ERC y Junts descartan la ruptura pese al cisma de la mesa de diálogo
Pere Aragonès lidia con la segunda crisis entre socios pocos meses después de comenzar la legislatura
Un matrimonio mal avenido. Así podría definirse la relación entre Junts y ERC, dos partidos que compiten por una misma base electoral y que mantienen desde hace años una lucha fratricida por la hegemonía del independentismo. De nuevo otra crisis abierta con la mesa de diálogo, que se ha saldado con el partido de Puigdemont fuera de este órgano, pero no del Govern.
Junts ha vuelto a forzar la maquinaria, esta vez saltándose la voluntad de Pere Aragonès de que fueran consellers los que le acompañaran en la delegación frente a Pedro Sánchez. Los junteros han abierto una crisis en la Generalitat con la designación de los indultados Jordi Turull y Jordi Sànchez, y también con la diputada Míriam Nogueras.
Y aunque pudiera parecer un episodio que podría hacer caer el Govern, no es nada más que otro capítulo de una relación que se mantiene unida casi por un chicle. Junts fuerza la maquinaria con su propuesta, lo que provoca que Aragonès les deje fuera de la delegación catalana, y ellos responden negando cualquier pacto sobre el perfil de los convocados y culpando a Moncloa.
Desencuentros estructurales
El partido de Jordi Sànchez consigue así desmarcarse de una mesa de diálogo en la que nunca creyó, y en la que sus consellers y líderes destacados han trabajado intensamente para desacreditarla. ERC salva este órgano que pactó con el PSOE, aunque debilitada con únicamente tres perfiles republicanos frente a siete ministros del PSOE y Podemos.
Pero siguen unidos, y ninguno de los dos plantea ningún pacto. Pere Aragonès, en su comparecencia excepcional ante la crisis abierta por Junts, ha asegurado que su gobierno tiene «mucho trabajo por hacer» y ha reafirmado su «confianza» en todos los consellers que forman parte de su Ejecutivo.
También ha intentado dibujar una imagen de cohesión Jordi Sànchez, al hablar de lealtad a ERC con su apoyo a la mesa de diálogo y el respeto al pacto firmado entre los republicanos y la CUP. Incluso, un intento de exculpar a Aragonès, asegurando que quien les había echado de la mesa era Moncloa, pese a no tener nada que ver el Gobierno.
Segunda gran crisis en pocos meses
Y eso que la brecha sobre cómo abordar la crisis catalana les separa cada vez más. Junts insiste en volver a un escenario de inestabilidad política, social y económica como el vivido en 2017. ERC, sin embargo, intenta dejar atrás ese episodio con una vuelta a la moderación.
ERC y Junts hacen frente a su segunda gran crisis desde esta legislatura. Ambos partidos llevaron al límite las negociaciones para la investidura de Pere Aragonès, que se acabó aprobando casi en la fecha límite antes de que se convocaran elecciones automáticamente.
Saltaron por los aires las conversaciones varias veces, y hubo cambios de guion en múltiples ocasiones. Junts llegó incluso a prometer que investiría a Aragonès si no había acuerdo de gobierno para luego desdecirse. ERC rompió negociaciones para buscar un acuerdo con los Comuns, para finalmente pactar una coalición con su socio de siempre.
Las malas relaciones entre Aragonès y Torra
Una relación tóxica que ya se hereda de la anterior legislatura. Ambos partidos mantuvieron una relación complicada durante el gobierno de Quim Torra. La suspensión del acta de diputado del expresident, antes de su condena en firme, provocó una crisis de Govern que obligó a suspender una sesión en el Parlament y amenazó con romper la coalición.
Quim Torra convocó a los medios, finalmente para anunciar unas elecciones que nunca se producirían por la pandemia una vez aprobados los presupuestos de 2020. El expresidente lanzó acusaciones de deslealtad contra ERC: «Ningún Govern no puede funcionar sin unidad, sin una estrategia común y compartida en cuestiones fundamentales y sin lealtad entre sus socios».