El verano que tenía que ser y no fue: radiografía de la quinta ola
En poco más de un mes, se han contagiado 683.000 españoles y la incidencia ha llegado a multiplicarse por 8, lo que ha traído nuevas restricciones
“Desde el 7 de junio, todas las personas vacunadas y sus familias son bienvenidas a nuestro país con independencia de su lugar de origen”. Un sonriente Pedro Sánchez lanzó este anuncio al sector turístico el 21 de mayo en Fitur. El presidente del Gobierno estaba eufórico y adelantaba un verano de 2021 próximo a la normalidad que la quinta ola frustró y nunca llegó.
Esta era solo la primera “extraordinaria noticia para el sector” que quería dar Sánchez, que ya había prometido la inmunidad de grupo en verano. “La segunda buena noticia es que ayer mismo, la Unión Europea aprobó el certificado digital Covid”, la herramienta definitiva para garantizar la movilidad.
“Estamos plenamente convencidos de que la puesta en marcha de este certificado, así como las relajación de las restricciones a los viajes, nos van a permitir tener un verano mucho mejor, sin lugar a duda mucho mejor que el de 2020. Con el certificado digital, España va a retomar todas las actividades económicas de forma segura y vamos a lograr la movilidad en el ámbito de la UE este mismo verano”.
El mensaje de Sánchez al turismo era claro: este verano sí que va a ser bueno. Tenía motivos para el optimismo, pues el ritmo de vacunación se estaba acelerando y las cifras de contagios y hospitalizaciones iban a la baja. Pero también los tenía para la prudencia, pues la variante delta –entonces denominada india– acechaba y como pasó con la primera ola en marzo de 2020, cogió a España y su Gobierno despistado.
El despiste duró al menos un mes más. El 18 de junio, Sánchez anunció ante los empresarios catalanes en Barcelona que las mascarillas dejarían de ser obligatorias al aire libre a partir del día 26. En esa semana que pasó entre el anuncio y el hecho, entramos en verano, se celebró la fiesta de San Juan en varias CCAA y algunas de ellas, como Cataluña, levantaron el veto al ocio nocturno.
Este conjunto de hechos –la reducción de las restricciones y las medidas de prevención y el incremento de la movilidad– junto con la entrada de la cepa india en España, más resistente a los antídotos, no solo empañó la campaña de vacunación sino que neutralizó sus efectos sociales y, por contagio, económicos.
Desde la llegada del verano, el 21 de junio –por tomar una fecha de referencia como inicio de la quinta ola–, hasta el 30 de julio, se han contagiado en España 683.000 personas, según los datos del ministerio de Sanidad. Eso significa que el 15% de los 4,47 millones de españoles que han dado positivo en un test, uno de cada 6,5, lo ha hecho en poco más de un mes. Llevamos casi 17 meses de pandemia.
Este gran rebrote, que hace de la quinta la peor de todas las olas en contagios, aunque no –almenos todavía– en los hospitales, ha disparado la incidencia, que se ha llegado a multiplicar por 8. Cuando llegó la época estival, estaba alrededor de 90 contagios por cada 100.000 habitantes en 14 días. Esta semana ha superado el 700 aunque ha empezado a bajar ligeramente los últimos días, hasta los 687.
El rebrote de los jóvenes y vuelta a las restricciones
Los protagonistas de esta quinta ola, a diferencia de las anteriores, están siendo los más jóvenes. El buen tiempo, el levantamiento de las restricciones y el hecho de ser los penúltimos en la lista de vacunación ha sido un cóctel para la población de 20 a 29 años, que ha vivido su peor mes.
La incidencia acumulada en esa franja de edad llegó a rozar el 2.000, lo que supone que 2 de cada 100 personas de 20 a 29 se contagió en 2 semanas. En algunas CCAA, como Cataluña, Navarra y Castilla y León, superaron los 3.500 casos por cada 100.000 habitantes.
La otra cara de la moneda fueron los colectivos de mayor edad, los parcial o totalmente vacunados, que aunque también vieron como subían los contagios, la incidencia fue muy inferior. Se desconoce todavía el grado de protección que ofrecen las vacunas de Pfizer, Astrazeneca, Moderna y Janssen a la variante delta; se cree que es inferior, pero los datos demuestran que aun así, ofrecen protección ante el contagio e incluso, aunque lo haya, su impacto tiende a ser más leve.
Con estas cifras, prácticamente todo abierto, bares y playas a rebosar y mucha gente por la calle sin mascarillas, las comunidades autónomas empezaron a pedir al Gobierno que diera pasos atrás. No ha vuelto la obligatoriedad de los tapabocas en espacios abiertos pero sí toques de queda y el cierre del ocio nocturno en muchas regiones.
La marcha atrás está teniendo un impacto directo en el sector del ocio. El mundo de la noche fue el primero en protestar al tener que cerrar las discotecas, o abrirlas con muchas limitaciones horarias. El hotelero no notó tanto el impacto los primeros días, pues cuenta con que haya mucho turismo nacional y esperaba los tan ansiados turistas británicos, franceses y estadounidenses, entre otros.
España, en la lista negra de sus emisores de turistas
El impacto de la cepa india en España no pasó desapercibido al norte de los Pirineos. Es aun a día de hoy el país de la Unión Europea con más contagios, seguido de Portugal y muy por encima de países como Italia, competidor directo para el mercado turístico nacional.
Solo le supera, entre los estados más próximos, el Reino Unido, lo que lejos de ser un alivio, es otro motivo para el pesimismo, pues no se trata de un competidor si no de un emisor de visitantes. Es decir que sus malas cifras suponen o bien que menos británicos visiten España o que suba el riesgo de recibir personas contagiadas, si no se hacen los controles necesarios. O ambas cosas.
La alta incidencia ha provocado que España haya empezado a copar las listas negras de muchos países, entre ellos algunos de sus principales emisores. Estados como Francia, Alemania y, el más reciente, Estados Unidos, desaconsejan a sus habitantes visitar nuestro país, si bien no exigen luego una cuarentena. Otros, como los Países Bajos, solo recomiendan algunos destinos.
Estas recomendaciones han provocado ya la cancelación de reservas en los hoteles, que esperaban un verano mejor y ya solo confían en las contrataciones de última hora para salvar la temporada, como pueden leer en otro artículo publicado este domingo en Economía Digital acerca de los perjudicados de la quinta ola. No son los únicos: locales de ocio, orquestas e incluso feriantes explican a este medio su descontento.