El ruego de 46 médicos de Barcelona por la Covid-19: «Hay que pensar en el bien común»

Economía Digital reproduce la carta viral de 46 sanitarios de los principales hospitales de Barcelona que temen una adversa tercera ola de coronavirus

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46 profesionales sanitarios han firmado una carta pidiendo a la población extremar las medidas contra el coronavirus para evitar una tercera ola peor que la segunda. Se trata de médicos de los cuatro grandes hospitales de Barcelona (Vall d’Hebron, Hospital Clínic, Hospital del Mar y Hospital de Sant Pau) y de centros de atención primaria de la capital catalana.

Estos sanitarios hacen un llamamiento a la población a tener prudencia y rigor colectivo para afrontar una pandemia que, pese a los avances de las vacunas y a las cifras de mortalidad inferiores a las de la primera ola, aún no tiene visos de acabar. Las próximas semanas son clave, dicen los firmantes, refiriéndose a unas Navidades que podrían disparar la incidencia si no se cumplen las medidas.

Economía Digital reproduce a continuación la carta íntegra de estos preocupados médicos barceloneses.


«Es como si cada día se estrellara un avión tipo Airbus 320»

«En las últimas semanas todos hemos visto las buenas noticias de varias vacunas dirigidas al SARS-CoV-2, el virus que causa la Covid-19, que han demostrado una gran eficacia al prevenir el desarrollo de la dolencia. El hecho que sean diversas vacunas que han demostrado este beneficio claro y que el número de personas que han participado en estos ensayos clínicos sea muy grande todavía nos da una mayor información sobre su seguridad y la confianza que tenemos en ellas.

Por otro lado hemos visto en esta segunda oleada de la pandemia que las medidas de distanciamiento físico y el uso continuado de la mascarilla fuera del ámbito estrictamente unifamiliar (burbuja) son imprescindibles para evitar la diseminación de la infección. También hemos visto que la mejora en el conocimiento de como tratar de forma eficaz las personas que desgraciadamente acaban sufriendo la dolencia ha mejorado significativamente la mortalidad debida al virus.

Aun así, el número de personas que desarrollan la dolencia continúa siendo muy elevado, así como el número de enfermos que desarrollan secuelas después de superar la infección, y de estos todavía no sabemos como evolucionarán a medio y a largo plazo.

Respecto al número de muertos solo relacionado con la Covid-19, a veces el hecho de sentir estos crueles números nos hacen perder la perspectiva, pero en el transcurso de esta segunda oleada, y ya no hablamos de la primera, es cómo si cada día en el Estado español se estrellara un avión tipo Airbus 320 (en los mejores días) o un Boeing 747 (en los peores días). Si escucháramos cada día una noticia como esta, seguro que nos aterraría mucho más.

Poco se ha hablado de los daños sanitarios colaterales de la Covid-19, relacionados con las otras dolencias que normalmente la población tiene y que debido a los efectos sobre todo de la primera oleada y en menor medida de la segunda, o bien no se han diagnosticado o bien se han diagnosticado tarde por el impacto que una emergencia sanitaria y humanitaria como la Covid-19 ha tenido en nuestro sistema sanitario.

Algunas cifras nos tendrían que hacer pensar. En lo que llevamos de año, y respecto al mismo periodo del año pasado, hemos diagnosticado un 15% menos de enfermos con cáncer y hemos atendido un 40% menos de primeras visitas de dolencias mentales. Otros ejemplos que nos tienen que hacer reflexionar son la gravedad de infartos cardíacos e ictus que hemos visto en estos meses y que hacía años que no vemos.

Muchas son las causas de esta realidad, y sin querer entrar en ningún tipo de debate, podemos incluir el miedo de los enfermos a ir a los centros de asistencia primaria y en los hospitales, la negación o infravaloración de los síntomas, pero también al hecho que la práctica totalidad del sistema sanitario se dedicara a atender una única dolencia para superar el mejor posible la primera oleada de la pandemia.

