ERC rompe el tándem de Puigdemont y Quim Torra

La presión de ERC sobre los pactos de Junts per Catalunya y sobre la fecha electoral ha propiciado la soledad del presidente de la Generalitat

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La crisis que atraviesan Junts per Catalunya y ERC —ahora aparcada— a cuenta de los pactos municipales tiene una víctima principal y una víctima colateral. La víctima principal es la unidad independentista, cuyo relato es prácticamente irreconstruible, y la víctima colateral es Quim Torra, cuyas posiciones han quedado en una penosa minoría.

Desde que PSC y Junts per Catalunya (JxCat) anunciaron su pacto para gobernar la Diputación de Barcelona, ERC se puso en marcha para presionar a los líderes de JxCat en busca de una rectificación. Los republicanos sabían que la figura clave para desmontar el acuerdo de la Diputación era la de Carles Puigdemont por la influencia que conserva en su formación, pero no era la más propicia, ya que el líder huido ha acordado con Artur Mas disminuir la beligerancia con los socialistas.

En cambio, Torra siempre ha defendido sin matices los pactos entre independentistas sin realizar cesiones al PSC. Particularmente sonada fue su intervención en su pueblo, en Santa Coloma de Farners (Girona), donde impidió un pacto entre Junts per Catalunya y PSC. Torra descolgó el teléfono para exigir a su grupo una rectificación y un pacto con ERC. Y así fue.

Los analistas del podcast ‘La Plaza’ analizan en el episodio de esta semana las tensiones de JxCat y ERC

Conscientes de estos precedentes, los dirigentes de ERC forzaron la máquina durante la pasada semana con la esperanza remota de que Torra saliera en público a defender que JxCat rompiera el acuerdo con el PSC en la Diputación. Pero Torra, en minoría dentro de su grupo, evitó hacerlo para no degradar su autoridad política e institucional.

Derrota de Torra, victoria de ERC

Los republicanos sienten la derrota de Torra como una victoria. Sus presiones no han servido para dar al traste con el pacto con la Diputación, pero sí que han valido para que afloraran las divisiones de JxCat y para que el presidente de la Generalitat viera debilitada su figura.

Tanto ha hecho correr ERC la eventualidad de un avance electoral en Cataluña que Torra no ha tenido más remedio que recordar en público lo obvio: que sólo él tiene la competencia de forzar unas elecciones antes de tiempo.

Fuentes de Junts per Catalunya asumen que la presidencia de Torra no tendrá una segunda parte. Saben que el experimento de Puigdemont no ha funcionado y que su continuidad sólo se explica en estos momentos por la necesidad de estirar unos meses el calendario en busca de un nuevo candidato.

Torra prueba el jarabe de Puigdemont

El presidente de la Generalitat ha comprobado en sus carnes cómo las gasta Puigdemont, capaz de defender la unidad independentista y de tolerar un pacto con el PSC en una misma semana.

Y ERC, satisfecha, se conforma con ver las contradicciones de JxCat, con constatar que Torra no ha logrado convertirse en un activo para su formación y, sobre todo, con repasar encuestas que constatan que sus grandes socios y adversarios están en caída libre. Y todo eso sin que Esquerra haya resuelto sus propios problemas de cartel de cara a las próximas elecciones. 

 

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