ERC da alas a la CUP para debilitar a JxCat en las negociaciones para formar Govern
Los republicanos animan a la CUP a optar por la presidencia del Parlament, contra los intereses de JxCat. La ANC secunda el gesto
Después de las elecciones catalanas del 14-F, Esquerra Republicana transmitió que quería lograr un acuerdo rápido para formar el Govern de «vía amplia» que propone Pere Aragonès con el concurso de Junts per Catalunya, CUP y comuns. Este miércoles, la formación republicana admitió que las negociaciones están siendo muy «lentas» y que «cuesta avanzar».
Así se expresó el presidente de ERC en el Parlament, Sergi Sabrià, remarcando que su partido es el único que «tiene la capacidad de llegar a acuerdos con todos». Pero las negociaciones no solo han sido lentas sino que han encontrado nuevos escollos en el camino. Las renovadas ambiciones institucionales de la CUP centran ahora mismo la capacidad ralentizadora.
Y es que después de que los anticapitalistas se mostrasen dispuestos tanto a entrar en el Govern como incluso a presidir el Parlament, ERC le animó a ello, a sabiendas de que esta posibilidad solo complica más las cosas con JxCat. «Está bien que, en el caso de que tengan otras aspiraciones en el ámbito parlamentario, las pongan sobre la mesa», señaló Sabrià.
Sin dar luz verde a la propuesta de la CUP, el representante de Esquerra defendió que su partido está dispuesto a «hablar de todo con todos», aunque fue más enfático al admitir que «nos gustaría que la CUP diera el paso que no ha dado hasta ahora y que tenga responsabilidades en el ámbito del Govern«. Y añadió: «Estamos centrados en eso».
Un giro inesperado
Después de su segunda reunión con el equipo negociador de Junts, este miércoles por la tarde, la CUP filtró a los medios afines a la causa independentista su intención de ir «a por todas», incluyendo la presidencia del Parlament. Incluso deslizó los nombres que baraja para la misión: los de sus candidatos, Dolors Sabater y Carles Riera.
Paralelamente, JxCat reconoció una cierta preocupación al respecto. Esto implica que no solo perderán la presidencia de la Generalitat, en el tanto ERC le gana en escaños, sino que el cambio de cromos del Govern y la Cámara catalana le dejaría sin el cargo que actualmente ostenta el republicano Roger Torrent. Por ello, recuerdan que JxCat tiene 32 escaños; la CUP, 9.
Señal de que las negociaciones pueden ralentizarse aún más es el comunicado esquelético que envió Junts tras su reunión con la CUP. Dos líneas, apenas, para constatar que siguen trabajando en «un acuerdo de legislatura». En cambio, la CUP se ha explayado y ha pedido un pacto «que permita desbordar el marco autonómico durante la próxima legislatura«.
El comunicado de la CUP también incluía críticas a la consejería de Interior, que es actualmente propiedad de los de Carles Puigdemont y Laura Borràs. Los cupaires han cargado contra el conseller del departamento, Miquel Sàmper, por el dispositivo policial de los Mossos ante los disturbios de la última semana a raíz de la detención del rapero Pablo Hasél.
Durante el resto del día, los postconvergentes insistieron en defender que lo «normal» sería que ellos asuman la presidencia del Parlament y ERC la de la Generalitat, inversamente a lo sucedido cuando JxCat sacó más escaños y eventualmente se invistió como president al ahora cesado Quim Torra. Todo indica que este es un giro en el guion que Junts no esperaba.
La CUP, ¿fuera del Govern?
La CUP cuenta con el apoyo de la Assemblea Nacional Catalana (ANC). La entidad presidida por Elisenda Paluzie entiende «que si algo ha demostrado» la formación anticapitalista «es que está dispuesta a desobedecer«. Esto encaja con lo que dice la CUP para defender sus aspiraciones: quiere el Parlament porque es «donde pueden salir iniciativas de ruptura».
«La presidencia del Parlament en manos de la CUP sería algo importante. La gran fuerza la tenemos en el Parlament, y sobre la Cámara catalana hay mucha tensión del poder judicial», ha dicho la presidenta de la entidad, que cree que en cambio para los cupaires es «complejo» plantearse la entrada en el Govern.
Paluzie ha dado a entender que la ANC prefiere tener a la CUP al frente de la mesa del Parlament que dentro del Govern. «Es una fuerza anticapitalista», ha dicho, recordando que en su programa electoral había propuestas como dejar de pagar la deuda o nacionalizar empresas, algo que para ERC significaría abandonar su estrategia independentista del diálogo.
La ANC, en cambio, ve en la CUP la voluntad y la ambición para hacer aquello que Roger Torrent evitó hacer: concretar una vez más la ruptura constitucional. De hecho, los cupaires ya han avanzado que su plan es reactivar las leyes de 2017 suspendidas por el Constitucional o, en su defecto, redactar nueva legislación para recuperar la «soberanía» de la Cámara.
Así las cosas, la apuesta de Paluzie es que ERC y JxCat vuelvan a repartirse el Govern de la Generalitat y que pacten con la CUP para lograr una mayoría independentista en el Parlament, abriéndose a la posibilidad de que Sabater o Riera releven a Torrent en la presidencia. Y los mensajes de la CUP ciertamente dan más relevancia al Parlament que al Govern.
La posición de la Assemblea no es de extrañar: la misma CUP asegura que «no tenemos miedo de asumir las responsabilidades que se deriven», que es exactamente el tipo de actitud que quiere ver desde hace un par de años Paluzie, desencantada con los pocos resultados en clave independentista de la legislatura del expresident Torra.
Manifestación de la ANC para meter presión a ERC
A todo esto, la ANC tiene previsto hacer pressing a los partidos, en especial a ERC, este próximo domingo, pues ha convocado una manifestación para exigir que haya un nuevo Govern independentista. La entidad les pide «no malbaratar este grandioso resultado» que «permitirá avanzar hacia la independencia» si si se trabaja «con sentido de Estado».
La CUP, por su parte, consultará con su militancia la propuesta de asumir la presidencia del Parlament e incluso la de estar en la mesa de la Cámara. Los resultados se anunciarán este fin de semana. Pero la predisposición de JxCat a aceptarlo marcará el recorrido de esta apuesta, y el apoyo de la ANC, más afín a Junts que a Esquerra, de alguna manera pesará.
Lo único a lo que apuntan las quinielas es que la relación tóxica entre ERC y JxCat no acabará pronto. Entre las muchas declaraciones anónimas que han aparecido en los últimos días, destaca esta de un dirigente republicano: «Lo más difícil es saber qué quiere JxCat. Puede ser, dado su lío interno, que aún no lo sepan ni ellos«.