Empresarios que aleccionan a políticos y naufragaron en sus negocios
Tras el fracaso de los partidos para formar gobierno, los empresarios pasan factura con sus quejas. Pero ellos están lejos de ser una muestra de rectitud en el mundo de los negocios
El presidente del Círculo de Empresarios, Javier Vega de Seoane, se acerca a un precipicio al afirmar que el fracaso rotundo de la política supondría el despido si los líderes de los partidos fueran ejecutivos de empresas privadas. ¿Es un alma cándida o no tiene memoria?
No se acuerda de su paso por Ercros de la mano de Javier de la Rosa y del final de fiesta desastroso para los pequeños accionistas y empleados de la filial española de KIO. Ercros abordó la mayor suspensión de pagos de la historia de España hasta aquel momento. Él presidió aquella gran empresa química.
Ejerció el segundo turno después de Josep Piqué (antiguo consejero delegado de OHL), ex ministro de Exteriores, que también se había encaramado a lo más alto de Ercros. Y ahora Seoane y Piqué, cómodamente instalados en la presidencia y vicepresidencia respectivas del Círculo de Empresarios de Madrid, le dicen a la política: suspenso.
No hace tanto tiempo como para caer en la desmemoria. En la actualidad, Vega de Seoane -en DKV Seguros y Fujitsu España- y Piqué en OHL, capitalizan la opinión de las mayores 200 empresas españolas, entre ellas todas las del IBEX 35.
Piqué es un ejecutivo de trayectoria impecable, pero a día de hoy, la OHL de Villar Mir no es ningún ejemplo de transparencia.
«En las próximas semanas, vamos a hacer una campaña intensa para que haya entendimientos. No se puede volver a repetir lo que ha pasado estos contra meses. Una de las conclusiones de este fracaso político es que tenemos que fortalecer la sociedad civil y movilizarnos, y vertebrar». ¡Achtung!
Empresarios con conductas sospechosas
La movilización empieza el próximo 18 de mayo en un acto en la sede del Círculo de Empresarios en el que también está invitado el presidente del Círculo de Economía, Antón Costas. El profesor es un estilete de la crítica ante la mala gobernanza, pero en política juega en campo contrario, tanto en las antesalas de la Moncloa como junto al núcleo radioactivo de la independencia.
Las opiniones de Costas son menos rotundas que las de Vega de Seoane, pero también menos contradictorias. A Seoane le sostienen otros líderes empresariales, dechado de dudosas prácticas y buenos sueldos: Ana Botín del Santander, fregando el fanatismo kamikaze de la city de Londres con las cesiones de crédito pegada en la nuca.
Francisco González, presidente del BBVA, hombre de frente ancha con las cláusulas suelo de las hipotecas incrustadas como una lanza en la tercera vertebra intercostal; Ángel Ron, presidente del Banco Popular, unido a su segunda marca, el Banco Pastor, hoy convertido en una maquina de blanquear dinero investigada por la Fiscalía.
También Antonio Brufau, presidente de Repsol, que se quiere olvidar para siempre de la OPEP, mientras el mixtream pueda satisfacerse en el opaco espacio del tiempo real. Y muchos otros, casi todos partidarios de ensombrecer sus deslices bajo el patrocinio de seminarios dedicados al liderazgo y a los grupos de interés.
Incertidumbre política y económica
¿Quién da de comer a quién? A tenor de lo que dice el Círculo, son los empresarios los que dan comer a los políticos ¿Será como anticipo de sus operaciones giratorias? El fracaso en las negociaciones para evitar repetir elecciones incrementa la incertidumbre macroeconómica.
Este es el argumento reiterado de Juan Rosell, presidente de CEOE, que calcula sus razones al milímetro para no despertar la iracundia de sus socios, que sostienen la estructura confederal. Rosell, que desempeña cargos de prestigio en consejos de administración de grandes grupos, llegó a ser el presidente de Endesa en Cataluña en los años del apagón, cuando la red de distribución eléctrica reveló la dejadez de su oligarquía.
Ahora, para hacer de filtro, la CEOE ha encontrado a un lobista, Josep Sánchez Llibre, el ex de Unió Democràtica que se ha incorporado a la asamblea patronal española como representante de Foment del Treball.
Cuando los negocios se mezclan con la política
La mezcla entre empresa y política no es nueva si tenemos en cuenta casos como los de los liberales Segurado, Max Macín y Ferrer-Salat; el de centristas prolijos, como el desaparecido Carlos Güell de Sentmenat; el de nacionalistas vascos, como Knör, Arrasti, De Miguel o Imaz, o los recientes incombustibles, Arturo Fernández y Díaz-Ferrán, que proporcionaron el amparo corporativo de la Cámara de Comercio al PP de Esperanza Aguirre.
En España, el mundo de las ideas y la cadena de valor se han unido en ocasiones gloriosas: Juan March encargó la gestión de sus fundaciones a profesores de postín como Joan Sureda y Fabián Estapé y, antes que eso, el financiero mallorquín cobijó de por vida a su negro Julio Camba, en el último piso del Hotel Palace. Durante la pre-transición, Pere Duran contó con un microchip imbatible: la dupla Miquel Roca y Narcís Serra.
«Si los partidos políticos funcionaran como las empresas, cambiarían de líderes tras un fracaso como éste». Vega de Seoane no calcula sus límites.
A mayor incertidumbre, aumenta la carga emocional: mientras las empresarios hablan de «desconfianza, miedo o inseguridad», la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, dijo que «España tendrá pronto 20 millones de empleos». En pleno desconcierto, las pasiones se abren camino.
Efectividad y democracia
Los grandes empresarios hablan también de cambiar la ley electoral comparando su anacronismo con las ventaja de sistemas políticos, como el británico o el francés, en los que la formación de mayorías es más fácil. A su juicio, «es importante que los votos vayan al político elegido y no al aparato del partido»; es el eterno retorno de las listas abiertas.
El poder político ha sido muchas veces despótico y arbitrario, pero ahora se estrena en una situación de debilidad que al bipartidismo le viene de nuevo. El dilema entre efectividad y democracia siempre hace su entrada triunfal en momentos críticos.
Leviatán llora ¿No será que se oscureció en la ingobernabilidad de los mercados desregulados?