El rastro fantasma del secuestro más caro de la historia

Los empresarios argentinos Juan y Jorge Born fueron secuestrados en 1974, y su rescate de 60 millones de dólares sigue siendo el más alto jamás pagado. Pero el rastro del dinero se desvanece entre diversos destinos y personajes surrealistas

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¿Cómo pueden esfumarse 60 millones de dólares durante 40 años, y apenas dejar rastros de su destino?

Ese es el monto del rescate más caro de la historia: el de los empresarios Juan y Jorge Born, secuestrados el 19 de septiembre de 1974 en las cercanías de Buenos Aires. Esos 60 millones equivalen, en la actualidad, a 260 millones, y fueron pagados tras nueve meses de negociaciones por Jorge Born II, padre de la víctimas y presidente del conglomerado empresarial argentino Bunge & Born, llamado «el Pulpo» porque sus tentáculos en inversiones abarcaban empresas agroalimentarias, textiles, químicas, agencias de publicidad, y un largo etcétera. 

La investigación

La periodista argentina María O’Donnell investigó durante tres años este suceso. En El secuestro de los Born (Debate), logró que una de las víctimas, Jorge Born III, rompiera el silencio que se había autoimpuesto durante 40 años, y con un estilo que bordea el suspense, sigue la pista del desproporcionado rescate.

El hilo de Ariadna se desenrolla por un laberinto que lleva a Cuba, otro fleco conduce a un banquero que muere en una accidente de aviación, y una parte regresa para financiar la campaña del presidente peronista Carlos Menem, quien luego indultaría a los secuestradores. Y con el apoyo del secuestrado Born.

Un país convulsionado

En la primera mitad de los años ’70, tras años de gobiernos militares y democracias débiles, en Argentina había vuelto a la presidencia Juan Domingo Perón, el creador del Partido Justicialista, un movimiento populista donde las corrientes de derecha como los sindicatos afines competían con jóvenes influenciados por los delirios revolucionarios de Fidel Castro y el Che Guevara.

De este cóctel surgen los Montoneros, militantes que apenas superaban los 25 años, que creían que con la vuelta de Perón llegaría la revolución. El viejo líder moriría antes de cumplir un año de mandato, y delegó el cargo en su esposa Estela Martínez, una bailarina de cabaret conocida como Isabelita, que era influenciada por el esotérico ministro José López Rega, a la sazón cabeza de la organización paramilitar Alianza Anticomunista Argentina.

Los Montoneros habían sido defenestrados públicamente por Perón, y para poder financiarse desde la clandestinidad, necesitaban divisas urgentes. El secuestro de los Born era la oportunidad de obtener dinero fresco, dice O’Donnell.

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El secuestro

Durante nueve meses, los dos herederos del imperio estuvieron en dos cubículos aislados, sólo vestidos con su ropa interior, sin saber que en la pared contigua estaba su otro hermano. Mientras que Juan Born se quebró psíquicamente y se negaba a recibir alimentos, Jorge terminó a cargo de la negociación para pagar el rescate. En un principio, los Montoneros reclamaron 100 millones, pero vista la terquedad del patriarca en pagar, el hijo secuestrado comenzó un diálogo a dos bandas entre su padre y los guerrilleros que, al final, redujo el monto a 60 millones.

«No tenían ni como almacenarlo (al dinero). Una parte se usa para comprar, otra sale vía valija diplomática a Cuba. Y otra (16 millones) se entrega al banquero David Graiver en Suiza, que luego morirá en forma sospechosa en un vuelo», describe O’Donnell.

El rastro del dinero

El dinero que queda en Cuba, se utilizará para financiar operaciones de resistencia de los Montoneros tras el golpe militar que, el 24 de marzo de 1976, derrocaría al gobierno de Isabel Perón. Ninguna de estas acciones tuvo éxito.

Con la llegada de la democracia a Argentina, en diciembre de 1983, los represores militares y varios dirigentes de Montoneros, como su cabecilla Mario Firmenich, terminarían en prisión. Pero el presidente –peronista- que le sucedería, Carlos Menem, había prometido el indulto a unos y otros en aras «de la pacificación nacional». Por detrás, llegarían de dos a tres millones de dólares desde Cuba para la campaña, «o sea, para comprar ese indulto», revela la periodista. Precisamente, Firmenich luego se instalaría en Vilanova i la Geltrú, al sur de Barcelona, y en la actualidad es profesor de Economía en la Universidad Rovira i Virgili.

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Un 10% del rescate volvería a los bolsillos de Born, y sería de una forma surrealista: uno de los montoneros que organizaron el secuestro, Rodolfo Galimberti, terminaría asociado a su víctima en una serie de negocios. «Fue un claro ejemplo del Síndrome de Estocolmo», precisa O’Donnell.

Jorge Born tiene 82 años, y sólo pudo estar cinco años al frente de Bunge & Born. «El imperio no se desmoronó, pero se deshizo. Los herederos, peleados entre ellos, vendieron las industrias de alimentos, textiles y químicas que habían sido líderes en Argentina y Brasil», describe la periodista. Ahora, en una oficina de decoración austera, se dedica a la administración de los campos y fincas que le quedaron de aquella fabulosa herencia.

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