El último creador de la bomba atómica desvela su historia en un documental

Roy J. Glauber cuenta cómo un grupo de científicos de élite fue internado en un lugar secreto de Nuevo México para un proyecto tan fascinante como aterrador. La profesora e investigadora María Teresa Soto-Sanfiel recoge el testimonio en el documental That's the story que relata el desarrollo de la bomba atómica

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Roy J. Galuber, premio Nobel de Física en 2005, es el último superviviente del grupo científico de élite que desarrolló la bomba atómica en el más hermético de los secretos. Fue en un campamento militar clandestino de Los Álamos, en Estados Unidos en 1943. Con apenas 18 años, cuando estudiaba en la Universidad de Hardvard, fue llamado a incorporarse a un proyecto cuyo alcance desconocía.

Un equipo de mentes brillantes, encabezado por los célebres Robert Oppenheimer, Hans Bethe, Enrico Fermi, y Richard Feynman, había reunido a 200 científicos, pero en aquel campamento secreto y custodiado convivían más de mil habitantes, entre los que se encontraban las mujeres y los hijos de los científicos. La mayoría desconocía qué había detrás del proyecto con el que Estados Unidos pretendía poner un punto y final sangriento, doloroso, pero rápido a la Segunda Guerra Mundial.

El documental

La historia de aquel campamento, y del trabajo colectivo de los hombres más brillantes de su época, es recogido por la profesora titular de la Universidad Autónoma de Barcelona, María Teresa Soto-Sanfiel. Dedicada desde 1995 a la investigación, docencia y a la divulgación científica, Soto-Sanfiel recoge el testimonio de Glaubert en That’s the story, un documental que ahora se exhibe en centros de investigación, universidades y escuelas y que sus realizadores están intentando vender a alguna cadena de televisión.

Con la producción ejecutiva de José Ignacio Latorre, catedrático de física teórica, Soto-Sanfiel plasma la entrega de los mejores científicos del momento a la producción de la peor arma conocida por la humanidad. Soto-Sanfiel ha logrado contar la vida de aquel campamento clandestino con imágenes inéditas, desclasificadas este mismo año por las autoridades estadounidenses, fotos, videos y voces de los protagonistas de la historia que terminó con la creación de la bomba atómica.

«Glauber considera que trabajó para un proyecto científico que terminó con una guerra e incluso defiende que la bomba salvó vidas porque otro tipo de intervención en Japón en aquella época hubiese sido más sangrienta, desde su punto de vista. Él no lo analiza desde la perspectiva moral, tal como lo hacemos nosotros», explica Soto-Sanfiel, que ha sido investigadora invitada de la National University of Singapore, la Nanyang Technological University de Singapur, la Free University de Amsterdam y que prepara un proyecto de investigación para el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

El final

Los equipos científicos trabajaron para calcular el efecto en cadena, la masa necesaria para crear el efecto devastador deseado y para comprobar que el efecto de la bomba no destruyera la atmósfera, un efecto temido pero que fue rápidamente descartado. Tras los efectos de la bomba y la rendición de Japón, el líder del proyecto, Opehnheimer ganó la gloria mientras Estados Unidos rebosaba en alegría tras la victoria.

El país siguió con su carrera armamentística pero muchos de los científicos que habían participado en el proyecto decidieron retirarse. Casi todos rehusaron seguir trabajando en la fabricación de armas. Entre ellos, Glauber que se dedicó a la investigación y la docencia y que ganó el Nobel en 2005 por sus aportaciones a la teoría cuántica de coherencia óptica. «Creo que, en el fondo, hubo un cierto arrepentimiento entre el grupo de científicos que participó en el proyecto», remata Soto-Sanfiel.

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