En la segunda oleada se intentó preservar al máximo las otras actividades sanitarias no relacionadas con la pandemia. Nuestro sistema sanitario, como los de la mayoría de países de nuestro entorno y similar grado de desarrollo, es muy bueno y eficiente especialmente si consideramos el bajo porcentaje que le dedicamos del PIB.

Pero estos sistemas sanitarios están siempre bastante tensionados y en algunas ocasiones al límite, a causa de múltiples causas que entre otros incluyen el aumento demográfico, el envejecimiento de la población, la pluripatologia y la limitación de recursos. Este es un debate político y social que tendremos que tener cuando se acabe la pandemia de la Covid-19 para definir las prioridades que la sociedad quiere.

Ahora estamos ante un reto extremadamente importante. ¿Cómo podemos afrontar la tercera oleada con la máxima seguridad sanitaria para nuestra sociedad? Nos enfrentamos a una tercera oleada con la ciudadanía cansada por todo el esfuerzo de la limitación de la movilidad y socialización hecho hasta ahora, con unas pérdidas económicas y una situación de crisis que no se recuerda desde el final de las guerras europeas del siglo pasado y que afecta muchísimas familias. Asimismo, los profesionales de los ámbitos sanitarios y sociales están muy fatigados.

Por estos motivos, entre otros, nos tenemos que tomar muy seriamente las recomendaciones epidemiológicas y sanitarias que sean más apropiadas para el impacto de la tercera oleada sea el menor posible tanto en enfermos afectados de Covid-19 como en los que tienen otras dolencias y que precisan un diagnóstico, tratamiento y seguimiento adecuados.

Una nueva situación de emergencia sanitaria, como pasó a la primera oleada, produciría una pérdida de salud a la sociedad que nos costaría muchos años volver a recuperar, tal como la prestigiosa revista The Lancet ha mencionado. El programa de vacunaciones será fundamental, y desde aquí alentamos en la población a vacunarse tal como lo indiquen las autoridades sanitarias para conseguir cuanto antes mejor la inmunidad comunitaria. Pero hasta entonces tendremos que continuar cumpliendo estas medidas pensando en el bien común.

Que nos encontremos ante la salida del túnel en los aspectos de salud de nuestra población dependerá en gran parte de cómo afrontamos los meses que nos quedan con un espíritu de sacrificio para conseguir que se cumplan las medidas de protección y distanciamiento físico, la responsabilidad social y la vacunación adecuada.

El número de aviones que se estrellarán en los próximos meses dependerá de lo que hagamos en las próximas semanas y en las fiestas de Navidad. De todos nosotros depende y será nuestra responsabilidad».

Firman:

  • Joan Albanell Mestres
  • José Alvarez Sabin
  • Manel Armengol Carrasco
  • Josep Basora Gallisa
  • Merce Beltran Vilagrasa
  • Joan Bladé Creixenti
  • Rafael Blesa Gonzàlez
  • Mercè Boada Rovira
  • Francesc Bosch Albareda
  • Jordi Bruix Tudó
  • Elies Campo Güerri
  • Joan Carles Galceran
  • Elena Carreras Moratonas
  • Maria-Josep Carreras Soler
  • Joan Comella Carnice
  • Eloy Espin Basany
  • Enriqueta Felip Font
  • Ignacio Ferreira González
  • Joan Genescà Ferrer
  • Jordi Giralt López de Sagredo
  • Maria Queralt Gorgas Torner
  • Isabel Illa Sendra
  • M. Antònia Mangues Bafalluy
  • Josep Maria Llovet Bayer
  • Sara Marsal Barril
  • Carlos Molina Cateriano
  • Meritxell Mollà Armadà
  • Xavier Montalban Gairín
  • Lucas Moreno Martin-Retortillo
  • Miguel Pera Román
  • Victor Pérez Sola
  • Patricia Pozo Rosich
  • Aleix Prat Aparicio
  • Josep Antoni Ramos-Quiroga
  • Maria Reig Monzón
  • Jordi Sierra Gil
  • Rafael Simo Canonge
  • Marta Sitges Carreño
  • Josep Tabernero Caturla
  • Álvaro Urbano-Ispizua
  • Eduard Vieta Pascual

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