contactos con Puigdemont.
Lo mismo han hecho con las exigencias de Junts para pedir concreción en las propuestas, más allá de los términos generales. Los republicanos han entregado un documento a los posconvergentes con una propuesta «concreta» sobre las líneas maestras y estructurar de Govern, que ahora se está negociando.
Aunque ambas partes descartan que se vayan a convocar elecciones, desde ERC temen que Junts lleve el acuerdo al límite y que empuje a que se cierre en el último momento. Una de las cosas que hacen sospechar que el partido de Puigdemont no tiene prisa es el Congreso que ha convocado la formación el próximo 6 y 7 de marzo.
Las dos formaciones llevan formalmente una semana sin reunirse. Los dos partidos se reunieron por última vez el pasado miércoles, tras la pausa por las vacaciones de Semana Santa. Los posconvergentes tampoco han devuelto todavía el documento que ERC les ha entregado, no dan una fecha clara de un nuevo encuentro.
Puigdemont sigue buscando su sitio
Junts sigue enfrascada en cuál será su papel, y aunque sectores del ala ultra del partido claman por quedarse fuera del Govern para dejar que el ERC se queme sola, otras facciones más moderadas y con responsabilidades públicas emplazan al partido a ser el socio menor del Govern de Aragonès.
Los vaivenes en estos meses se han evidenciado también con los cambios en la mesa del Parlament. La dimisión forzada de Jaume Alonso-Cuevillas al desacatar la línea oficial del partido de la unilateralidad, dio una baza a ERC para presionar a Junts, aunque los republicanos apostaron por distender la cuerda y anunciaron su apoyo a Aurora Madaula.
No ha sido el único escollo, el papel del Consell per la República también se convirtió en uno de los escollos. Junts pretendía imponer esta institución privada de Puigdemont como un gobierno paralelo que fiscalizara el poder de la Generalitat, aunque finalmente y ante la negativa de ERC, este ente se emplazó a «reformularse».
Una de las cosas que imposibilitó el acuerdo y provocó las dos investiduras fallidas fue el pacto entre ERC-CUP. El mencionado acuerdo, donde los antisistema aceptaban a regañadientes la mesa de diálogo sin descartar la negociación, sentó muy mal a Junts, que consideraba que el primer actor con quien deberían haber hablado era con ellos.